En Tamaulipas, desplazados de guerra... y autodefensa *

miércoles, 1 de agosto de 2012 · 13:14
Amedrentados por los sicarios del Cártel del Golfo, que el martes 10 de julio irrumpieron en su pueblo para “brindarles protección” contra Los Zetas, muchos de los habitantes del municipio de Güémez, Tamaulipas, emprendieron un éxodo para salvar sus vidas. Quienes se quedaron coordinan la resistencia en organizaciones como Ciudadanos de Tamaulipas Cansados, al tiempo que denuncian la complicidad de las autoridades con los cárteles de la droga. Uno de los lugareños de la tierra del famoso Filósofo de Güémez resume la situación: “La guerra se puso más fea de lo que estaba”. CIUDAD VICTORIA, TAMPS. (Proceso).- - La madrugada del martes 10, el estruendo de los motores de una veintena de camionetas despertó a los habitantes de Güémez. Iban llenas de hombres encapuchados, quienes les gritaron desde los vehículos: “¡Venimos a liberarlos de Los Zetas, no se preocupen! ¡Ahora van a estar bajo la protección del Cártel del Golfo!”. “Estábamos dormidos cuando escuchamos que había mucho movimiento en la calle. Se oían gritos, rechinido de llantas, disparos”, relata a Proceso un lugareño. Temeroso aún, agrega: “Cuando nos asomamos vimos que esos hombres armados se metían a algunas casas y comenzaron a levantar gente”. Horas después, ya en pleno día, observaron a sicarios de ese cártel desplegados en las calles aledañas a la plaza. Se llevaban al que consideraban sospechoso de tener vínculos con Los Zetas. Pese al miedo, algunos habitantes se comunicaron al cuartel militar de esta ciudad, ubicado a 15 minutos de distancia por carretera, para pedir auxilio. “Mejor salgan del pueblo. Esto se va a poner feo”, les respondieron las tropas encargadas de proporcionar seguridad a los paisanos del famoso Filósofo de Güémez. Incluso les advirtieron que en cualquier momento llegaría el grupo contrario a “defender” la plaza. “Es posible que se arme la balacera”, les dijeron. Muchos optaron por huir, pese a que los sicarios del Cártel del Golfo amenazaron con quemar las casas abandonadas de esa localidad donde, según el censo de 2010, residen alrededor de 15 mil personas. En pocas horas algunas comunidades parecían “pueblos fantasmas”. Los que decidieron permanecer comenzaron a coordinarse para denunciar el acoso y exigir protección. Los integrantes del organismo Ciudadanos de Tamaulipas Cansados decidieron colocar mantas contra el narco en varias ciudades. Señalan la presunta complicidad de autoridades con las bandas que se disputan el territorio: el Cártel del Golfo y Los Zetas. En ellas señalan a comandantes, capos y sicarios de los dos cárteles, así como a los funcionarios que les brindan protección en las principales ciudades de Tamaulipas. Una de las mantas que colocaron en Reynosa menciona que el presidente Jesús Everardo Villarreal Salinas presuntamente paga una cuota al Cártel del Golfo. Con esos fondos presumiblemente el grupo compra armas y camionetas blindadas. En otra, los integrantes de Ciudadanos de Tamaulipas Cansados incluyeron fotos y nombres de los líderes de esa organización criminal que controlan la plaza de Reynosa. Dicen que los capos El Gringo y Mario Pelón o Metro 4 deben ser denunciados a la Marina y al Ejército. Las mantas de esta capital aludían a los responsables de la violencia que aqueja a la ciudad: Heriberto Lazcano, El Lazca o Z-14, y Miguel Ángel Treviño Morales, Z-40. En las de Nuevo Laredo se incluyó al alcalde Benjamín Galván Gómez y a su jefe de la policía, quienes son, según la organización Ciudadanos de Tamaulipas Cansados, los protectores de los líderes de Los Zetas en esa ciudad. Los promotores de las mantas forman parte de una nueva red de ciudadanos organizados que envían mensajes sobre situaciones de riesgo (SDR) en las ciudades de la entidad. En las últimas semanas incluso han propuesto organizar fuerzas de autodefensa ante la negligencia de las autoridades. Costos de la narcoguerra Es la segunda ocasión que la “narcoguerra” provoca el éxodo. En noviembre de 2010, los habitantes del poblado fronterizo de Ciudad Mier se trasladaron a Ciudad Alemán, mientras otros cruzaron la frontera y se internaron en territorio estadunidense para salvar sus vidas. Güémez es un municipio rural y se ubica en el kilómetro 24 de la carretera que comunica a la capital del estado con Matamoros y Reynosa. Las autoridades lo consideran la zona límite del territorio que se diputan los dos cárteles mencionados, que rompieron su alianza a principios de 2010. En esa región don Alejo Garza Tamez tenía un rancho que defendió con su vida cuando Los Zetas intentaron quitárselo en noviembre de 2010. A diferencia de aquel éxodo, tras la muerte de don Alejo, que ganó las primeras planas de la prensa nacional, esta vez la huida fue silenciosa. Hasta ahora sólo se ha informado de ella en las redes sociales. Las autoridades municipales y el gobernador Egidio Torre Cantú aún no se pronuncian al respecto. Hoy, muchos de los desplazados están refugiados en esta capital. “Tengo a toda mi familia en la casa. Llegaron a media mañana del martes 10; se vinieron con lo que traían puesto. Estamos todos amontonados pero ellos no se quieren regresar, tienen mucho miedo porque las cosas allá están muy tensas”, relata a Proceso uno de los afectados. Aunque hubo familias que, por temor a que sus viviendas fueran incendiadas o porque no tenían dónde encontrar asilo, se quedaron en sus comunidades y confiaron en los patrullajes del Ejército en la región. “Tenemos familiares en Güémez, los teléfonos están fallando… Este es uno de los únicos medios para informarnos –dice el entrevistado, al tiempo que muestra su cuenta de Facebook–. Por favor (envíennos) algún reporte de la situación actual.” Días antes de la irrupción de sicarios del Cártel del Golfo, la organización Valor por Tamaulipas comenzó a enviar mensajes a través de esa red social en los que alertaba sobre el recrudecimiento de la violencia en los municipios Padilla, Jiménez y San Carlos. Eran mensajes de SDR. “Para nosotros ya es común ver gente armada en los alrededores. Los retenes de mañosos y las balaceras, pero en los últimos días la situación empeoró porque los grupos recrudecieron su disputa por los municipios del centro del Estado, la guerra se puso más fea de lo que ya estaba”, relata uno de los informantes anónimos. Asegura que en municipios de la zona preponderantemente rurales muchos negocios y gasolineras optaron por cerrar. Incluso algunos de sus habitantes se fueron a otras localidades, aunque fueron pocos y lo hicieron de manera discreta. Los entrevistados explican a Proceso que los enfrentamientos por el territorio tamaulipeco se agravaron a partir de la salida de algunos zetas derivados de pugnas internas; algunos sicarios se acercaron al Cártel del Golfo, que ahora cobra fuerza en Nuevo Laredo y la capital tamaulipeca. Los granadazos del pasado 25 de junio contra los bancos HSBC, Banamex y el Palacio Federal en esta ciudad y los del día siguiente en la Central de Autobuses y la Policía Ministerial son resultado de ese reposicionamiento del Cártel del Golfo. El lunes 2 de julio, un coche bomba estalló afuera de la casa del secretario de Seguridad Pública del estado, Rafael Lomelí, causando cuatro muertes y heridas a seis personas, entre ellas tres civiles. El domingo 22, el Ejército informó que había retomado el control de Güémez. La noticia sólo alentó a 20 familias a regresar a su pueblo. “Cómo vamos a regresar los demás, si sabemos que allí siguen los peladillos”, comenta uno de los desplazados. *Aviso a los lectores.- Los cárteles del narcotráfico continúan imponiendo su ley en prácticamente todo el páis. Proceso asume la política de proteger a sus reporteros y corresponsales presentando -de manera excepcional- ciertas notas y reportajes relacionados con el narcotráfico sin su frima. DEl contenido de esos trabajos se hace responsable nuestra casa editorial.

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