Siria: Tadmor, sinónimo del miedo

viernes, 25 de mayo de 2012 · 22:43
MÉXICO, D.F. (apro).- “Tadmor es sinónimo del miedo; es miedo a tal grado que no lo puedes imaginar a menos que estés ahí”, dice Bara Sarraj, quien fue preso político en Siria. —¿Esa es la palabra que lo resume todo? —Es el miedo y todos sus sinónimos: terror, horror, angustia—, dice Tadmor fue el símbolo más negro de los gobiernos de la dinastía Al-Assad. Entre sus muros amarillos, sus estrechísimas celdas, han pasado más de 20 mil personas, de acuerdo con datos de Amnistía Internacional. La cárcel fue creada durante el mandato francés en Siria (1920-1946), según el informe que Amnistía Internacional publicó poco tiempo antes de que el lugar fuera cerrado: Syria: tortura, desesperación y deshumanización en la prisión militar de Tadmor (septiembre de 2001). El informe detalla las cuestiones técnicas del lugar: administración de la Policía Militar, ausencia de revisiones de una cárcel común hechas por el Ministerio de Justicia, celdas de 4 por 6 y 8 por 12 metros, donde cabían entre 130 y 250 personas, respectivamente. 20 mil prisioneros políticos pasaron por Tadmor en los ochentas y noventas, 6 mil era el número promedio de la cárcel. Ya en los últimos años, pasaron a ser algunos cientos, la mayor parte sirios, pero había también libaneses y palestinos, según Amnistía Internacional. Según el reporte, Tadmor era usada para albergar a prisioneros “rebeldes”, personas que anteriormente pasaban condenas en otras cárceles y se negaban a renunciar a sus filiaciones políticas. Bara llegó ahí sin saber el motivo: un día fue detenido en un autobús y sin mayores preguntas pasó a Hama, y de ahí a Tadmor. Golpizas aleatorias, quemaduras de cigarrillos en la piel, vaciamiento de ojos, privación del sueño, fueron prácticas comunes que Amnistía Internacional y Human Rights Watch han reportado. Los informes apenas se acercan a las memorias que los presos, como Bara, han comenzado a escribir. “Se vive la tortura en la mañana, en la tarde y en la noche. Literalmente, Tadmor te secuestra del sentido de normalidad. Siempre se está alerta”, dice Bara. — ¿Todavía usted vive así? —Sí, la memoria se queda allá, y este sentimiento no se va nunca, incluso cuando vivo una vida muy normal en Estados Unidos --estoy en universidades, tengo buenos grados académicos-- todavía está ese sentimiento, todo el tiempo. Bara, doctor en Inmunología, científico e investigador, confiesa que al escuchar una puerta abrirse, piensa en los soldados que entraban a la celda y lo golpeaban; cuando escucha una construcción o una palanca de metal en el suelo, vuelve a las torturas con barras en la cárcel del desierto sirio; cuando cae una madera, brinca hacia las palizas en Tadmor. “Podría haber cientos de libros sobre los detalles del terror en Tadmor”, comenta. El científico sirio escribió el libro De Tadmor a Harvard, todavía no disponible en inglés. Sin embargo, el medio Jadaliyya resumió varias partes del libro y describió la paciencia, la fe y la esperanza que el expreso político tuvo que desarrollar para sobrevivir. Bara memorizó un registro (en Tadmor no había ninguna clase de papel, libro, lápiz): nombres, fechas de muerte, detalles del lugar. Todo lo que su memoria todavía puede alcanzar. Por ejemplo, recuerda que los carceleros son alawitas, pertenecientes a la secta religiosa de Bashar Al-Assad. Jóvenes que pasan por un periodo de orientación. “Les toma seis meses convencerlos de lo malos que somos. Les lavan el cerebro. No saben cómo golpear y al mes te torturan con barras de hierro”, dice. Sostiene que estos jóvenes realizaban su servicio militar, que en Siria es de dos años. Muchos sólo llegaban y desparecían. Hacían su parte, y adiós. Bara se pregunta si toda persona puede llegar al extremo de torturar a alguien por el odio que le inyecta el Estado. Él dice convencido: “a mí nunca me podrían obligar a torturar a nadie”. “Nunca cerrada” Supuestamente cerrada en el 2001, cuando Bashar, hijo de Hafez Al-Assad, tomó el relevo del gobierno, la prisión de Tadmor fue reabierta en el 2011, de acuerdo con diversas páginas de Internet como Inteligence Quarterly e Inteligence Online. El reportero preguntó a Anonymous Siria, la división de “hacktivistas” que ataca páginas del gobierno del país árabe, si sabía algo sobre el caso. El grupo contestó en su cuenta de Twitter @AnonymousSyria: “He escuchado reportes sin confirmar sobre que ha sido reabierta. Los prisioneros son, principalmente, detractores. La verdad es desconocida”. Bara tiene una opinión más radical sobre el tema. Para él, Tadmor nunca fue realmente cerrada. Como muchos de sus amigos que continuaron presos en otras cárceles como Sayd Naya hasta el 2004 (él salió en 1995), muchos pensaron que permaneció cerrada. Sin embargo, dos de sus