MÉXICO, D.F. (apro).- Antes de comenzar la proyección de su filme, Lost and sound, la directora británica Lindsey Drydena introdujo en una de las sedes del Festival Distrital 2000, “Cine y todos”, la Sala Moliere del IFAL(Instituto Francés de América Latina): “No es una película acerca de gente que ha quedado sorda, sino sobre gente que ha perdido la música.” Lost and sound nos interna en la vida de tres personajes espectaculares entregados apasionadamente a sus respectivos trabajos, y nos permite ver sus procesos de crecimiento, entrega y aceptación. Una pequeña de nueve años que toca el piano de manera prodigiosa, y para quien encontrar la intención correcta se basa en imágenes y sentimientos; una joven aceptada en la mejor escuela de danza contemporánea de Europa; y un crítico musical que pierde la audición en un lado, lo cual le provoca que la música se vuelva “plana”. El planteamiento del documental es de por sí complejísimo. Pero tanto la realizadora como los personajes consiguen trasmitir su mundo sutilmente y a la perfección. Las explicaciones de cómo se escuchan los sonidos --en ocasiones solo a través de aparatos de apoyo -- son ilustradas con animaciones que nos ayudan a entender y a vivir, por un momento, su experiencia. Se trata de un proyecto en gran medida personal de Drydena, ya que ella misma carece de la capacidad de escuchar con un oído, pero a pesar de ello ha sido siempre una “amante obsesiva de la música”. Trabajó mucho tiempo en documentales para importantes cadenas televisivas inglesas, por lo que ese estilo la influye, y el filme es claro y didáctico. La narración y las historias son tan bonitas, tan positivas, que lo último que podría provocar sería lástima. Los personajes no sólo aceptan su estado, sino que lo disfrutan y lo integran a su vida. Al final, pueden perder la capacidad de escuchar música, pero encuentran su forma personal de vivirla. ------------------------ (*) Estudiante de 4º. Semestre de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM.