Actualidades escénicas: "Enrique IV", un regalo de la CNT

viernes, 4 de mayo de 2012 · 21:21
MÉXICO, D.F. (apro).- ¡La realización del montaje de Enrique IV de William Shakespeare fue un maravilloso regalo! Por un lado, porque es la obra con la que México participará en el World Shakespeare Festival de las Olimpiadas culturales que se realizarán en Londres este año (hay que señalar a México como único país extranjero invitado a participar). Además, porque fue una joya cultural y artística para todos los que tuvieron la oportunidad de ver la función final la tarde del domingo 29 en el Zócalo. Los que no… lástima. Lo primero que atrajo fue la reproducción de un teatro al estilo de El Globo (el de la Inglaterra de Shakespeare) o un corral español, ese escenario primigenio donde se representaban las comedias castellanas. El nombre de este teatro, especialmente construido para este montaje, es La Corrala del Mitote. Es decir, la CNT desde un principio nos acercó lo más posible a una representación "shakespeareana" del siglo XVI, donde convivimos toda clase de personas, de todas las edades y clases sociales. ¡Fue un viaje en el tiempo! Las clases de teatro isabelino de la universidad se concretaron con este ejercicio teatral y al ver a los actores en escena… se hicieron prácticas. ¿Por qué? Porque hay una gran diferencia entre imaginar y ver tangiblemente la dinámica. Al ser La Corrala del Mitote un teatro al aire libre, los actores tuvieron que esforzarse más de lo común para ser escuchados por todos (más de 300, mitad de pie). Los gestos eran todos claros y concretos, Hubo acción de principio al fin de la obra. Establecieron relaciones claras entre personajes y con el público. Enrique IV es una gran lección de total amor, entrega y compromiso de cada uno de los actores con la profesión teatral. Hugo Arrevillaga, el director de la obra, nuevamente sorprendió con la resignificación que le da a todos los objetos presentes en el escenario, muebles de distintos tamaños que los actores manipularon todo el tiempo según el cambio de escena. Nos regaló distintos espacios, que junto con el trabajo de los actores, generaban distintas atmósferas y respondían a la necesidad de la acción. Sólo eran mesas que se convirtieron en una taberna, un palacio, un monte… ¡mil lugares! Quizá habría sido un acierto que usara también el área de los balcones, aunque es un detalle insignificante. Se repite que el secreto de los grandes directores es hacer que las grandes obras de arte se vean sencillas. Eso es lo que pasa con el montaje de Enrique IV. Fue una puesta hecha para todos… ------------------ (*) Estudiante de 6º. Semestre de la carrera de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM.

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