A la búsqueda de Octavio Paz...

sábado, 8 de octubre de 2011 · 20:04
En una larga conversación, Enrique Krauze y Rafael Rodríguez Castañeda emprenden juntos una travesía en busca de Octavio Paz, un Octavio Paz que a 13 años de muerto se evade, se escabulle, se escurre.  Entre las preguntas y respuestas, entre los silencios momentáneos de entrevistador y entrevistado –un poco, también ellos, a la búsqueda de sí mismos–, igual aparece el Paz enardecido de pasión revolucionaria que el Paz peligrosamente cercano al Príncipe en turno, el Paz marxista al lado del Paz cristiano, el Paz intolerante y el Paz doblegado por la enfermedad… Es un viaje a las entrañas del pensador y poeta que acabó experimentando el sufrimiento de todo aquel que entabla una guerra civil dentro de su propia alma. Antes y después de la cumbre del Premio Nobel, poeta, pensador y ensayista  reconocido mundialmente, Octavio Paz vivió el sufrimiento extremo: una guerra civil en su propia alma. El marxista por convicción, el revolucionario de los años treinta, acabó en rabiosa batalla interna con el antizquierdista radical de los años setenta. Y esa pugna consigo mismo duró, sin resolverse, hasta el fin de la vida misma del poeta. ¿Quién fue Octavio Paz? ¿El de la pasión revolucionaria de su juventud o el hombre maduro que se acercó peligrosamente al Príncipe? ¿El poeta magistral que pisó los salones del Palacio de Estocolmo o el intolerante polemista cuya efigie fue quemada por los sandinistas? ¿El cristiano subyacente o el marxista por convicción? ¿El Lord Byron de Mixcoac de sus años mozos o el hombre en silla de ruedas de sus días postreros? A trece años de su muerte, las preguntas en contrapunto sobre el autor de Piedra del Sol, cuyas obras completas colman estantes, podrían extenderse sin límite. En cualquier caso, el historiador Enrique Krauze lo considera el pensador vertebral del siglo veinte mexicano. En torno de él gira su nuevo libro, Redentores. Ideas y poder en América Latina. Grueso, denso volumen el suyo: en sus más de 500 páginas analiza histórica e ideológicamente a personajes aparentemente disímbolos: los “cuatro Josés”, los profetas, como él les llama: Martí, Rodó, Vasconcelos y Mariátegui; a iconos revolucionarios, en los que enlista a Eva Perón y al Che Guevara; a los novelistas Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa; a los que enlazaron religión y rebelión, el obispo Samuel  Ruiz y el Subcomandante Marcos; y al “caudillo posmoderno”, Hugo Chávez. (Extracto del texto que aparece en la edición 1823 de la revista Proceso, ya en circulación)

Comentarios