Quién manda

martes, 13 de marzo de 2012 · 13:35
MÉXICO, D.F. (apro).- Pues sí, envanecidos humanos: como dije en carta anterior a este buzón, por más que ustedes se crean que son los reyes de la creación, la mera verdad es que servidor de ustedes los tiene bajo su imperio. Si piensan que ese hecho se debe a que soy inmensamente poderoso por mí mismo, se equivocan de medio a medio. El poder de servidor se debe a una paradoja del carácter de ustedes, a un contradicción de su ser que llega al absurdo y a la extravagancia misma. Vean. En la mayor parte de sus vidas, durante milenios, vivieron sin mí mas, cuando me inventaron, por más que no quisieran ni lo admitan, ya no pueden vivir sin mí. Mi poder, por lo general, se origina y se debe a que como ustedes opinan que todo lo puedo, están dispuestos a todo por conseguirme. Ese su afán por servidor, no pocas veces les lleva a las peores acciones e incluso, a veces a las buenas… cuando ellas les benefician, pues por medio de servidor, ustedes, los humanos, se colectivizan e individualizan, tanto para el bien como para el mal, aunque más bien suelen inclinarse por lo último, pues como otros pilares de su sociedad, ejemplos: la política, la religión y sus instituciones representativas, servidor es también un poder que corrompe, les hace corruptos en no pocos casos… pero no nos desviemos del tema. Recordemos que alcanzar la posición que ustedes mismos me han adjudicado no fue una tarea fácil, que tiempos y espacios hubo en que me hicieron la vida penosa. Un ejemplo: la Edad Media europea, donde los supremos poderes eran la cruz y la espada, la Iglesia y la nobleza, la curia y los feudales. Durante siglos, la Iglesia, por temor a la corrupción que podía generar el poder que confería la adquisición de servidor, me hizo blanco de las más violentas críticas; llegó incluso a considerarme una invención del diablo para perder al género humano y a las personas que se hacían de servidor, como personas que difícilmente podrían entrar en el reino de lo cielos y ser dignas más bien de ser condenadas a los infiernos. Por su parte, los orgullosos nobles, los caballeros, los hombres de la espada, tuvieron, al menos por un tiempo, un código de conducta según el cual valían más que cualquier otra cosa la lealtad, los actos de valor y las acciones animosas, así como el honor y la liberalidad, el desprendimiento, sentimiento este último que les llevaba a despreciarme… pero la realidad era que tanto la cruz como la espada, es decir, los hombres que los representan, de mí se sirvieron para reforzar sus respectivos poderes; veces hubo que me utilizaron para combatirse entre sí, para ver quién era el más fuerte, o por ser el hegemónico, pero también colaboraron, unieron sus fuerzas para salvaguardar o aumentar los privilegios y canonjías de cada grupo de poder citados, el de la cruz y el de la espada. Resumiendo, el caso es que el invento por parte de ustedes de servidor y las propiedades que buscaron y me dieron por necesidad, como fueron la de ser divisible en tanta partes como se precisara, facilidad de transporte así como la de considerarme como medida de cambio de todos los bienes y servicios necesarios en sus vidas, a mí parecer explican suficientemente el poder creciente de servidor; poder que con el tiempo, cada vez más, ha ido y va superando al de todos los otros de los considerados pilares de su sociedad: el político, religioso, el militar y el científico incluso. Nieguen, si pueden, que todos ellos bailan o no al son de mi tintineo, así sea éste simbólico. Y lo contradictorio, absurdo y extravagante es que este mi poder, como ya lo he indicado, se debe en gran parte a esa su creencia de que todo lo puedo, por lo que están dispuestos a todo por poseerme, lo que está convirtiendo a ustedes, de sujetos del hecho, en objetos del mismo, olvidando ¿por ignorancia o interés?, el sabio consejo bíblico, el que les advierte que no fue el hombre hecho en función del sábado, sino que el sábado fue hecho en función del hombre. Ustedes, envanecidos humanos, dirán si la realidad que viven es así o no lo es como lo he expuesto en mis carta a este buzón. Si me responden que tengo la razón, les tengo una pregunta: ¿seguirán alimentando y robusteciendo mi poder hasta que sean mis esclavos o…? ¿Qué me dicen? Sin más, su servidor y rey. EL DINERO

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