Juan García Ponce y su larga enfermedad

martes, 30 de diciembre de 2003 · 01:00
México, D F, 29 de diciembre (apro)- El 21 de octubre de 1996 el escritor Juan García Ponce concedió al reportero José Alberto Castro una entrevista para la revista Proceso que puede calificarse de memorable, bajo el título “Aferrado a la vida por curiosidad, ‘casi un sobreviviente’, Juan García Ponce Publica sus primeras memorias” Se reproduce a continuación * * * Inmóvil en la silla de ruedas, alerta con sus ojos examinadores que miran hacia todos los ángulos posibles, Juan García Ponce espera los interrogantes; aguarda desde uno de los rincones del salón que conduce a su estudio, ennoblecido por la discreta elegancia que lo caracteriza desde siempre: pullover negro con cuello de tortuga, pantalón gris oscuro de pana y sus clásicos mocasines italianos Sus manos apiñonadas, sin movimiento, descansan sobre sus piernas, una encima de la otra Ahí mismo responde a la pregunta del reportero: --¿Cuál es su primer recuerdo? Entra entonces en escena la voz de María Luisa Herrera, secretaria y cómplice de Juan, que traduce los balbuceos ininteligibles del escritor: --Mucho más vivo que cualquier otro recuerdo, Yucatán está siempre presente en mí, aunque viví ahí hasta los doce años, cuando salí a residir a la Ciudad de México Tardé casi diez años en regresar, porque volví a los 21 "Siempre recordaré la casa de mis padres en el barrio de Itzimná, allá en Mérida La vida con mi abuela, María G Cantón de Ponce, y su hermana, mi tía Dedé Hay que tener en cuenta que en aquella época no había ferrocarril ni carretera, por eso no era tan fácil ir a Yucatán De ahí el tradicional separatismo de los yucatecos Es sorprendente que muchos años después me distingan con la Medalla Eligio Ancona Nunca he dejado Yucatán mentalmente, y siempre que puedo regreso a pasar algún tiempo --Escribió Elena Poniatowska que, de joven, sobre unas pacas de borra, leía usted a Robert Musil, Thomas Mann, Herman Broch, etcétera --Totalmente cierto Yo trabajaba con mi padre, que compraba borra para la fábrica de Elías Soruasky En esa bodega pasaba interminables horas de lectura después de cargar y descargar las pacas en compañía del machetero --¿Es cierto que la literatura le dicta las historias? --Sin duda, pues creo en la inspiración La inspiración puede ser muchas cosas Sin temor a equivocarme estoy convencido de que existe --¿Su archivo póstumo seguirá creciendo? --No sé si continúe Pero lo póstumo depende de María Luisa --Acaba de publicar su libro de remembranzas, y se espera que el próximo año se publiquen sus cuentos completos, ¿seguirá usted escribiendo? --Estoy tratando, pero no siempre sale --En su más reciente libro, Personas, lugares y anexas, ejercita la evocación, de igual forma que en la mayoría de sus libros, ¿es así? --Todo es evocación, porque todo se va La culpa la tiene el tiempo, como decía Quevedo --En las fotografías aparece siempre un Juan García Ponce serio, ¿por qué? --En las fotografías hay que fingir para no confundir a los biógrafos --Personas, lugares y anexas, ¿es un libro de primeras memorias? --No es un libro de memorias Es un libro escrito así porque así salió No era la intención escribir bajo el dictado de la memoria Pero yo me pregunto: ¿la obra de Proust, En busca del tiempo perdido, no es un libro de memorias y, al mismo tiempo, un relato novelado? Homenaje a sí mismo --¿Por qué el título de Personas, lugares y anexas? --Es un plagio-homenaje --¿Podría explicarse? --Cuando me vine a vivir a México en 1945, en la calle de Cholula, donde estaba mi casa, pasaban en dos sentidos unos camiones cuya ruta era en círculo, sin fin Estaban pintados de café, con una franja anaranjada, y se llamaban "Santa María, Roma y anexas" Entonces, muchas otras líneas de camiones de pasajeros llevaban la palabra "anexas", agregada a dos nombres de algunas calles o colonias que recorrían, que aludía a las calles y colonias por las que pasaban esos camiones pero que no se mencionaban Las "anexas" son como la memoria, no se pueden poner en la realidad; en ellas subsisten muchas cosas desaparecidas o que no se mencionan --Si partimos de que en su literatura predomina la evocación y el despliegue de un conjunto fijo de obsesiones, ¿todos sus libros serían en conjunto un mismo libro? --Dios te oiga, aunque soy ateo --Usted ha abarcado todos los géneros, excepto la poesía, ¿por qué? --No Escribí y guardo un poema dedicado a mi abuela, pero es privado --¿Usted nunca más volvió a leer sus primeros cuentos, Imagen primera, La noche, etcétera? --No Ahora que se prepara la publicación de mis cuentos completos los he releído Encuentro que es un placer Es como descubrir la clase de pendejo que era Además me doy cuenta de que sigo siendo un pendejo, pero