"Traslación", de Paola Aimeé Rodríguez

jueves, 25 de agosto de 2011 · 19:57
MÉXICO, D.F. (apro).- Los solos se han convertido en una de las principales formas de expresión escénica en la danza mexicana. Temporadas enteras se le dedican a los monólogos corporales donde los bailarines hacen su propia búsqueda coreográfica. En el caso de Traslación, Instalación Escénica Interdisciplinaria, presentada en el salón de ensayos --black box-- de la Dirección de Danza de la UNAM, Paola Aimeé se propuso crear un momento escénico donde el concepto de interdisciplina tuviese el mayor peso. Es decir, si bien ella es la única que ejecuta acciones, también participa un equipo de artistas como: Hugo Heredia --uno de los responsables de la Invención de Morell-- en la producción ejecutiva; Taniel Morales en la instalación sonora; Aldo Córdoba en la instalación y multimedia; Gabriel Morales en la fotografía y registro del proceso, y Marina Meza en el vestuario. Según las notas del programa el montaje tiene como eje “abordar el paso de la modernidad a la posmodernidad, considerando éstas como paradigmas y no sólo como estéticas… “. La obra tiene un doble significado: por una parte, se refiere al descubrimiento del movimiento de traslación de la tierra, hecho que marca el inicio de la ‘era de las ciencias’ y por lo tanto la idea de la razón sobre el sentimiento y de la construcción del hombre como un ser superior a los animales… Traslación nos remite inherentemente a ‘movimiento’; a trasladarnos de un paradigma a otro. “No se trata de abordarla como un momento de transición para salir del modelo de pensamiento moderno que nos ha imperado los últimos tres siglos”. Con semejante información en el programa de mano es evidente que o Paloma Aimeé no tiene la menor idea de lo que dice, o un enemigo le escribió para el programa un cúmulo de tonterías, de absurdos que incluyen conceptos que implican conceptos filosóficos perfectamente definidos y que es obvio que desconoce. Pero --después de un fragmento en el que las limitaciones de la bailarina se hicieron evidentes-- soltó, con cierto nerviosismo un discurso absolutamente incoherente, aburrido, presuntuoso, con ciertos temas que trató Foucalt. Tal vez ella misma escribió el texto. Pareciera que, en un ánimo pseudointelectual, se pretende justificar un acto escénico a través de un derrame de ideas absurdas que no contemplan a Kant --padre teórico de Foucault--, al ilustrismo, al positivismo, al industrialismo y que confunden el pensamiento cartesiano con el nihilismo. Pero, ¿y en el foro? Una estructura circular blanca servía para proyectar imágenes, el piso blanco servía también para lo mismo, el vestuario era bello y funcional y la pista sonora en ciertos momentos un zumbido insoportable por el volumen al que se concibió. La primera parte de la danza, corta, sin mayores riesgos e ilustrativa. La segunda más interesante, con un mejor vocabulario aunque es claro que Paola Aimé no es una bailarina con condiciones excepcionales ni su danza es tan novedosa. Pero pese a que la experiencia es un tanto fallida, es importante que bailarines como Paola Aimeé tengan foros donde experimentar y que se arriesguen al fracaso. Tal vez si hubiese dejado a un lado todo el rollo que pretende dar peso a su propuesta y hubiera salido sólo a bailar la percepción sería distinta. Lo que es seguro es que es una chica que tiene ganas de buscar nuevos caminos. Sí se pone a estudiar seriamente y aprende lo que implica el evolucionismo darwiniano, y se da una vuelta en el papel del hombre para Kant encuentre nuevas motivaciones para seguir creando.

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