Europa desconfía del gas "shale"

viernes, 14 de septiembre de 2012 · 22:19
MÉXICO, D.F. (apro).- Mientras México avanza en pos de la explotación de gas “shale” –tipo de gas no convencional que se encuentra en formaciones rocosas de esquisto--, sin mayores regulaciones, dos recientes estudios del Centro de Investigación Conjunta de la Comisión Europea recomiendan aplicar normas ambientales y sanitarias, por los riesgos que conlleva el aprovechamiento de esa materia prima. El reporte “Apoyo a la identificación de riesgos potenciales para el ambiente y la salud humana provenientes de operaciones de hidrocarburos que involucran fracking (fracturación hidráulica) en Europa”, elaborado por el consultor Mark Broomfield –de la firma inglesa AEA Technology plc--, llama la atención de las implicaciones para el ambiente y la salud humana este tipo de extracción utilizado para extraer las lutitas gasíferas o gas de esquisto (shale gas). El fracking es un método en el cual se inyecta agua, químicos y arena en el pozo para desprender la materia prima atrapada y provocar que el gas natural fluya hacia el conducto que lo catapulta a la superficie. “La experiencia estadunidense muestra que hay riesgo significativo de impactos debido a la cantidad de tierra usada en la extracción de gas. El requerimiento de uso de tierra es mayor durante la fase de fracking y menor durante la de producción”, cita el documento, de 292 páginas de extensión. El análisis identifica riesgo alto para sitios individuales de exploración, como la contaminación de agua subterránea y superficial, y uno moderado-alto en impactos sonoros. Mientras, señala inseguridades altas acumuladas en el tiempo como contaminación de agua subterránea y superficial, recursos hídricos, emisiones al aire, demanda de tierra, la biodiversidad, impactos sonoros y tráfico por el transporte de equipo y materiales. Desde hace tiempo, las autoridades comunitarias se han enfocado en el gas shale, del cual Europa posee un gran potencial. En febrero de 2011 el Consejo de Europa concluyó que la región debe evaluar su potencial para la extracción sostenible y el uso de combustibles fósiles convencionales y no convencionales. Un reporte de este año, solicitado por el Parlamento Europeo, llamó la atención sobre los potenciales riesgos ambientales y de salud asociados con la extracción de gas shale. Las lutitas gasíferas son canteras de hidrocarburos no convencionales, encajados en rocas que las almacenan, liberadas a gran escala por la fractura hidráulica. La combinación reciente de precios más altos de gas natural y el desarrollo de la producción de gas shale en Estados Unidos ha aumentado el interés en ese recurso a lo largo de Europa. En Estados Unidos ha habido un rápido crecimiento en la explotación de reservas de gas shale, con un incremento en la producción de 48%, entre 2006 y 2010. A pesar de haber reservas significativas en Europa, con gas shale técnicamente recuperable, estimado en unos 18 trillones de metros cúbicos, la explotación ha sido limitada a la fecha y no hay producción comercial en estos momentos. En Francia el gas de esquisto ha progresado poco. El fracking está prohibido. Sin embargo, se instauró un comité para evaluar los riesgos ambientales de este procedimiento y dar una opinión sobre las condiciones para la ejecución de los proyectos de investigación bajo supervisión pública. Desde 2004 el gobierno francés ha emitido nueve licencias de exploración de gas shale, pero hasta ahora ninguna compañía ha llevado a cabo perforaciones en suelo francés. En julio de 2011 se aprobó una ley que veta la exploración y aprovechamiento del recurso mediante la fractura hidráulica. En Gran Bretaña sólo un pozo ha sido “fracturado”, mientras que unos 10 tienen permisos para obras locales, pero no para la fractura hidráulica. Estimaciones gubernamentales del Departamento de Energía y Cambio Climático, de 2010, indicaron que podría haber hasta 150 billones de metros cúbicos de gas shale, pero cálculos más recientes de la industria hablan de que sólo en Lancashire, en el norte inglés, habría más de cinco mil billones de metros cúbicos del carburante. El 20 de marzo de este año el Instituto