DICCIOMANIA: Agua

lunes, 3 de junio de 2002 · 01:00
México, D F (Apro)- Cuenta una vieja historia popular que la palabra Chihuahua, por paradójico que puede resultar en medio de la sequía que le asola desde hace una década, significa "lugar junto a dos aguas" Según esta teoría, dudosa pero muy conocida entre los habitantes de aquella tierra, el nombre se formó a partir de la presunta voz tarahumara "chi", que significa "lugar", y de la repetición de "hua: agua", que alude a la "junta de los ríos" Sacramento y Chuviscar, al centro de lo que hoy son más de 245 mil kilómetros cuadrados que abarca el estado Aunque imprecisa etimológicamente, lo cierto de esta teoría sobre el origen de la palabra Chihuahua es que alude a una intersección de corrientes de agua tan ancestral e importante para los habitantes de aquel desierto, que a principios del siglo XVIII se consideró como punto de salvación para las crecientes necesidades de agua de la población ahí sentada, y que en 1709 se convirtió en el Real de San Francisco de Cuéllar, primer nombre de lo que hoy es Chihuahua, la capital Pero regionalismo innecesario aparte, y en un contexto histórico global, la sequía en Chihuahua es un síntoma más del imparable deterioro de este recurso, mientras que la amenaza inmediata es la derrota en la disputa ante el poder de Estados Unidos para quedarse con el agua Los antecedentes de la delimitación del agua que le corresponde a cada Estado, que en derecho es el "mar territorial", datan del imperio romano y años después fueron impuestas por el criterio de las potenciales navales como Inglaterra y Holanda; pero los reclamos de Estados Unidos desde el principio mantienen un tono: no admiten oposición Dice Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política que a la aplicación del jus gentium del derecho romano siguió la generalización de "la regla de las tres millas" --que luego se convirtió en una "legua marina"-- en la fijación de la anchura del mar territorial, que era la distancia que en ese tiempo podía alcanzar una bala de cañón disparada desde la costa de un país, de acuerdo con una propuesta hecha en 1702 por el jurista holandés Cornelis van Bynkershock Borja cita también una carta que el exsecretario de Estado y expresidente estadounidense Thomas Jefferson envió en 1793 a Inglaterra y Francia, en la que ratificaba que su gobierno considera que el mar territorial tiene la distancia de una legua marina a partir de la costa, y que "esta distancia no podría admitir oposición, ya que está reconocida por tratados entre algunos de los estados con los cuales mantenemos relaciones de comercio y navegación" Los límites marinos de cada país han estado siempre sujetos a disputa Borja agrega que, en 1930, una conferencia celebrada en La Haya terminó sin consenso sobre las dimensiones, ya que había países como Portugal, España, Rusia, Italia, e incluso México, que reclamaban más de la legua marina, mientras que Estados Unidos se empeñó en mantener ese criterio A Estados Unidos, dice Borja, siempre le convino la estrechez del mar territorial en beneficio del concepto de alta mar, por lo cual proclamó "la libertad de los mares", que en la práctica sólo las grandes potencias pueden aprovechar Borja agrega que la postura de Estados Unidos ha sido tan rígida a este respecto, que cuando México expidió en 1935 una resolución que ampliaba su zona marítima a nueve millas, el Departamento de Estado comunicó al gobierno mexicano que su país se reservaba todos los derechos sobre la franja excedente reivindicada por nuestro país Cuente la siguiente frase, pronunciada en 1917 por el expresidente Widroow Wilson, como antecedente de la posición norteamericana para la actual disputa que se libra con México por el líquido vital: "la libertad de los mares es el sine qua non de la paz, igualdad y cooperación" México fijó su más reciente postura con respecto a el agua en 1995, cuando el gobierno de Ernesto Zedillo definió que se trata de "un recurso estratégico y de seguridad nacional", porque su pérdida "es irreversible, compromete el bienestar de la población, causa conflictos sociales y marginación; agrava desastres, genera costos económicos, sociales y ambientales y compromete el futuro de los mexicanos" En términos simbólicos, y si bien la valoración no corresponde con su deterioro, lo cierto es que el agua ha sido símbolo de vida desde tiempos ancestrales y para todas las culturas, incluso en los mitos sobre la creación del mundo La Biblia, por ejemplo, la menciona desde el primer capítulo del Génesis, y dice que "el espíritu de Dios planeaba sobre las aguas", y que separó las "aguas superiores " de "las aguas por debajo del firmamento", antes de que el río de cuatro brazos regara el jardín de Edén, donde pondría al hombre, su criatura privilegiada El diccionario de Símbolos de Hans Biedermann (Paidós, 1993), agrega que a este elemento se la ha dado una valoración ambivalente, ya que por un lado ha