Túnez: a la espera de "un cambio profundo"

miércoles, 18 de mayo de 2011 · 01:00

MÉXICO, 18 de mayo (apro).- La “situación en Túnez es muy delicada”, ya que “el proceso democrático está aún lejos de afincarse”.

Tal es la conclusión de integrantes de la caravana Unidos por la Libertad, que del 7 al 11 de abril pasado visitó la capital de esa nación, donde se encontró con muchas “organizaciones sociales protagonistas de la revolución”, y luego se desplazó a los campos de refugiados que en el curso de los últimos meses surgieron en la frontera sur del país con Libia.

La caravana –integrada por miembros de la sociedad civil italiana– surgió con “la idea de materializar un puente político y social entre las dos orillas del Mediterráneo”.

De acuerdo con varios de sus miembros, la sociedad civil tunecina advierte la necesidad de constituir “un frente común de las fuerzas democráticas y laicas alternativas a la ala islamista más extremista y a las fuerzas aún fieles a Ben Ali”, rumbo a las elecciones para la Asamblea Constituyente del próximo 24 de julio.

En particular, señalan, “en la ciudad origen de la revuelta, Sidi Bouzid, siguen las protestas con mítines y encarcelamientos de personas, sobre todo jóvenes”, ya que, según los activistas, “la revolución de enero cambió la cara del país, pero aún existen profundas contradicciones sociales ligadas a la miseria general, a la falta de trabajo y oportunidades para los jóvenes”.

Según los activistas italianos, los refugiados en la frontera sur de Túnez muestran una “actitud de solidaridad  que avergüenza a los gobiernos europeos”, los cuales “tomaron una actitud de cerrazón y rechazo frente a los miles de tunecinos que en estas semanas emigran” hacia el viejo continente.

Cuentan que había cerca de 10 mil personas viviendo en los campos de refugiados, de los cuales 2 mil solicitaban asilo político. Sin embargo, señalan, éstos no habían sido canalizados hacia “los circuitos internacionales de refugio”.

 

Rumbo a Túnez

En entrevista telefónica con Apro, Tommaso Cacciari, uno de los integrantes de la caravana, explica que la iniciativa “nació del contacto directo con la comunidad tunecina presente en Italia”. En particular, detalla, “nos llamó mucho la atención lo que nos narraron acerca de los eventos que tuvieron lugar a partir del 24 de febrero pasado”, es decir la llegada de las primeras oleadas de migrantes que escapaban de Libia tras las primeras protestas que acosaban al líder libio Gadafi.

De ese encuentro entre migrantes tunecinos en Italia y activistas de la sociedad civil, se generó la idea de organizar un “viaje que llevara ayuda a los tunecinos y a la gente que se escapa de la guerra”.

Además, subraya Cacciari, surgió la idea de contrastar la manera en que los gobiernos europeos enfrentan las revueltas en los países árabes: “Como un espacio cerrado y no transitable para los ciudadanos que proceden de esas regiones”.

En este contexto la caravana también creó un espacio de relación política entre los movimientos del Magreb y Máshreq (las dos áreas geográficas del mundo árabe). Dichas relaciones “apuntan a romper la imponente campaña mediática en Europa, y en Italia en particular, que promueve la alarma social acerca de la idea de una invasión de millones de migrantes de la región norafricana”.

En resumen, abunda Cacciari, “la caravana respondió a la necesidad de conocer la realidad de la situación en Túnez y las razones por las que muchos tunecinos llegan a las costas europeas, y a la necesidad de ofrecer una señal fuerte del razonamiento que habla de un diálogo franco y abierto de Europa con el área euromediterránea”.

Antes de desplazarse a la frontera sur y conocer “de primera mano” los campos de refugiados, la caravana se detuvo un día en la capital del país. Aquí, cuenta Cacciari, los activistas italianos pudieron entrevistarse con distintas organizaciones tunecinas que protagonizaron las revueltas de enero.

“Nos encontramos con una representación muy vasta y plural de jóvenes tunecinos”. Entre ellos, relata el activista, “había grupos de desempleados, de personas ligadas a la cultura y el arte, y comunicadores”.

El italiano constata que “la mayoría de estas organizaciones no tienen una historia previa a la revolución, sino que justamente en esta experiencia se organizan y ahora tratan de afianzarse en el proceso posrevolucionario”.

