ADELANTO DE LIBROS: "México mestizo", de Agustín Basave Benitez

martes, 7 de enero de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- En este “México mestizo”, Agustín Basave Benítez se propone lo que el subtítulo expone: “Análisis del nacimiento mexicano en torno a la mestizofilia de Andrés Molina Enríquez” Se trata de una segunda edición que el Fondo de Cultura Económica edita al conmemorarse los diez años de la primera, con prólogo del narrador Carlos Fuentes Basave, regiomontano nacido en 1958, politólogo, profesor, investigador y embajador actual de México en Irlanda, ya había tocado los temas de Molina Enríquez al realizar una selección de sus textos llamada “Andrés Molina Enríquez: con la revolución a cuestas”, tomo también del FCE Ahora, ante la diversidad de enfoques en torno al problema del mestizaje en América Latina, Basave se ahonda en el pensamiento del maestro “para recorrer, bajo las premisas de este concepto, etapas cruciales de la historia mexicana: desde la Colonia hasta la actualidad, pasando por la Independencia, la Reforma, el Porfiriato y la Revolución”, informan los editores Pero quién más indicado para presentar esta obra que Fuentes, en su prólogo que la editorial califica de brillante ¿Cuál es la relación entre una nación y su cultura? Esta es la pregunta que late en el corazón del ya clásico y excelente libro de Agustín Basave Benítez, “México mestizo” Históricamente, la cultura precede a la nación ¿Por qué? Porque la cultura, por mínima y rudimentaria que sea, es anterior a las formas de organización social, a la vez que las exige Familia, tribu, clan, sociedad, Estado, son organizaciones que preceden a la idea de nación, una idea que no está inserta en el orden natural y que sólo apareció en el Renacimiento europeo para legitimar ideas de unidad territorial, política y cultural, necesarias para la integración de los nuevos estados europeos nacidos de la ruptura de la comunidad medieval cristiana México y la América española accedieron a la idea de la nacionalidad al ocurrir otra ruptura: la del Imperio español de las Américas No nos balcanizamos: las fronteras de los virreinatos y las capitanías generales permanecieron más o menos iguales, aunque México perdió a Centroamérica, y Chile ganó, a expensas de Perú y Bolivia, los territorios del norte La idea de “la nación” aparece, según Emile Durkheim, porque se pierden viejos centros de identificación y adhesión La nación los suple Isaiah Berlin añade que todo nacionalismo es respuesta a una herida inflingida a la sociedad La nación cicatriza El nacionalismo mexicano e hispanoamericano cabe dentro de estas definiciones, pero constituye una excepción a la regla Las naciones emancipadas de España hacia 1821 decidieron que podían hacer caso omiso de las culturas existentes ya en grados diversos (indígena, africana, europea, y mestizaje de las tres) y optar por un solo modelo excluyente, el de la cultura del progreso imperante en Francia, Inglaterra y Estados Unidos La “imitación extralógica” denunciada por Gabriel Tarde veló la preexistencia de las culturas a la nación Optamos oficialmente por el modelo occidental blanco y corrimos el velo sobre las culturas indígenas y negras de las Américas Pero éstas, convertidas por “fiat” en fantasmas culturales, no tardaron en manifestarse, rompiendo la barrera del silencio a través de un suceso no sólo visible, sino mayoritario: el mestizaje Las naciones hispanoamericanas decidieron que ser independientes suponía poner la idea de nación por delante de la idea de cultural y obligar a ésta a seguir los dictados ideológicos de la nación democrática, progresista e, implícitamente, blanca, blanqueada y filo-occidental plasmada en las constituciones y las leyes De ahí que la reaparición de los huéspedes indeseados --los indios, los negros-- provocase manifestaciones racistas tan irracionales y rabiosas Agustín Basave da cuenta de ellas en su libro El indígena es un lastre, es irredimible () Andrés Molina Enríquez, nacido en 1868 --es decir, recién restaurada la República tras el triunfo de Juárez y los liberales contra Maximiliano y los conservadores--, crece y se educa en medio de estas tensiones irresueltas entre la nación y sus etnias, agravadas por una nueva imitación extralógica: el imperio del positivismo comtiano adoptado por los “científicos” del Porfiriato bajo otra guisa menos científica: el darwinismo social, la supervivencia del más fuerte y la religión de un progreso que requiere deshacerse de lastres raciales y culturales que nos rezagan Agudamente, Basave ve en Herbert Spencer, más que en Augusto Comte, al verdadero filósofo detrás de la ideología científica del Porfiriato Spencer no sólo acuñó el lema “la supervivencia del más apto”, sino que aceptó la teoría darwinista de la “selección natural”, y llegó a considerar que ser moreno equivalía a ser bárbaro Ello no obsta para que Spencer, al mismo tiempo, esbozara una teoría evolutiva de carácter abarcante, no excluyente, en virtud que nada es homogéneo si es activo, sino que la actividad en sí misma es programa de diversificación () Molina no era un socialista Su darwinismo social lo llevó a admitir la sociedad con clases Pero su conciencia social lo llevó a proponer una nación sin castas La justicia social y la justicia racial se confundieron en él, pues por más que dijese que las diferencias de clases eran tolerables cuando no se combinaban con las diferencias raciales, decirlo revela ya que, en México, existe una intolerable correlación entre raza y clase Ser indio es ser pobre Ser blanco es ser rico Pero más allá de este prejuicio y de esta suerte de fatalidad, México es hoy un país de cien millones de habitantes, y por lo menos la mitad --todos los indios y la mayoría de los mestizos-- vive en la pobreza () “Existen tantos modelos de modernidad como pueblos capaces de concebirlos”, dice con precisión y autoridad humanista el autor Su mensaje, a doce años de los fastos del Quinto Centenario, a ocho años del levantamiento zapatista y a dos años de la renovación democrática de México, es más que nunca pertinente: nuestras etnias portadoras de ricas culturas y de proyectos válidos deben estar dispuestas a “una apertura recíprocamente enriquecedora, condicionada al propósito de producir algo mejor” Ese “algo mejor” es vernos a todos, indígenas, blancos y mestizos, como “ciudadanos mexicanos”

Comentarios