ADELANTO DE LIBROS: "Donde nacen las aguas. Antología de Nicolás Guillén"

lunes, 20 de enero de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- La Colección Tierra Firme, del Fondo de Cultura Económica, pone a disposición del lector de poesía una nueva antología del cubano Nicolás Guillén “Donde nacen las aguas” es una labor a cuatro manos, como explica el hijo del Poeta Nacional de la isla, Nicolás Hernández Guillén; la de él y la del director de “La gaceta de Cuba”, y también poeta, Norberto Codina El hermoso volumen de 573 páginas, que publica textos introductorios de Roberto Fernández Retamar y de Jorge Luis Arcos, compila poemas de los siguientes libros: “Cerebro y corazón” (1922), “Otros poemas iniciales” (1992), “Poemas de transición” (1920-1930), “Motivos de son” (1930), “Poemas casi inéditos” (1930), “Sóngoro cosongo” (1931), “West Indies Ltd” (1934), “Cantos para soldados y sones para turistas” (1937), “España, poema en cuatro angustias y una esperanza” (1937), “El son entero” (1947), “Elegías” (1948-1958), “”La paloma de vuelo popular” (1958), “Tengo” (1964), “Poemas de amor” (1967), “El gran zoo” (1967), “Poemas no incluidos en colecciones anteriores”, “La rueda dentada” (1972), “El diario que a diario” (1972), “Sol de domingo” (1982), y “En algún sitio de la primavera” (1966) Del director de la Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, es el siguiente fragmento de la Introducción, titulada “Sobre lo que ha sido Nicolás Guillén en mi vida”, texto entresacado del discurso con el que recibió el Premio Nicolás Guillén de manos de la Asociación De Amistad y Solidaridad Italia--Cuba, en Piacenza, el 13 de septiembre de 2001: ----- Si no nos sobresalta mucho, diré que Guillén y yo nacimos en La Habana el mismo año: 1930 Aclaro que él nació entonces a la gran poesía, con la memorable aparición de sus “Motivos de son”; y yo, modestamente, a la vida, lo que él había hecho en 1902 Veintiocho años, pues, nos separaron, y fue lo único que nos separó Cuando, en algún momento temprano de mi adolescencia, comencé a leerlo, con fervor que no desaparecería, ya él era autor de títulos capitales: “Sóngoro cosongo” (1931), “West Indies Ltd” (1934), “Cantos para soldados y sones para turistas” (1937), e incluso de varios de los textos que incluiría en El son entero (1947) El primero volumen suyo que tuve y leí fue la antología “Sóngoro cosongo y otros poemas”, la cual, teniendo como prólogo la carta de don Miguel de Unamuno, le publicó en La Habana, en 1942, el poeta-impresor español Manuel Altolaguirre, quien vivía entonces exiliado en Cuba, tras el final aciago de la Guerra Civil española Aquel libro, al que tanto agradezco, me acompaña desde hace más de medio siglo El me permitió hacer algo infrecuente: en 1947, estando en mi último año de bachillerato, presenté como trabajo de curso en literatura, gracias a la gentileza de la profesora que lo aceptó, un estudio sobre Guillén, quien no estaba entonces en el programa El estudio, creo recordar, no valía mucho Pero me llenó de orgullo haber vinculado al gran poeta, más allá de las convenciones, con mis faenas escolares En Guillén admiraba ya (admiraría siempre) no sólo su obra literaria, sino también la orientación de su vida, patente con altísima calidad en esa obra Un par de años después, para conocerlo en persona, fui al periódico de los comunistas cubanos, Hoy, donde él trabajaba Nicolás, según habría de llamarlo desde entonces, me recibió con la mayor cordialidad, como si yo fuera un mozalbete que no había publicado todavía su primer verso, sino su escritor amigo de siempre Eso seríamos en lo adelante El próximo recuerdo que tengo de él fue cuando leyó en una casa particular, ante un grupo reducido, su largo poema, todavía inédito entonces, “Elegía a Jesús Menéndez” A todos nos conmovió la lectura, que en Nicolás era un arte particularmente intenso Y no dejó de sorprenderme de que, habiéndole dicho que una imagen del excelente poema no me parecía feliz, Guillén aceptara de buen grado mis palabras y eliminara la imagen Nada extraño, pues, que cuando, entre 1952 y 1953, escribí mi tesis de grado, con la que concluí mi carrera de filosofía y letras en la Universidad de La Habana, tesis que versó sobre “La poesía contemporánea en Cuba” (1927-1953), y otro gran poeta, José Lezama Lima, tuvo la bondad de hacer publicar en 1954 en las Ediciones Orígenes, las páginas más numerosas dedicadas en ese libro a una autor fueran las correspondientes a Nicolás Guillén

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