José Hierro: "Más que la muerte, me horroriza la agonía" (Segunda Parte)

martes, 24 de diciembre de 2002 · 01:00
México, D F- Hierro está sentado en el patio de su casa, en una mañana otoñal, soleada, frente a un vaso de anís El suelo está cubierto por las hojas de una enredadera frutal, transterrada desde el otro lado del Atlántico, hasta donde su mirada esquiva se transporta: “La poesía más inventiva está en América Es una lengua imaginativa Gonzalo Rojas, Vallejo, Octavio Paz, aunque Paz es el menos latinoamericano en ese aspecto de la lengua La invención de la palabra la tiene la poesía latinoamericana La poesía de allá en su defecto podría caer por barroca, desorbitada; la de aquí, por seca En su grandeza lo mismo puede ser Machado, Jorge Manrique o Neruda” Viste de blanco reluciente La sonda de plástico sale por su nariz, cubre su cara y parte de su brillante cráneo; habla despacio, sin prisa, con ritmo y cadencia, intuyendo siempre la belleza que de sus labios palpitantes se desprende como un vendaval: “El poeta no tiene que traducir en verso lo que siente en prosa Antes de nacer, el poema tiene su forma” “El álamo bajo el águila, la pesadumbre/De dónde/ la nube, la ola sobre la roca, las cuerdas tintas en rayo/Entre los ángeles de agua/ el aire trenza y destrenza/ sus pies pálidos Columnas/ siempre relampagueando/ dentro del mar (no tenía sentido)” El universo poético de Hierro se nutre de fuentes literarias estables: Lope de Vega, Calderón de la Barca, San Juan de la Cruz, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Machado, Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud, Rubén Darío, Pablo Neruda, Pedro Salinas, Ezra Pound, Shakespeare, Quevedo A la poesía va unida la música y también la pintura El poeta dibuja seres llenos de color, especies desconocidas de lagartos, y carteles como el del 50 aniversario del Festival Internacional de Cine de Santander Libre, reflexivo, creador de la poesía indagadora, metafísica, social, comprometida, vencido en la Guerra Civil, perseguido durante el franquismo, sobreviviente de las modas literarias, Hierro sigue siendo fiel a los símbolos intrínsecos de su particular percepción poética --A pesar de sus complicaciones de salud, está aferrado a la vida de una manera excepcional --Es mi destino, si me dejo morir, en lugar del oxígeno, me rodeo con la sonda y me cuelgo (risas) ¡Qué le vamos hacer! No se vive tan cómodamente como cuando se es libre y no tener que estar aquí atado al oxígeno --¿Se ha acostumbrado? --A todo tiene uno que acostumbrarse Lo importante es no dramatizar, hay que resignarse Si empieza uno a autocompadecerse, con trémulo en la voz, pues se pasa muy mal Por lo tanto, lo que haya, hay que aprovecharlo Y ya está --Tiene un poema titulado “Réquiem” escrito en eneasílabo ¿Piensa usted en la muerte? --Voy mirando el espejo retrovisor y más que la muerte, me horroriza la agonía Y como no creo que haya nada después Unamuno decía: “Mi corazón me pide que Dios exista; lo necesita, pero mi cabeza me dice que no” Yo no creo que haya otra cosa Los teólogos me dicen que mi alma es eterna, por lo tanto existía antes que yo existiera, pero yo no me acuerdo de ella Cuando mi cuerpo muera, tampoco me acordaré de mi alma Entonces este que habla ahora, tiene alma y luego no Muero yo y muere mi alma --¿Ha pensado en hacer algo antes de morir? --No, nada Escribir poesía Me gustaría tener la poesía completa reunida para publicarla, pero no pongo demasiado entusiasmo Eso por una razón, no por capricho, sino porque los autores contemporáneos somos autores de obras completas Son como fotogramas de una película La suma de toda mi poesía es mi vida --¿Le gustaría ser recordado por una obra concreta? --Qué me importa cómo me recuerdan Si a la humanidad, que las lea, le viene bien, pues vale Si existe otra vida, debe ser tan ridículo pensar allí cuántas ediciones lleva un libro, o ver quién me está leyendo Esas son tonterías --Ahora se estila blindar las existencias --Sí, con las “menudas” viudas No me interesan las fundaciones, ni el ataúd, quiero que me quemen y nada más

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