"Vidas cruzadas": la visión de los sometidos y las buenas costumbres

martes, 13 de marzo de 2012 · 13:54
MÉXICO, D.F. (apro).- La película Vidas cruzadas (The Help, EU-2011), dirigida por Tate Taylor, es una historia ilustrativa y conmovedora a cerca de la actitud de la raza blanca con respecto a la gente de color, a través de su trato al servicio doméstico y de la reticencia al cambio de roles en cuestión de género. Los años sesenta corren en Jackson, Mississippi, donde se estila, entre otras cosas, que el servicio doméstico esté integrado por gente de color. La servidumbre se ha vuelto indispensable para los blancos de dicha localidad; prácticamente no hacen ninguna labor doméstica, ni si quiera cambiarles los pañales a sus hijos. Por otro lado, las muchachas de color, crían a los vástagos de los patrones con mucho cariño, sólo para ver cómo esos pequeños se convierten en un clon de sus padres. Por si fuera poco, los patrones, además de pagar poco, no los dejan usar sus baños. En este contexto, una habitante del pueblo regresa luego de asistir a la universidad: Una chica llamada Skeeter (Emma Stone), con aspiraciones a convertirse en periodista. Skeeter regresa para encontrarse con un mundo en el que no encaja: sus amigas están casadas y no ven con buenos ojos que Skeeter siga soltera, sobre todo, creen que la carrera de la susodicha es sólo un paso antes del matrimonio, en especial Hilly (Bryce Dallas Howard), quien desea conseguirle marido a toda costa. Por otro lado, su nana y sirvienta de la familia se ha ido de la casa de su madre, y Skeeter desea saber por qué, sin mencionar que la forma en que sus amigas tratan a la servidumbre le parece terrible. Skeeter, ve lo anterior como una oportunidad para escribir un libro desde el punto de vista de la servidumbre, para darles voz a esas mujeres. Al principio, sólo una sirvienta llamada Aibilin (Viola Davis), la apoya, pero poco a poco, mientras sus círculo de amigas la juzga, y mientras el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos Avanza, más empleadas domésticas se unirán a la causa. Vidas cruzadas es por momentos cursi y puede pecar de light, pero en ningún momento esto es sinónimo de mala calidad: El drama avanza de manera fluida, con todo y que imperan los diálogos en vez de la acción; las palabras son poderosas, liberadoras. Y lo interesante es que no se restringe a la gente de color: la propia Skeeter tiene que pagar el precio por ser una mujer diferente, tanto en su actitud con respecto a los negros como en sus aspiraciones individuales. Taylor ensancha el espectro de tal manera que la historia termina volviéndose un abanico del universo femenino, y nos damos cuenta de la diversidad del punto de vista femenino, y de la presión social que silencia a la gente, y ayuda a perpetuar la desigualdad. En ese sentido, la cinta muestra una manera inteligente de darle voz a los que no la tienen.

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