"Yo amo a Phillip Morris": el amor no es suficiente

martes, 27 de julio de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 27 de julio (apro).- Es difícil hacer un balance negativo de esta cinta. Y es que Yo amo a Phillip Morris (I Love You Phillip Morris, EU, 2009), de Glenn Ficarra y John Regua, con Jim Carrey y Ewan McGregor, posee varios momentos maravillosos que desgraciadamente son opacados por soluciones dramáticas desafortunadas.

La historia, basada en hechos reales, se centra en Steven Russell (Carrey), un sujeto que lleva una vida normal, hasta que un accidente automovilístico le invita a realizar un cambio sustancial.

Y Phillip Morris, en tanto, le confiesa a su esposa (con quien tiene hijos) que es gay.

¿Eso podría ser el principio de una vida más plena? Puede ser.

Russell comienza a transitar un camino espinoso, y es que para mantener un alto nivel de vida se vuelve un estafador fuera de serie. Por supuesto, un día es atrapado por la policía y no le queda más remedio que hacer tiempo de cárcel.

En su encierro conoce a Phillip Morris (McGregor), de quien se enamora profundamente, y ese amor lo llevará a realizar acciones cada vez más descabelladas.

La vida de Russel está lejos de haber encontrado la calma.

Una idea genial es el motor de la cinta, misma que contradice la famosa frase de San Ignacio de Loyola: La verdad nos hará libres.

En el caso de Russell, la verdad sólo es el catalizador para realizar estafas cada vez más sofisticadas que pueden recordarnos la cinta Atrápame si puedes, que estelarizó Leonardo Di Caprio.  

El problema principal de Yo amo a Phillip Morris es que el protagonista parece no tener conciencia alguna del daño que infringe a los demás, nada parece detenerlo, y es aquí cuando la complejidad del personaje se va volviendo unidimensional y la cinta pierde fuerza.

Steven termina siendo un completo estúpido, abusado pero estúpido, al fin y al cabo, además de pedante, en vez del complejo e interesante ser que se nos presenta al principio.

Yo amo a Phillip Morris  se vuelve sosa,  a pesar de grandes ocurrencias y grandes actuaciones.

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