Mutilado y preso... por disciplinado

jueves, 26 de julio de 2012 · 13:19
En todo momento actuó conforme lo que dictan los protocolos militares. El teniente de sanidad Néstor Ramírez trató de controlar una insubordinación y, sintiendo que su vida corría peligro, mató a un subalterno. Pero no sabía que, aparentemente, estaba rodeado de soldados al servicio del narco, quienes además lo hirieron tan gravemente que perdió las piernas... ahora está mutilado, preso y acusado de homicidio calificado. MÉXICO, D.F. Cuando el teniente de sanidad Néstor Ramírez Bautista vio que dos tractocamiones enganchaban y desenganchaban cajas en los patios del Puente Internacional 2, en Piedras Negras, supo que algo estaba mal. Aunque era su hora de descanso decidió ordenar a sus subordinados una revisión de las cargas. Flanqueado por un soldado y un cabo, mandó llamar a los conductores de los tractocamiones, que a su juicio se mostraban nerviosos. Estos admitieron que transportaban una sustancia ilícita. Para corroborarlo Ramírez se aproximó a un primer vehículo pero, poco antes de llegar, el soldado se echó a correr. Sólo el cabo aceptó subir, pero ya arriba del tractocamión en vez de cumplir la orden habló por celular a la base militar. Dijo que el teniente Ramírez se había vuelto loco y quería revisar un tráiler que estaba limpio. Néstor Ramírez es teniente de sanidad, es decir, enfermero militar. Sus superiores decidieron ponerlo al frente de un servicio de armas. De nada le valió protestar. “Son necesidades del servicio”, le dijeron al designarlo comandante y colocarlo ahí, al frente de un puñado de soldados que vigilaban el cruce fronterizo entre Piedras Negras, Coahuila, e Eagle Pass, Texas. Estaba acostumbrado a ciertos desplantes de quienes sí se entrenaron para combatientes. Pero nunca una insubordinación como esa. Le despertó sospechas. Al escuchar lo que el cabo decía por teléfono, lo amagó con su arma y le ordenó bajar del vehículo. Lo desarmó mientras otros soldados se aproximaban a tratar de tranquilizarlo. Sospechando de todos les ordenó bajar las armas y los sometió, realizando dos disparos al piso. Llegaron más y volvió a disparar al piso, obligándolos a dejar las armas. Pero la llamada del cabo había convocado cuatro refuerzos que llegaron a bordo de una Suburban. Con otros dos disparos al piso sometió a tres más. Las rebabas del tiro sobre el cemento se impactaron en el soldado Juan Cortés Hernández. Entre gritos y amenazas uno de los recién llegados se resistió a declinar el arma. “¡No la hagas de pedo, ya está arreglado, vas a valer madres!”, le advirtió el cabo de zapadores Onésimo Díaz Robles. Los militares tienen tres formas de tomar el fusil. Se llama guardia baja (apuntando al piso), guardia media (al frente) y guardia alta (hacia arriba). Con la guardia baja el teniente Ramírez hizo dos disparos más pero no surtieron efecto. Otros dos disparos. Nada. El cabo Díaz subió su guardia, pero antes de apurar el tiro, el teniente le disparó. La bala entró por el tórax y salió por el cuello. Onésimo se atragantaba con su sangre y no podía hablar. Ramírez le insistía. –¿Qué trae el tráiler? ¿De quién es la carga? –le gritaba. El cabo herido sólo alcanzó a agitar las manos con las palmas abiertas, simulando unas alas. En el Ejército esa señal se usa para referirse a los generales. Ramírez creyó que en cualquier momento llegarían los refuerzos. Los disparos resonaron por los llanos que circundan la aduana del Puente 2 y se oyeron hasta el lado texano la mañana del pasado 24 de abril. Pensó que no tardaría en llegar el apoyo... y sí llegó. De reojo alcanzó a ver que varios vehículos militares se aproximaban veloces. Confiado, se mantuvo dándoles la espalda. No quería perder de vista a sus subordinados. Escuchó el abrir y cerrar de puertas, el golpear de las botas en el piso... y una ráfaga que se impactó en sus piernas. A criterio del juez La narración de estos hechos está asentada en el expediente 378/2012, así como un video en formato DVD, identificado como “Videos Foja 29 C.P. 300/2012”, que hace coherente la declaración de Ramírez Bautista. Sin embargo el coronel de justicia militar José Antonio Romero Zamora, juez segundo de la Primera Región Militar, no quiso aceptar el disco como prueba y ordenó que Ramírez Bautista, quien perdió las piernas por las heridas de bala y la forma en que lo transportaron, fuera recluido. Romero Zamora decidió aceptar la versión de los soldados que se insubordinaron y ratificaron la versión que se filtró a los medios momentos después de los hechos. El mismo 24 de abril varios portales noticiosos, entre ellos el de El Universal, informaron que un efectivo del Ejército había herido a dos de sus compañeros, uno de los cuales murió dos horas después en un hospital de la localidad. Con entrecomillado, la nota cita a una fuente militar anónima: “Era después de las nueve de la mañana de este martes cuando de repente, sin motivo alguno, el soldado sacó su arma y empezó a disparar a lo loco. Primero lo hizo al aire y después contra sus compañeros, quienes trataban de tranquilizarlo.” Así se describe al teniente Ramírez disparando enloquecido. Pero las declaraciones de los otros implicados se contradicen. Por ejemplo el soldado herido, Juan Cortés Hernández, aseguró que estando al lado del teniente Ramírez se dio cuenta de que portaba una pistola ametralladora MP-5 calibre 9 milímetros, cuando en realidad utilizaba un fusil automático G-3 calibre 7.26 milímetros. Durante la audiencia los abogados del teniente hicieron notar que la confusión es inverosímil, en especial para un soldado con varios años de servicio, pues el MP-5 es un arma larga mientras que el G-3 es corta; la primera tiene función de tiro a tiro, mientras que la segunda es automática. Tampoco lo aceptó el