"Contracultura", crónicas de Federico Álvarez del Toro

martes, 8 de noviembre de 2011 · 18:25
MÉXICO, D.F. (apro).- En las instalaciones del Instituto de Administración Pública (IAP Chiapas) se presentará, el próximo jueves 17, la antología Contracultura. Ciencias, Artes y Reflexión Poética, con textos del compositor tuxtleco Federico Álvarez del Toro (1953), autor de la columna “Contracultura” en el diario Cuarto Poder de su estado natal y quien colabora como crítico musical del semanario Proceso. Este libro ilustrado de 300 páginas a color incluye 123 crónicas de “Contracultura” publicadas a partir de 2007, abarcando amplias temáticas de arte popular y música, añoranzas juveniles, narraciones fantásticas y demás textos de muy rica sonoridad poética, algunos de los cuales inciden en el grato lenguaje humorístico chiapaneco que caracteriza tanto a aquellos paisanos suyos, como al notable creador de El espíritu de la Tierra. Premio Chiapas de las Artes 1987, Federico Álvarez del Toro es el actual director del Zoológico Regional Miguel Álvarez del Toro (Zoo-MAT), que en 1942 fundó su padre en Tuxtla Gutiérrez. El reportero Roberto Ponce (amigo y colega de Freddy, como se le llama familiarmente al compositor en la isla Aurora de la costa de Chiapas, donde fundó un refugio para tortugas laúd en Boca del Cielo, Tonalá) ha seleccionado tres textos incluidos en esta primera edición ilustrada para coleccionistas Contracultura, en torno de un icono de la lucha libre nacional: Santo. Se trata de la semblanza de El enmascarado de plata (página 277), El Santo contra las combis asesinas –sobre los peligrosos choferes de transporte urbano, al volante de las denominadas “combis” (página 80)– y El Santo contra la Mujer Vampiro, donde Freddy se autonombra Profesor y hace sutil acusación contra un par de altos funcionarios de la Semarnat Chiapas (página 223). Con autorización de su autor, reproducimos para nuestros lectores de la agencia de noticias Apro dichas crónicas inspiradas en sucesos reales. *** “El enmascarado de plata” La fantasía de nuestra infancia se llamaba El Santo, a quien veíamos como un personaje mágico… y en realidad lo era. Tenía un aura extraña. En esos años 50 y 60 la lucha libre mexicana era auténtica, con vestuario teatral, imaginación y fantasía lúdica. Tenía una mística. En Tuxtla, el auditorio municipal se convertía en un cuadrilátero tan apasionado que terminaba con las sillas rotas, y una multitud de señoras insultando a los rudos. Era un fenómeno de desahogo social. Allí, el rudo encarnaba la injusticia y daba oportunidad de gritarle cualquier cosa. Desde la llegada del luchador cubierto con capucha (y un misterioso maletín que seguramente no llevaba más que una toalla sucia), para los niños resguardaba el insólito traje de poder: las medias y, sobre todo, la capa. Esa era la frontera de lo subliminal. Allí terminaba lo terrenal. El largo pasillo al vestidor era ya terreno sagrado. Cuando el cine Rex y el Alameda eran el “Cinema Paradiso” de Tuxtla, no había acontecimiento más emocionante que abrirse paso entre los codazos de la multitud sudorosa y descamisada para llegar a la taquilla y obtener boletos para ver la última película del Enmascarado de plata. No hay nada más encantador que los vampiros de cartón a los que se les ven los cables que los sostienen. Este cine naïve ya es considerado de culto para los estudiantes por la frescura de su ingenuidad. Algo sensacional que salía en las películas y que siempre generaba aplausos era el auto convertible, porque El Santo saltaba espectacularmente al asiento y arrancaba con un chirrido de llantas. Los niños quedábamos boquiabiertos. También aparecía una pre-computadora enorme de cartón, donde el héroe chateaba con los científicos, los marcianos o la policía, mientras varios foquitos parpadeaban. “Aquí Santo llamando al Profesor…” El elemento que predominaba en las películas, aparte de las luchas con contrincantes que invariablemente se transformaban en hombres lobos, eran los vampiros y las mujeres exuberantes. Tenían una fuerte carga sensual, incluso hay una versión de Las mujeres vampiro que sólo se exhibió en Francia. En la última década, analistas e intelectuales descubrieron que El Santo era un héroe que vivía una viva real de fantasía, se cambiaba en su coche y recibía visitas en su casa con la máscara puesta. La historia del cine de matinée en Tuxtla es impensable sin películas como La venganza de los Villalobos, Tarzán, El llanero solitario y el anuncio de unos niños que pasaban entre los pasillos cantando: “Chicles, tacos, palomitas y refrescos” adelantados a su tiempo e inventores del servicio VIP personalizado. Actualmente, El enmascarado de plata es un icono de la cultura mexicana y sus historietas se cotizan entre los coleccionistas a un elevado precio. Tenemos mucho que agradecer al Santo, porque además de exterminar a los genios del mal, sin saberlo también ocupó el espacio de nuestros sueños y llenó de fantasías nuestras vidas. *** “El Santo contra las combis asesinas” La última abuelita que salió jimbada como un dardo por la puerta