de otra época --Sigue viendo a sus amigos --De otras épocas no tanto Muchos han muerto Soy casi un sobreviviente Vivir por curiosidad --En 1967, cuando el neurólogo Mario Fuentes le dijo en su cara que le quedaban seis meses de vida, usted pensó en el suicidio, sin embargo, se aferró a la vida porque, dijo, uno de sus defectos es la curiosidad --Qué otra cosa tiene el hombre Yo sólo creo en esta vida --En su libro fue benévolo con Jorge Ibargüengoitia, ¿por qué? --Se merecía mucho más --¿Fue entrañable su amistad con él? --Muy vieja Desde que llegué a México y fuimos boy scouts El se fue primero a París y luego en el sentido literal --Crónica de la intervención, su principal novela, ¿le implicó un enorme esfuerzo? --Me costó lo que es mi vida Dedicarme a leer, a escribir, y por medio de la escritura trasmitir algunas de mis experiencias, que en su mayor parte están perdidas --Uno de sus méritos fue promover la lectura en México de Robert Musil, Cesare Pavese, Thomas Mann, George Bataille, Heimito von Dorerer y Hermann Broch, entre otros ¿Es esto cierto? --Yo que culpa tengo si son mis amigos Además, podría volver a citarte algo que siempre he dicho: uno no escoge a los autores, los autores lo escogen a uno --¿La literatura es una forma de recuperar las vivencias? --Puede ser, pero también es la manera de evitarlas --A usted nunca le atrajo nada que tenga ver con el progreso, ¿siempre fue ajeno a eso? --Presumir que el hombre salió al espacio es una idiotez teniendo en cuenta el tamaño del espacio --En los primeros momentos de la invalidez, usted le dictaba sus textos a Michele Alban religiosamente todas las mañanas, y ella lo auxiliaba escribiéndolos a máquina Desde entonces ha contado con diversas personas para esa tarea, hasta que aparece María Luisa Herrera ¿Es así? --Sí, María Luisa es una de las personas más importantes de mi vida --¿Por qué? --Desde hace más de seis años la veo cinco veces a la semana Ella es mi ayudante Escribe a máquina lo que yo le dicto, me lo lee después, con una paciencia infinita, todas las veces que se lo pido, y hace a mano las correcciones que le indico Además, ella es mi cómplice y la persona con la que comparto secretos Estoy feliz, porque tiene una hija y me cae bien su marido Ella me gusta físicamente Escribe con un sólo dedo, mirando lo que escribe Yo espío sus gestos, buscando no la confirmación de lo que ya sé que le pertenece, sino su aprobación de lo que le dicto Y siempre le pregunto: "¿Te gusta?", cuando temo que su aprobación no sea total, aunque muchas veces, cuando eso ocurre, discuto mi punto de vista Quizá es entonces cuando más puedo comprobar su encanto El ritual Tercia entonces María Luisa Herrera: --Es fascinante asistir al momento de la creación, ver cómo a Juan de pronto le salen fácil las palabras, como si ya estuviera escrito el texto y simplemente lo leyera Sin embargo, a veces no puede dictar, dicta poco o no sabe qué decir Corrige muchísimo Si sacas uno de sus libros él quisiera corregirlo otra vez, aunque se haya publicado hace veinte años Tiene un oído alerta a la musicalidad y la corrección de la prosa Al leerle un fragmento repara en las imperfecciones del texto Cosas que a uno se le van --¿Establecen algún ritual en los momentos del trabajo? --Tenemos un ritual Siempre Juan me espera de espaldas a la entrada y mirando hacia el jardín Justo a las once de la mañana, toco el timbre y me introduzco en su casa El espera a que le diga: "Hola, Juan" y, a su vez, me contesta: "Hola, María Luisa" Pasamos a su estudio y me siento en la misma silla en la que Juan empezó a escribir hace muchos años Me dicta y yo escribo en la pequeña máquina Olivetti, la misma que él utilizó para escribir sus primeros libros antes de quedar inválido A Juan no le gusta cambiar las cosas --¿Cuál es su percepción de Juan? --Es una excelente persona, muy generoso Siempre trata de decirte algo agradable Juan me ha enseñado a ver Juan sabe ver más allá del arte Siempre te observa y descubre si estás contento o triste Sabe ver cosas que no cualquiera ve Los días con él no siempre son iguales A veces leemos libros de los autores preferidos de Juan y yo aprendo mucho No es lo mismo leer a Thomas Mann en tu casa que leerlo con él --¿Es cierto eso que dice Juan de la inspiración? --Juan no tiene una estructura previa El dice: "tengo ganas de escribir un cuento o una novela", y sin un plan preestablecido empieza a dictar Día a día la historia va cobrando forma Mientras habla su asistente y amiga, García Ponce observa emocionado Vuelve a intervenir cuando se le recuerda que María Luisa se va de vacaciones y se le pregunta si la extrañará: -Muchísimo Ella se va mañana a Fortín de las Flores, me da mucha envidia no poder ir La enfermedad En el libro Personas, lugares y