Profecías mayas: fin del mito, no del negocio

miércoles, 13 de junio de 2012 · 14:40
MÉXICO, D.F. (apro).- Tras meses de especulaciones que han dado pie a rentables negocios, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) por fin desmintió categóricamente que el mundo vaya a terminarse el próximo 21 de diciembre, según profecías mayas inscritas en una estela de piedra hallada en sitio arqueológico de Tortuguero, en Tabasco. El 6 de junio pasado, el instituto invitó al especialista en arte y epigrafía mayas Erik Velásquez García, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a dar una conferencia en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología. Ahí volvió a desmentir la supuesta debacle y reiteró que se trata de inventos hechos por la literatura New Age, que no tienen sustento en los jeroglíficos de la cultura maya. Desde febrero pasado, en entrevista con el semanario Proceso (número 1843), el investigador dejó en claro que no hay, en las más de cinco mil inscripciones jeroglíficas que se conservan de los mayas antiguos, ninguna descripción que hable o siquiera insinúe la idea del fin del mundo. Por el contrario, ese concepto es totalmente ajeno a su cultura puesto que para ellos “el tiempo es profundo hacia el pasado y profundo hacia el futuro”. Lamentó en aquella entrevista que el mito haya generado toda una industria a su alrededor con negocios redondos, programas de televisión “amarillistas”, libros New Age de autores como Frank Waters, y en suma un “negocio capitalista” que nada tiene que ver con el mundo prehispánico. Difundida a través de la página web del INAH y mediante un comunicado, la conferencia del académico universitario presentó argumentos de etnohistoria y astrofísica, así como una interpretación de las inscripciones mayas. Describió primero que los mayas, cuya historia se remonta a 1000 a.C., no fueron un imperio unificado bajo un solo gobierno. Fueron un conjunto de ciudades-Estado independientes, con rasgos, prácticas culturales y creencias similares, que han permitido agruparlos bajo ese término. Es una civilización viva con más de cinco millones de hablantes. Se refirió además al calendario maya y explicó que el próximo 21 de diciembre, llegará a su fin el 13 bak’tun del calendario de la cuenta larga. Y según este calendario, trece b’aak’tuunes forman un ciclo de 5 mil 125 años. Reiteró que el único monumento donde los antiguos mayas consignaron la fecha del 21 de diciembre, día 4 Ajaw 3 K’an k’iin, es el marcado con el número 6, encontrado en Tortuguero. Ahí se menciona, según los epigrafistas, que B’ahlam Ajaw, quien gobernó en Tortuguero en el siglo VII d.C, estará presente al final del treceavo bak’tun, el 21 de diciembre de 2012 conectando así el inicio de la era en curso, 4 Ajaw 8 Kumk’u, con su reflejo en el futuro. Cabe comentar, al margen de la ponencia de Velásquez García, que esta interpretación ha dado pie a otras “profecías” que ven anunciado ahí la llegada al gobierno del candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador, puesto que --coincidentemente-- Tortuguero se ubica en el municipio de Macuspana, lugar donde nació el político tabasqueño. El investigador de la UNAM hizo énfasis en que los mayas no pensaban en las sociedades futuras, sino en sus propios problemas, “en las necesidades propias de una sociedad basada en la agricultura. De modo que todo lo que escribió B’ahlam Ajaw hay que interpretarlo en ese sentido, como acontecimientos para darle relevancia a la consagración de su templo, que tuvo lugar en 669 d.C.” Añadió que la única profecía maya de la que se tenga conocimiento es la asentada por los mayas del siglo XVIII en el Chilam Balam de Ixil en la cual se retomaba una profecía babilónica anunciada por el sabio Beroso en el siglo III a.C. Los mayas anunciaron el fin del mundo para el año 1887 d.C., pero a esa predicción “nadie ha hecho caso y ésa sí es una profecía maya. La lección es: El mundo continuó ¿por qué no tomamos esto como enseñanza?”. Finalizó el investigador: “podemos dormir tranquilos” porque no acabará el mundo. Pero quién puede dormir tranquilo, consciente de los grandes negocios que a partir de esa idea se han creado tanto en el ámbito turístico, como literario, cibernético y hasta arqueológico y museístico, que en el mismo número de Proceso denuncian investigadores como Jorge Franco y Antonio Machuca.

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