Luego hubo el encuentro con la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), la central sindical única del país, que, según “admiten los mismos sindicalistas”, comprende a distintos sectores sociales, algunos de los cuales son incluso muy cercanos al entorno del expresidente Ben Ali.

La caravana también pudo reunirse con las mujeres de la Asociación Mujeres Democrática de Túnez, quienes “remarcaron el rol jugado durante la revuelta” y “el deseo de seguir siendo protagonistas del proceso”. En particular, las mujeres tunecinas habrían señalado el riesgo de que tome mayor fuerza “el partido islámico extremista Al-Nadha, que aunque se presenta como un partido moderado trata de excluir a las mujeres de la vida pública”.

Según Cacciari, a pesar de haber sido “reuniones caóticas”, los encuentros revelaron la que fue la “primera conquista de la revuelta: la escena pública, el deseo singular y colectivo de tomar la palabra, de romper el silencio ensordecedor que durante décadas se impuso a los tunecinos”.

En este contexto, continúa el italiano, los tunecinos “coinciden en la delicada situación actual rumbo al 24 de julio”, fecha establecida para la elección de la Asamblea Constituyente. Comenta que había mucha preocupación por el hecho de que “la revolución de enero, como todos la llaman, cambió la cara del país, pero aún siguen existiendo profundas contradicciones sociales ligadas a la miseria generalizada, a la falta de trabajo y oportunidades para los jóvenes”.

A pesar de lo anterior, Cacciari señala que fue “unánime la solicitud de encontrar nuevas relaciones entre las dos orillas del Mediterráneo que se fundamenten en la cooperación y la libertad”.

El activista describe a una sociedad que tiene aún “mucha rabia, ya que todos esperan un cambio más profundo”. Y sin embargo, continúa, “la gente aún no tiene la fuerza para imponerse y convertirse en una organización integral”. Dice que ello genera miedo en vista de las elecciones del 24 de julio.

“Nacieron más de 50 partidos desde enero a la fecha, lo cual demuestra también la elevada fragmentación de la sociedad tunecina”, comenta. Por eso, “todos aquellos con los que hablamos subrayan la necesidad de formar gradualmente un frente común de las fuerzas democráticas y laicas alternativas a la ala islamista más extremista y a las fuerzas aún fieles a Ben Ali”.

El activista italiano revela su sensación: “Un mundo (el árabe) se puso en movimiento. ¿A dónde irá? ¿Qué sucederá? ¿Qué situaciones complejas tendrán que enfrentar? Nadie lo puede saber, pues en los tiempos de la crisis global vivimos un presente acelerado en el que nada es como antes”.

 

Los refugiados

El 3 de mayo pasado, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) dijo en un comunicado que “el éxodo desde las regiones montañosas del oeste de Libia hacia Túnez se ha reanudado tras una breve interrupción causada la semana pasada por las refriegas entre el gobierno libio y las fuerzas opositoras”.

En un comunicado anterior del 29 de abril, ACNUR denunció que “el gran número de llegadas recientes está agotando los limitados recursos en la región fronteriza de Dehiba, en el sureste de Túnez: los campamentos instalados para acoger a los refugiados ya se han llenado”.

 Y afirmó que “afortunadamente la mayoría de estas personas (más de 30 mil) están siendo acogidas por la comunidad local”.

Cacciari cuenta que los primeros campos de refugiados fueron organizados gracias al esfuerzo de las mismas comunidades locales que no sólo “fueron capaces de demostrar solidaridad a los refugiados procedentes de Libia”, sino que también supieron “despertar la solidaridad de todos los tunecinos” que hicieron llegar insumos a los campos.

Según el activista italiano, los otros campos de la ACNUR, como los de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), “llegaron después, gracias sobre todo a ese primer esfuerzo local que hizo posible que la situación fuera visible”.

Además, cuenta que desde el 24 de febrero, fecha de inicio de las llegadas masivas de migrantes, y hasta el pasado 9 de abril –fcuando llegó la caravana-- “pasaron por esa fronteras cerca de 200 mil personas de más de 60 nacionalidades distintas”.

Detalla que “muchos migrantes piden ser repatriados a sus países de origen, otros deciden esperar y ver cómo evoluciona la situación en Libia, y muchos más no tienen la posibilidad de ir a ningún lado, pues son refugiados de países como Ghana, Somalia y Eritrea que piden asilo político y no pueden volver debido a que podrían ser sancionados con la pena capital”.

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