anexas, publicado por Joaquín Mortiz, señalado por el autor como sus primeras memorias, no toca el tema de su enfermedad, y se refiere sobre todo a los años en los que disfrutó de plena salud Habla ahí también de algunas personas significativas en su vida de los últimos años De hecho, no es gratuita la reticencia del narrador a abordar el tema de su padecimiento, pues en 1978, en una entrevista aparecida en Comunidad Conacyt, le dijo a Elena Poniatowska: "No se trata de aceptarla o no, la enfermedad se te impone O sea, yo no me rebelé contra ella porque no había contra qué rebelarse La enfermedad es un fantasma sin nada, es una pura porquería y tampoco vas a dejar que te gane una porquería" En 1966, a Juan García Ponce se le diagnosticó esclerosis múltiple o en placas Se trata de una enfermedad progresiva e incurable, que consiste básicamente en que el cuerpo deja de asimilar la vitamina B, lo que ocasiona la paulatina desmielinización de todos los nervios, y provoca una parálisis a cuentagotas Tratándose de un padecimiento para el que no hay remedio o medicamento efectivo, el enfermo se ve reducido a probar distintos tipos de tratamiento que se relacionen con ese mal En su caso, García Ponce ha buscado la salud a través de la cortisona y las hormonas de chango, sin resultado alguno Dos años después de declarada la enfermedad, el escritor ya no pudo caminar más y afrontaba la situación con su esposa de aquel entonces, Mercedes Oteyza, y sus hijos Juan y Meche La revista Mundo Médico en su entrega de abril de 1974, consagrada a los escritores y la medicina, incluyó un testimonio de Juan García Ponce donde habla con franqueza de su experiencia con la enfermedad Entrevistado por Gabriel Benítez, decía el narrador: "¿Qué le pasa al que tiene una enfermedad incurable? Pues que empieza a pensar en morir, se acostumbra; esta idea se adquiere con el uso de la razón Más o menos uno a los seis años averigua que tarde o temprano va a morir, así depende de qué momento y en qué estado de ánimo nos enteramos Por otra parte, nadie nos puede decir: 'tú mañana no te vas a morir' Todos estamos expuestos a la muerte, no nada más yo Cuando te avisan que te vas a morir no es una experiencia excepcional, sino de todos los hombres Yo he tenido amigos que se han muerto de cáncer ¿Qué han hecho? Pues muy sencillo: esperar la muerte, como al fin y al cabo la esperamos todos, enfermos o sanos Lo que pasa es que una gente desahuciada en el fondo espera que se produzca un milagro En la muerte no cree nadie, aunque todo el mundo está seguro de que se va a morir algún día" En la vida de Juan García Ponce se dan cita lo mismo los hechos verídicos que las más insólitas suposiciones En 1968, los policías se lo llevaron a la delegación porque al ir a poner un desplegado de protesta al periódico Excélsior lo confundieron con el líder estudiantil Marcelino Perelló, quien también andaba en silla de ruedas En los cafés de Coyoacán corría el rumor de que en su casa se efectuaban representaciones eróticas para estimular el voyeurismo del escritor Sin embargo, la realidad es que García Ponce siempre ha sido el punto de referencia para un grupo de intelectuales, del que forman parte Juan José Gurrola, Huberto Batis, Juan Soriano, los hermanos Castro Leñero e Irma Palacios Muchos de sus amigos, sin embargo, han muerto ya: Jorge Ibargüengoitia, Inés Arredondo, Juan Vicente Melo, Carlos Valdés No es incorrecto ubicarlo como el autor más prolífico de la llamada generación de la Casa del Lago, aunque el crítico Christopher Domínguez advierte: "Su obra ya narrativa, ya ensayística, desarrolla un conjunto fijo de obsesiones, que por su propia naturaleza están condenadas a repetirse" Hace un par de semanas, García Ponce recibió en Mérida la Medalla Eligio Ancona Ahí, al transmitir un discurso de agradecimiento, dijo entre otras cosas: "No soy un escritor ‘decente', aunque sí en la medida en que considero como una de las obligaciones de la literatura abrir el campo de la experiencia, haciendo decente, mediante la palabra y la forma, lo que antes no lo era" Recuerda María Luisa Herrera que su maestro es un hombre de rituales, apegado a una disciplina de trabajo y a pequeñas rutinas: Baño mañanero durante varias horas, otras tantas de contemplación de su jardín en el transcurso de la mañana, sesiones de dictado o lectura con su asistente Por la tarde, después de una siesta recibe a los amigos, con los que bebe dos o tres martinis con el auxilio de su enfermera Obdulia, y recibe también la visita de su exesposa y amiga Meche Oteyza Sin duda, el cabal cumplimiento de estos ritos cotidianos y su pasión por la literatura han hecho más soportable el padecimiento que hace 28 años cambió de raíz su vida

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