BUZON DE APÓCRIFOS: Súplica

jueves, 26 de septiembre de 2002 · 01:00
México, D F(apro)- Mi admirado y querido Tío Sam: cuide por favor que sus más connotados sobrinos, es decir, los que tienen en sus manos el poder de decisión, no pongan en entredicho su nombre y su persona, mire que la tendencia a lo grande, al colosalismo, común por lo general a todos sus sobrinos, los está llevando a resolver sus problemas a lo bestia Vea: ni quién le discuta su hegemonía en lo económico, lo político y en lo militar; ni quién le cuestione (¿cómo y con qué?) su reclamo de ser el depositario y albacea de los valores de la democracia, ni quién le pueda disputar (otra vez, ¿cómo y con qué?) su reivindicación de "paladín y escudo de la libertad" y martillo de sus enemigos Tampoco puede ponerse en tela de juicio el legítimo derecho que tiene a defender, mantener e incluso a ampliar todos sus logros y títulos, ¿pero está bien que sus más conspicuos sobrinos, los que tienen el poder de decisión en sus manos, por, repito, defender sus logros y títulos, con su cruzada antiterrorista, tengan a tirios y troyanos más temerosos y angustiados por su respuesta al terrorismo que al propio terrorismo? ¡Como para pensarse! ¿O no? Eso no es todo, pues tenga en cuenta y no pierda de vista que esos sus mentados sobrinos, con las medidas de seguridad, puestas en práctica después del brutal y trágico suceso del 11 de septiembre del 2001, en no pocos aspectos están coartando los derechos civiles de sus otros sobrinos, y los mismos mentados, con la declaración de "quien no está conmigo, está contra mí", están restringiendo y condicionando el ejercicio de la libertad, poniendo con ello en camisa de fuerza a la democracia en este nuestro mundo globalizado ¡Cuidado! ¿Pues no el coartar derechos civiles, limitar el ejercicio de la libertad y el demarcar la democracia a individuos y pueblos, no diluye y hasta pervierte la esencia del derecho, la libertad y la democracia? Ante esta posibilidad, vuelvo a decirles: ¡cuidado! Pues hasta ayer, con sus asegunes, lo admito, bien pudo usted, mi admirado y querido Tío Sam, ser el mayor, más seguro, firme y más real garante de los valores de libertad, democracia y hasta de paz; hoy, con lo arriba expuesto, está en riesgo de hacer de los mismos unas utopías más de las tantas que en el siglo que acabamos de dejar a nuestras espaldas fallaron y terminaron en tragedia Y no sólo eso, también está en riesgo de convertirse en verdugo de dichos valores Por favor, mi admirado y querido Tío Sam, ¡no caiga en tan atroz contradicción!, ya que con la misma, ¿no estaría dando crédito a sus enemigos, tanto interesados como gratuitos, que piensan y proclaman que la historia estadunidense es un error en el mejor de los casos y, en el peor, una siniestra y cínica conjura de intereses muy particulares? Piénselo Por otra parte, esos sus conspicuos y mentados sobrinos, con su actitud de considerar como adversarios y hasta enemigos a todo aquel que se oponga, desapruebe, discuta o simplemente tenga dudas, legales o morales, de sus intervenciones preventivas unilaterales en todo lugar y circunstancias donde consideren que se amenaza los intereses estadunidenses, ¿convierte a todo disidente en futura víctima? Si así es, es para meditarse, ¿pues con esa decisión, los tales mentados, no están haciendo que el Nuevo Orden que están promoviendo, sea un orden fundado en la intimidación, la represión y el miedo? Usted dirá, mi admirado y querido Tío Sam ¡Ah! Dónde quedó el sueño de los Padres fundadores de Estados Unidos de crear un Imperio para la libertad y la democracia? Por lo escrito, temo me tome por uno de esos odiosos partidarios de la llamada "teoría de la conspiración" Le suplico que no lo haga, pues este su servidor, por propia convicción, es uno de los tantos que en el mundo, sin serlo, fervorosamente abraza y comulga con el pragmatismo, filosofía cara a sus legítimos sobrinos y a usted mismo, según la cual el único criterio para juzgar la verdad de cualquier doctrina se ha de fundar en sus resultados prácticos, en los dividendos materiales que rinda, lo que me ha valido en no pocos casos que me consideren un vulgar Arlequín, es decir, un pícaro, cuando no un rufián, servidor de cualquier amo que garantice mis muy particulares intereses Con la esperanza de que mi apellido y nombre, éste último de origen griego y que, si no estoy mal informado, significa conformista, sometido a lo establecido, no minimicen y hasta hagan risibles las reflexiones vertidas en la presente, queda de usted, mi admirado y querido Tío Sam, con la súplica que no olvide que siempre podrá contar con mi incondicional lealtad, su servidor

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