compañeros, de quienes no ofrece sus nombres, dijeron que al salir entraron personas de la etnia kurda, quienes tradicionalmente han protestado contra el régimen, y protagonizaron duros levantamientos en 2004 y 2010, antes incluso de la revolución siria que sigue en curso. Sobre Tadmor, Bara aclara: “Creo que está abierta porque la necesitan”. Para él, en Siria “hay una industria de prisiones”, y las propias calles se han convertido en centros de detención. Cuenta que para el régimen de Al-Assad es muy fácil ir a una escuela y “adaptarla” como cárcel. Afirma que los habitantes de la ciudad de Hama fueron objeto de represión en 1982. La mayor parte de la población masculina fue detenida; las industrias, el aeropuerto, cualquier área grande fue convertida en una cárcel. “Siria siempre ha sido una gran Tadmor. Ahora tú ves los bombardeos, pero esto ya pasaba antes. El Ejército apostaba francotiradores en las calles. Es algo muy malsano, el gobierno atacando diariamente a su gente”, dice. —¿Tadmor simboliza a todo Siria?. —Siria tiene una gran alambrada. La gente vive en una prisión. No hay nada nuevo, el país es una gran prisión, no hay duda. Cuenta que las escenas que se pueden ver en Youtube de personas torturadas en las calles de las ciudades de Homs, Hama y Aleppo, son similares a las que prisioneros como él vivían en Tadmor todos los días. Dice que cuando sus amigos en Siria le cuentan la situación, él insiste: “es lo mismo que en Tadmor”. La diferencia, dice, es que ahora hay mejores oídos, y por eso se atreve a hablar. “La gente está ahora más interesada en escuchar lo que pasó antes, en los 50 años de gobierno del Partido Baath nunca sentí que tuviera buenos escuchas, ahora los tengo, la gente tiene mucha sed de escuchar detalles de lo que pasó. Ahora la gente busca la verdad”. Para Bara, el término “Primavera Árabe” es una invención de Occidente. Opina que nada ha cambiado (tanto lo bueno como lo malo) en los últimos 30 años. Y se va más atrás: Para él, desde 1963 la historia de Siria se ha repetido en un negro círculo de arrestos y torturas, como ocurría en la Guerra Fría. “Así que las atrocidades son vistas porque existe Youtube, porque tenemos una generación dispuesta a sacrificarse para que los videos salgan describiendo las atrocidades, como las que ocurrieron en 1963”. Sobre el espíritu de la juventud, piensa que es el mismo de su época: “Yo era joven hace 30 años, tenía 21 cuando fui arrestado y llevado a Tadmor. La mitad de las personas éramos estudiantes. Tenemos la misma mentalidad: la energía está en la juventud. Cuando veo a los activistas sirios plantarle cara al gobierno, básicamente me estoy viendo a mí mismo hace 30 años”. Memoria —¿Qué crees que debería hacerse entonces con Tadmor, qué debería simbolizar?— —Creo que debe convertirse en un museo. Créeme, con sólo entrar a los muros amarillos, se siente el horror. Mucha gente vivió ahí dos décadas. Ese lugar debe mantenerse como un museo, con los nombres. No debe ser olvidado, la gente siria pagó ahí un gran precio por su libertad. Bara comenta lo que escribió en la introducción de su libro: “Esta no es una historia única, es una historia del sufrimiento humano. Hay paralelismos en todos lados: Egipto, El Salvador, México. Ahora lo estoy ampliando, lo memoricé todo, y ampliaré mi libro”. En todas las entrevistas que ofrece, el científico expresa su deseo por volver a su tierra, viajar por todo su país. Incluso, después de salir de prisión, quiso convertirse en camionero para moverse todo lo que no pudo durante su cautiverio. Sin embargo, dice que para volver no le basta con la caída de Bashar Al-Asaad. De acuerdo con él, las grandes potencias quieren mantener el régimen: ejército, inteligencia, todo el sistema. “Las atrocidades continuarían. La gente no aceptará una democracia a medias. Se necesita una libertad real. Todos los funcionarios, especialmente los de los servicios de inteligencia, deben salir de sus puestos. Todo el sistema debe ser disuelto”. El científico dice a sus compatriotas que esta es una batalla por la libertad que no debe posponerse. “Se supone que esta batalla por la libertad debió triunfar en 1982”, cuando la ciudad de Hama fue tomada por las fuerzas de Hafez Al Assad, y cuando Rifaat Al Assad, hermano del entonces presidente, condujo un comando para asesinar a más de mil presos dentro de Tadmor en venganza por un intento de asesinato contra Hafez. “Debemos entender las ramificaciones de nuestra derrota de aquella época. Ahora no podemos perder. Assad se tiene que ir, por nuestro bien y el bien del mundo. Todavía creo que hay mitad y mitad de posibilidades”. Y señala que la eventual salida de Assad depende en mucho en la determinación de la población y en Dios, pues sólo éste sabe...

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