sido considerado fuente de toda vida, y, al mismo tiempo, un elemento de disolución, ahogamiento y perdición Muchas veces, agrega Biedermann, las aguas de debajo de la tierra se asocian con el caos primigenio; y, en cambio, el agua de la lluvia que cae del cielo se asocia con vivificación llena de bendiciones Los ríos que discurren tranquilamente, por otro lado, simbolizan la vida que transcurre ordenadamente En los textos bíblicos, agrega por su parte el Diccionario de la Biblia de André Marie Gerard, una de las nociones más extendidas del agua es el de elemento purificador, o una muestra de la benevolencia divina que garantiza a los justos el bienestar y la prosperidad La misma tierra prometida, agrega Gerard, se presenta como "un país de aguas que corren, de fuentes que brotan de las profundidades en los valles y en las montañas (Deuteronomio 8:7)" Sin embargo, también puede ser un castigo del cielo, como el Diluvio que relata el génesis del capítulo 6 al 9; o un vehículo de salvación, como el Nilo a través del cual Dios salva a Moisés (Exodo 2:3-10) Biedermann agrega que para los aztecas, el paraíso de Tláloc, dios de la lluvia, se llamaba "Tlalócan", y era una región más alegre que el mundo subterráneo Mictlán, a donde iban los mortales comunes después de su muerte Los celtas, por su parte, veneraban el agua de las fuentes sagradas porque la relacionaban con la madre tierra, y de ahí la representación de la diosa Sulis junto a la fuente termal de Bath, en Inglaterra Y aun la costumbre de arrojar monedas a los manantiales y pozos, según Biedermann, es una reminicencia de los sacrificios a todas estas deidades acuáticas a las que se atribuía el poder de satisfacer deseos, en una suerte de relación agua-tierra-fertilidad-buena suerte-riqueza Pero las distintas definiciones del agua, al igual que la situación del recurso, se han transformado Un ejemplo aparece como novedad en el más reciente diccionario de la Real Academia, impreso en octubre del 2001, donde se introduce por primera vez la acepción "aguas negras", como plural de "agua residual ", y ésta, su vez, como "la que procede de viviendas, poblaciones o zonas industriales y arrastra suciedad y detritos" (ésta última sin cambios con respecto a la edición anterior, de 1984) Con respecto a la definición de la palabra que da el Diccionario de Autoridades del Siglo XVIII, llama la atención observar cómo lo que ahora es una definición completamente científica, en el primer diccionario académico fue una definición, más bien, filosófica Así, la actual definición académica dice que el "agua" (femenino a pesar de que se le aplica artículo masculino), es una "sustancia cuyas moléculas están formadas por la combinación de un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, líquida, inodora, insípida e incolora" Pero más humanista, el Diccionario de Autoridades definió hace tres siglos que el agua es el "elemento principal entre los quatro", y que "los más de los philosophos sintieron que era uno de los principios de la naturaleza Divídese en dos especies, natural, y artificial: la natural es la que cae de las nubes, la del mar, la de los ríos, arroyos, fuentes y pozos: y artificial la que es compuesta, como agua de azar, agua rosada, etc Latín Aqua, que es de donde viene () El água (sic) es un muy necesario elemento, así a la vida, como a la generación humana Las águas se conservan dentro de su movimiento; si falta se corrompen" De esta definición poco o nada ha conservado la academia, y lo más aproximado a esta explicación humanista que incluye el actual diccionario es que el agua "es el componente más abundante de la superficie terrestre y, más o menos puro, forma la lluvia, las fuentes, los ríos y los mares; es parte constituyente de todos los organismos vivos y aparece en compuestos naturales" Otra novedad del último diccionario es que eliminó la palabra "azulada" y, en general, la mención a los distintos colores del agua, de la cual todavía la edición anterior decía que "en pequeña cantidad (es) incolora y verdosa o azulada en grandes masas" La palabra agua es tan antigua que es casi similar a su raíz indoeuropea "akwa", y tiene ese mismo significado en el alto alemán antiguo "aha" y en el medieval "ouwe", el anglosajón "ea", en el islandés antiguo "ey" (isla), en el ruso oká (como el río) y el latín "aqua", de la que llegó al español agua Por cierto, el origen de la palabra Chihuahua --pronunciada por primera vez por el Capitán Diego del Castillo al anunciar un mineral y registrada en 1652--, es aún desconocido Al respecto, una de las teorías más aceptadas es que la palabra significa "lugar seco y arenoso", como dice el Diccionario de Curiosidades Históricas, de Félix Ramos y Duarte --de 1899 Ahí, el autor afirma que el nombre es probablemente una corrupción de la palabra de origen náhuatl "cuahua", síncopa de "cuahuacqui", que significa "seco o arenoso"

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