Motivos de corderos y lobos

viernes, 20 de mayo de 2011 · 01:00

MÉXICO, DF, 18 de mayo (apro).- Desencantados, frustrados y resentidos vivientes: servidor les concede razón para que tantos y tantos de ustedes se sientan así en cualquiera de los rincones del mundo donde respiren, pues tienen suficientes motivos para reaccionar de esa manera.

¿A qué se deberá el pesimismo y amargura de tantos y tantos de ustedes? Servidor considera a que a las llamadas comunas de la sociedad, o mejor dicho, a los individuos que integran y representan a los poderes de hecho: políticos, financieros, jerarquías religiosas, militares, dueños de industrias, de medios de comunicación, del comercio, los siguen viendo y sintiendo como los vieron y los representaron en sus obras Grosz y Dix, artistas plásticos expresionistas, que los visualizaron símbolos protagónicos y agentes de los poderosos, de los ricos o burgueses, culpables todos ellos de las tensiones, diferencias e injustas contradicciones sociales. En lo personal, servidor, como señalé más arriba, piensa que tienen motivos suficientes para así seguir viéndolos y sentirlos tantos y tantos de ustedes, los vivientes.

Ese es mi pensar. ¿Que estoy equivocado? Puede. Mas antes de juzgarme, por favor les pido que tengan en cuenta lo que les voy a escribir a continuación:

Recordando lo que dijo Aristóteles, que “el hombre es por naturaleza un animal político” y teniendo en cuenta que “por mucho que evite (la criatura humana) ocuparse de la política, la política siempre se ocupa de ella”, como dicen que dijo el francés Montalembert, me parece bueno y legítimo ver lo que significa esa palabra.

Según la definición de la misma en algunos diccionarios, la política es el arte de ver, analizar, dirigir y administrar el bien público, esto es, de gobernar a los pueblos dándoles leyes necesarias para mantener la seguridad y tranquilidad pública, conservando la libertad, el orden y las buenas costumbres.

Si, por el contrario, son gobernados por la politiquería, que es definida como una política de baja estofa por el empleo, sesgado o desvergonzado, de intrigas, calumnias, rumores, así como de maniobras viles para lograr privilegios y prebendas individuales o de grupo, sobre y contra el bienestar colectivo, repito, si así es, que Dios coja confesados a los tantos y tantos de ustedes, los vivos, víctimas de tal manera de ser gobernados, ya que los integrantes y representantes de los poderes de hecho fácilmente piensan que “todas las comunidades se dividen en pocos y muchos. Los primeros son los ricos y bien nacidos, y los otros la masa del pueblo que pocas veces sabe juzgar y determinar lo que le conviene”, como expresó Alexander Hamilton, político estadunidense que intervino en la redacción de la Constitución de su país.

Si me lo permiten, gracias, pienso que ese pensamiento de A. Hamilton mucho contribuyó y contribuye a reforzar, por decir así, los motivos de los lobos, que siempre son los menos, para justificar incluso sus acciones sobre y hasta contra los corderos que, por lo que gusten y manden siempre, son los más, haciendo buenos los dichos cínicamente brutales de “cuanto más borregos, más lana para los pastores” o el de “cuantos más borregos, más barbacoa para los pastores”.

Continuando con ese símil, hay que admitir que no han faltado pastores bien intencionados, que se han preocupado por los corderos y su bienestar, como por ejemplo Platón, pero ni su filosofo gobernante, ni el príncipe de Maquiavelo, ni el contrato social propuesto por J. J. Rousseau, ni la dictadura del proletariado soñada por Marx, ni las minorías selectas descritas por Pareto y Mosca, ni el reclamo de libertad y exigencia de “dejar hacer” del liberalismo, en esos sus días que viven retomados por el neoliberalismo, han resuelto las contradicciones y por veces brutales diferencias socioeconómicas de que son víctimas la mayoría de tantos de ustedes; todas esas teorías de gobierno no pocas veces han servido para vigorizar, afirmar e incluso justificar los motivos de los lobos, como lo demuestran el cesarismo de la historia antigua, los reyes por la gracia de Dios, los que llegaron al despotismo ilustrado con la consigna de “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”, la dictadura de Stalin y, más cerca, o mejor dicho, en esa realidad que están viviendo, ven cómo los valores de libertad e igualdad retomados por el neoliberalismo se convierten de hecho en oligarquía, es decir, en un conjunto de hombres de negocios poderosos que se aúnan para que todos los negocios dependan de su arbitrio o voluntad.

Si, les entiendo y me explico por qué tantos de ustedes tienen motivos para sentirse desencantados, frustrados y resentidos, pues servidor fue uno de los tantos que, pretendiendo beneficiar a todos, contribuyó a perjudicarlos, aunque también considero que les di varias claves para que comprendieran el por qué todo salió al revés, como verá quien lea mi obra principal: LEVIATAN, en la que se puede advertir cómo los lobos se convierten en corderos.

Con mis mejores deseos para todos ustedes, los vivientes.

THOMAS HOBBES

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