Cristianos, víctimas de la islamofobia

viernes, 19 de agosto de 2011 · 22:08
MÉXICO, D.F., (apro).-Los ataques terroristas cometidos por Anders Behring Breivik en Oslo son los actos de islamofobia que más vidas han costado en todo el continente europeo. Sin embargo, no son la única clase de ataques que sufren los musulmanes: desde la destrucción de las mezquitas hasta las denostaciones racistas de políticos y medios de comunicación, los creyentes en la fe islámica se ven cada vez más amenazados. Alí Abunimah, periodista palestino fundador del sitio independiente Electronic Intifada (Intifada Electrónica), está sorprendido de que Behring Breivik sea tratado en los medios de comunicación como “un enfermo” a pesar de que tiene claras intenciones políticas en contra de los musulmanes. “Es imposible ignorar las conexiones de su discurso con el mensaje político”, aclara en entrevista con APRO: “…conexiones que tenía con las políticas racistas de Europa y de Estados Unidos como las de Geert Wilders”. Después del 11 de septiembre, relata Abunimah, los políticos y los líderes europeos y norteamericanos han promovido un discurso estereotipado sobre el Oriente, discurso responsable de la radicalización, el miedo y la paranoia de la población. “Es seguro que los políticos que lo inspiraron no serán arrestados. Creo que los políticos han alimentado este sentimiento y ahora están pagando las consecuencias”, dice. El holandés Geert Wilders, el alemán Thilo Sarrazin y el suizo Oskar Freysinger son políticos populares en Europa y Estados Unidos por calificar al Islam como una religión retrógrada y amenazante. A ellos se suman “comentaristas y expertos” como Bruce Bawer, Robert Spencer, David Horowitz, Daniel Pipes, Robert Fedeker y Bat Ye´or, de quienes APRO ya publicó un perfil en la nota Islamofobia: la discriminación del Siglo XXI de octubre de 2010. Para Abunimah, el problema es que las víctimas de la violencia mediática no tienen voz ni fuerza política para responder a los embates tanto de políticos como de medios de comunicación. Diarios como The New York Times, The Washington Post y The Sun publicaron, antes de esperar las evidencias, que los sospechosos del bombazo en Oslo habrían sido “terroristas musulmanes”. Después, simplemente cambiaron la información. “En Estados Unidos vemos una campaña de Islamofobia racista por parte de los partidos políticos, particularmente el Republicano”, explica Abunimah, “sin embargo, el demócrata tampoco es inocente. No ha hecho nada por defender a estas personas” “Es como la imagen que quieren promover sobre los mexicanos”, compara. De acuerdo con el periodista de origen palestino, en Estados Unidos hay dos grupos en particular a los que se agrede casi oficialmente. Primero, los musulmanes. Segundo, los inmigrantes, particularmente los mexicanos. A los dos se les etiqueta con un tipo de política muy similar que ha evolucionado desde los ataques de Morelia en 2008, cuando los círculos más conservadores de Estados Unidos comenzaron a hablar de México como un “Estado fallido”, portador del “narcoterrorismo”. Abunimah denuncia el discurso oficial: “No todos los musulmanes son terroristas, pero todos los terroristas son musulmanes, dicen”. Sin embargo, en la columna Lecciones aprendidas del terrorista rubio, publicada por Al Jazeera el pasado 26 de junio se apunta que realmente el terrorismo doméstico es mucho más peligroso que el terrorismo transnacional: “De 1998 a 2005, los ataques terroristas domésticos han cobrado 26,445 vidas, de las cuales sólo 6,447 son resultado del terrorismo internacional (3000 en el 11 de septiembre de 2001) vinculado con Al-Qaeda”. Entrevistado por APRO, Farid Hafez, investigador musulmán de la Universidad de Viena y autor del libro Islamofobia en Austria, explica que el prejuicio y la violencia en los medios de comunicación contra los musulmanes son sólo parte de la violencia que se ejerce contra las minorías. “Esto ha causado que muchos musulmanes de Europa tengan miedo, especialmente de que se les hostigue o se les imputen acciones que no han cometido” dice, refiriéndose al atentado de Oslo. El Centro de Estudios Europeo-Musulmán de la Universidad de Exeter publicó en 2010 un extenso documento llamado Islamofobia y crímenes de odio contra los musulmanes: una introducción para un proyecto de investigación Europeo de 10 años que reporta casos de intimidación contra mujeres que usan hijabs, de ataques dentro de las escuelas, de quema de mezquitas y hasta de asesinatos. El documento llama a estas acciones de los grupos de ultra derecha, especialmente los relacionados con la Liga de Defensa Inglesa, como “terrorismo y violencia política contra los musulmanes”. En Europa ya son comunes los ataques a cementerios, las pintas neonazis y las alusiones al Ku Klux Klan. El atentado más reciente fue el ataque a los fieles de una mezquita en mayo pasado provocado por miembros del partido conservador Ataka de Bulgaria, quienes hirieron a mujeres y a niños Casos como el apuñalamiento de la farmacéutica egipcia Marwa El-Sherbini en Alemania en 2009 y la quema del imán de California Alí Mohammed mientras