juzgador. El disco rechazado como prueba por el juez Romero tiene siete videos tomados con las cámaras de seguridad de la aduana y, aparentemente, fue aportado por la defensa del teniente Ramírez. El reportero no pudo encontrar a sus abogados. El primer video muestra casi por completo la escena descrita por el acusado y mutilado teniente. Además se registró también la forma en que los soldados que le dispararon recogieron los casquillos y armas, alterando la escena. En general, el material forense es escaso en la averiguación previa GN/CDACUÑA/02/2012 con la que se inició el juicio militar. El soporte pericial del expediente es tan frágil que ni siquiera incluye prueba de radizonato aplicada al teniente Ramírez para determinar si disparó o no. Tampoco a ninguno de los demás implicados. Y tampoco se consigna la valoración médica practicada a Ramírez Bautista en la clínica 11 del IMSS de Piedras Negras, aunque sí la realizada al salir del Hospital General Militar de la Ciudad de México, dos meses y medio después, cuando el mayor médico cirujano Juan Carlos León Cruz asentó que no presentaba signos de tortura. El juez militar tampoco quiso ampliar testimoniales que ponían en entredicho la versión de los soldados, con el argumento de que estaban muy lejos. Por ejemplo la declaración del agente del Ministerio Público Militar mayor Germán Rodríguez Morales, quien fue el que le dio al sargento de caballería Juan Carlos Ramos Román la orden de dispararle a las piernas al teniente. En el video, luego del disparo que el teniente Ramírez hizo contra el cabo Díaz Robles, se ve a éste acuclillado, observando la llegada de los refuerzos, y luego cómo es conducido con mucho cuidado a un vehículo militar, lo mismo que el soldado Juan Cortés. Aun peor. En el video se aprecia que el teniente Ramírez sólo disparó en una ocasión, aunque el acta de defunción del cabo Díaz establece que fueron dos y no una las heridas de bala. El segundo tiro es inexplicable y ni el ministerio público que integró la averiguación ni el juez militar quisieron ampliar la indagación al respecto. Pero al teniente Ramírez sus compañeros lo tomaron por las piernas heridas, lo cargaron unos 15 metros hasta llegar a una camioneta donde lo arrojaron sin miramientos.­ Enfermero de alto impacto Había llegado unos días antes al norte del país procedente de Tonalá, Chiapas. La Defensa decidió que el 61 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano, destacado ahí, viajara a Tamaulipas y Nuevo León, aunque su ámbito se amplió a Ciudad Juárez y a varias ciudades de Coahuila. El teniente Ramírez se había despedido de su familia el pasado 20 de febrero, 24 horas después del Día del Soldado, cuando, según las reseñas periodísticas, el general Oswaldo Ángel Sánchez Velasco, comandante del batallón, leyó el mismo discurso que el secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván, pronunció ante Felipe Calderón en la Ciudad de México. “México unido es mucho más fuerte que las facciones de delincuentes, por violentos que puedan ser. La razón y la ley están de nuestro lado.” El batallón ya había enfrentado en Tonalá a miembros de la Mara Salvatrucha y a Los Zetas que por esa zona trafican droga y migrantes. La llegada del 21 Batallón al norte del país fue celebrada en los medios, que reprodujeron imágenes donde se observa la llegada del enorme convoy militar. Pero conforme los integrantes del batallón eran distribuidos en Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, los equipos fueron desintegrados. El teniente Ramírez quedó entre extraños. Hoy está preso, acusado de abuso de autoridad, homicidio y lesiones. Ya no tiene piernas y antes de terminar su rehabilitación fue internado en el Campo Militar Número 1. El pasado día 6, el juez del caso pidió una valoración médica a fin de reactivar el proceso que se le sigue por homicidio. La hoja general de egreso da cuenta de que el teniente Ramírez presenta signos vitales estables. Asienta también que se encuentra postoperado de amputación de miembros inferiores en “fase de fisioterapia” que puede ser casera, por lo que “se decide su egreso”. Interno en la prisión militar, donde no hay rampas para sillas de ruedas ni sanitarios ni regaderas para discapacitados, ni condiciones para que pueda desenvolverse y cumplir con la rehabilitación que le falta, el teniente Ramírez fue confinado a la enfermería de la cárcel, aunque por reglamento ningún interno debe quedar permanentemente en ese espacio. También se le ha privado de la totalidad de sus prestaciones y de la mitad de su salario, aunque no existe sentencia firme sobre su caso. En su declaración, Ramírez asegura que su desempeño atendió a impedir el paso de los dos vehículos con intención de ingresar droga a Estados Unidos, una actividad relacionada con las órdenes que había recibido, pues su servicio era en una “operación del alto impacto”. Conforme al artículo 6 de la Ley de Disciplina para el Ejército y la Fuerza Aérea, la insubordinación justificaba el uso de la fuerza –en este caso, del arma– a fin de imponer la disciplina. Es decir que el teniente Ramírez afirma haber actuado conforme a las directrices del Ejército. Además argumenta que el juez no valoró que el Código de Justicia Militar establece en su artículo 119 que la defensa de su persona es excluyente de responsabilidad penal. No obstante, al teniente se le acusa de haber cometido los delitos de abuso de autoridad causando homicidio calificado y lesiones. Respecto a los dos tráileres mencionados en el expediente, y visibles en los videos de la aduana que el juez militar no quiso admitir y sobre los que no hizo pronunciamiento alguno, no hay registro ni peritaje porque simplemente los demás soldados los dejaron ir.

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