número uno, se salvó porque allí mismo se hallaba el mismísimo Enmascarado de plata recibiéndola en brazos, con la precisión que estaba acostumbrado a recibir topes en el aire desde la tercera cuerda. Había llegado “el legendario”, acudiendo al llamado de la ciudadanía en riesgo, por el deporte extremo que significaba subirse al transporte público diariamente. Ninguna instancia política o privada había encontrado la fórmula para que los aprendices de iletrados conductores distinguieran la diferencia entre seres humanos o materiales de construcción a la hora de transportar. El Santo pudo corroborar la manera salvaje en que las combis agredían vehículos, peatones, niños, bicicletas, mujeres embarazadas y cuanto estorbase su desenfrenada carrera al más allá. Lo siguiente que hizo fue bajar a dos que tres jovenzuelos de las rutas 2, 52 y 75 que manejaban como poseídos, bajo la sospecha de que se tratara de zombis y aplicarles la llave del candado, pero descubrió que lo que les faltaba era capacitación, entrenamiento y normas básicas de educación primaria para tratar a la ciudadanía. Después, les quitó la máscara a los concesionarios y líderes que obligaban a sus conductores a juntar cierta cantidad de dinero diaria y cubrir horas forzadas, lo cual les obligaba a conducir con excesos provocando un mínimo de tres accidentes diarios, muchos de ellos con muertos y heridos. “Una capital tan hermosa merecería un transporte digno”, pensó El Santo. Otro fenómeno que percibió fue que las combis piensan que son invisibles y nadie las ve, por ello tocan el claxon por lo menos 20 veces en cada parada, para avisar que allí están. La contaminación por ruido, además de poner los nervios de la gente como erizo, viola la norma del artículo 120 y los incisos 3 y 18 de la Constitución, excediendo los límites del sufrimiento humano. “Las combis parecen intocables, pero en tres caídas pudieran ser derrotadas por leyes, sentido común o normatividad aplicada”, dijo El Santo. Fue así como El enmascarado de plata, en defensa de los pobres e indefensos peatones, ganó la primera contienda en la arena urbana en su primer encuentro contra las combis asesinas. “Volveré acompañado de El Místico”, dijo, “para ver si sus poderes psíquicos contribuyen a cambiar la mentalidad de los transportistas”. *** “El Santo contra la Mujer Vampiro” Eran las 12 de la noche en el zoológico, luna llena en el valle de Tuxtla. Inquieto, el coyote aullaba y los monos percibían presencias extrañas; el jaguar sabía que algo rondaba. Es cuando decidí comunicarme con El enmascarado de plata. Fiel a las causas de los vulnerables, no es la primera vez que Santo nos había apoyado en casos extraños. --¿Algún velador se ha convertido de nuevo en El hombre lobo? – preguntó. --Peor que eso, Santo –le respondí--, ya son muchas coincidencias. Queremos que investigue si es una presencia sobrenatural la que está acosando la reserva. Fue así como Santo El enmascarado de plata llegó al zoológico y empezó las averiguaciones. Al tercer día, El enmascarado fue atacado por una horda de perros salvajes que le propinaron feroces e infecciosas mordidas; no obstante, los eliminó rompiéndoles el cuello. Al morir, adquirieron su verdadera forma: eran personas conocidas… “Estos son los perros que dañan los venados –nos dijo--, pero no son de la calle, son animales más que entrenados para matar, seres del lado oscuro enviados por La Mujer Vampiro.” Una semana más tarde, halló las evidencias de un plan maligno. “Una banda de buitres humanos quería apoderarse de la reserva. Depredadores que se disfrazan de ambientalistas para ocultar ambiciones de poder, luego querrán controlar, saquear y devastar la biosfera completa. Se alimentan de carroña. Esparcieron varias bombas bacterianas”, nos reveló. Esta vez, la guerra bacteriológica la desactivó a tiempo El enmascarado de plata. --Santo, ¿quién comanda estas fuerzas del mal? --Una Mujer Vampiro que nada tiene que ver con Lorena Velázquez, pues es de peso completo, y un Quasimodo de cola de caballo que guía zombis. --Pero Santo –dijimos con asombro--… ¡Antes tus contrincantes eran mujeres hermosas! ¿Qué ha pasado? --Alimentación chatarra, vampiros sobrealimentados que chupan sangre y divisas. Ya para subirse a su convertible blanco, El enmascarado advirtió: “Profesor, estén alertas… Los buitres tratarán de debilitarlos con armas mediáticas. ¡Yo volveré cuantas veces sea necesario a cuidar esta valiosa y vulnerable reserva!” Porque el bien siempre triunfa. *** Contracultura. Ciencias, artes y reflexión política, columnas periodísticas de Federico Álvarez del Toro (Instituto de Administración Pública del Estado de Chiapas, A.C., primera edición especial para coleccionistas, Tuxtla Gutiérrez, septiembre 2011, 300 páginas), se presentará el próximo jueves 17 en el IAP Chiapas (Libramiento Norte Poniente 2718, Fraccionamiento Ladera de la Loma, Tuxtla Gutiérrez), a las 18 horas. Informes: www.contracultura.mx, alvarezdeltoro@hotmail.com, teléfonos +961-190-25-48 y 01-961-12515-08, 09 y 10, extensión 107).

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