limpiaba una mezquita rayada con graffiti en el mismo año fueron actos que comenzaron a mostrar el grado de violencia al cual la islamofobia podía llegar. En el artículo Los musulmanes paran a los saqueadores y a los intolerantes publicado el pasado 12 de agosto por la cadena Al Jazeera, un joven comenta los disturbios de Londres en los cuales murieron al menos seis musulmanes defendiendo sus casas, negocios y mezquitas: "Cuando somos acusados por terrorismo, somos musulmanes, cuando somos asesinados por saqueadores, nos convertimos en asiáticos”. Para Farid Hafez es sospechoso que a estas acciones no aparezcan en la mayor parte de los medios de comunicación, ni que a los atentados de Behring Breivik en Oslo y Utoya se les califique como terrorismo: “Muchos cristianos en Europa aceptaron que aunque Anders se consideraba a sí mismo como un defensor de la cristiandad, su ataque terrorista no debía ser llamado un ataque cristiano como cuando se habla de un ataque musulmán”. El artículo Noruega, el Islam y la amenaza de Occidente publicado el 23 de julio por la cadena árabe Al Jazeera apunta en este sentido, y revela que al igual que el ataque del blanco australiano Michael Rohan, quien disparó en 1969 contra una mezquita en Jerusalem, se le trató como “un loco” para ignorar las conexiones que tenía con sitios de Internet de fundamentalistas cristianos, de derecha y fascistas. Behring Breivik no es la única persona con inclinaciones xenófobas que se ha preparado para cometer esta clase de atentados. La columna Conoce a tu enemigo de Hasan Mehdi, editor del periódico británico NewStatesman, expone el caso de Robert Cottage, candidato del Partido Nacional Británico, encarcelado por guardar “la mayor cantidad de explosivos químicos jamás encontrados en una casa en Gran Bretaña”, o de Martyn Gilleard, un simpatizante Nazi encerrado en 2008 por crear bombas de fragmentación y guardar cuchillos, espadas y hachas en su cuarto. “Estoy tan enfermo y cansado de escuchar a los nacionalistas hablar de matar musulmanes y quemar sus mezquitas. Ha llegado el tiempo de dejar de hablar y comenzar a actuar”, decía la nota que la policía halló en el cuarto de Gilleard. Incluso, el político italiano Mario Borghezio del partido ultraderechista Liga del Norte dijo el 1 de agosto que “aplaudía” algunas ideas de Breivik, especialmente las que tenían que ver con la oposición radical al Islam y la “rendición de Europa” ante la inmigración. Su partido se disculpó inmediatamente con las víctimas, aunque no lo expulsó. La raíz de esta violencia en contra de los musulmanes es política, de acuerdo con Abunimah, y parte de las motivaciones de las invasiones de Iraq y de Afganistán, junto a los bombardeos de Somalia y Yemen, además del resentimiento contra los inmigrantes. “El accidente en Utoya fue definitivamente el ataque más extendido, y mucho más inspirado en creencias islamofóbicas”, dice a APRO Farid Hafez. Para el experto, las organizaciones musulmanas no tienen más que contraatacar a la Islamofobia en actos públicos, denunciándola, a pesar de que está instalada en los principales medios y en la política. La Conferencia Islámica Europea, la Comisión Islámica de Derechos Humanos, lanzaron profusos comunicados el 22 de julio para condenar la masacre. Muchas organizaciones danesas marcharon para mostrar su dolor por la pérdida de vidas por el atentado en Utoya. Cuando se le preguntó a Hafez si a raíz de la primavera árabe y la muerte de Bin Laden detendría esta clase de ideas, el experto confiesa que en el corto plazo se está dando una nueva lectura sobre el Islam y los musulmanes. “Sin embargo, es poco claro si este cambio de idea se mantendrá”, dice. Abuminah responde que la mayor parte de los musulmanes y los árabes nunca apoyaron a Osama Bin Laden. Además, es escéptico de un cambio radical en la opinión que en Europa se tiene sobre los musulmanes. “La revolución árabe y la muerte de Bin Laden no necesariamente afectarán a la opinión pública porque no está dirigida por los hechos”, dice, “aquí hay una campaña de histeria y de mentiras que es la responsabilidad de los líderes. “No creo que cambie la opinión no soy tan optimista en este punto”. Sin embargo, para Abunimah, hay una lección muy importante de los ataques de Oslo, pues fue la primera vez en la cual “el resentimiento islamófobo” cobró vidas no musulmanas, la primera vez que se puede calcular su costo desde adentro. “Todas las víctimas habían sido musulmanes. Los ataques en Iraq, Somalia, Yemen”, denuncia, “nunca se habla de los costos de estos ataques”. “Pero esta vez las víctimas fueron Europeos cristianos. Las víctimas de la propia islamofobia. Esto es muy importante. Esta ha sido la consecuencia, lo que hace esta monstruosa ideología”, denuncia. Para Farid Hafez, esto puede ser una enseñanza para los principales políticos: “Espero que el ataque de Behring Breivik haya mostrado a las figuras principales de la política y los medios que la islamofobia se ha convertido en una amenaza doméstica, no sólo para los musulmanes, sino para toda la sociedad”.

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