Geológico Polaco difundió un reporte sobre el potencial en lutitas gasíferas de esa nación, el cual contabilizó en hasta un mil 920 billones de metros cúbicos de reservas del combustible. La producción de lutitas gasíferas saltó de 11 mil 37 millones de metros cúbicos en 2000 a 135 mil 840 millones en 2010. De mantenerse ese crecimiento, en 2035 llegará a cubrir 45% de la demanda de gas general, según la oficina estadunidense de Información Energética. Prácticas contaminantes El informe menciona las causas detrás de estos riesgos, como el uso de volúmenes más significativos de agua y químicos comparados con la extracción de gas convencional y que “el rendimiento menor de los pozos de gas no convencional comparados con los convencionales implica que los impactos pueden ser mayores que los de los procesos de exploración y producción de gas convencional por unidad de gas extraído”. Ante la incertidumbre de la situación del hidrocarburo europeo, se identifican retos como “garantizar la integridad de los pozos y otros equipos a lo largo del desarrollo y la vida útil operativa y postabandono de la planta, para evitar el riesgo de contaminación superficial y subterránea”. Además, se expone que se debe garantizar que derrames de químicos y residuos líquidos con consecuencias ambientales potenciales sean evitados durante el desarrollo y vida útil operativa de la planta y la toxicidad potencial de los aditivos químicos y el desafío de desarrollar alternativas más verdes. A estas consecuencias se suman las de tipo contaminante, analizadas en el reporte “Impacto climático de la producción potencial de gas shale en la Unión Europea”, elaborado por Daniel Foster y Jonathan Perks –de las consultoras AEA Technology plc, CE Delft y Milieu. Los autores enfatizan en que “la contribución potencial de la producción de gas shale a los gases de efecto invernadero (GEI) es un área clave de interés”. Varios estudios han concluido en que el ciclo de vida de las emisiones de GEI, responsables del recalentamiento del planeta, del esquisto podría ser mayor que el del gas natural convencional, petróleo o carbón al usarse para generar calor y analizado en un lapso de 20 años. Sin embargo, la mayoría de estudios sugiere que esas emanaciones son menores que el carbón, pero mayores que el gas convencional. “Permanece un número de incertidumbres, como el nivel de emisiones asociado con la fase de compleción del pozo, niveles de reuso de agua y tratamiento de desechos líquidos. Sobre todo, las emanaciones del gas shale son dominadas por la etapa de combustión”, analiza el texto, de 158 páginas de largo. El gas natural se compone mayoritariamente de metano, del cual entre 3.6 y 7.9% de la producción del esquisto llega a la atmósfera por emisiones y fugas a lo largo de la vida útil de un pozo. Se estima que los GEI por unidad de electricidad generada por el gas shale serían entre 4 y 8% mayor que el fluido proveniente de gas en Europa. Otro dato relevante es que se ignora su balance energético –la energía consumida en la extracción comparada con la resultante del uso del combustible--, aunque los indicios apuntan a que es negativo. “La evidencia sugiere que podría ser imposible restaurar completamente sitios en áreas sensibles luego de la compleción del pozo o su abandono, particularmente en zonas de alto valor agrícola, natural o cultural. En un área mucho mayor, con instalaciones múltiples, esto podría resultar en una pérdida significativa o la fragmentación de instalaciones recreativas, tierras de cultivo o hábitat naturales”, advierten los especialistas. La Unión Europea sigue de cerca los crecientes estándares aplicados en Estados Unidos sobre el fracking. Casi la mitad de los estados de la Unión Americana han aprobado recientemente, o están por hacerlo, legislaciones sobre la fractura hidráulica. Este año la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas inglesas) emitió los Estándares Finales sobre Contaminación del Aire por Petróleo y Gas Natural, que incluyen pozos que son fracturados hidráulicamente. A ello se suma que el Departamento del Interior propuso, en abril de este año, una norma para requerir a las empresas a revelar públicamente los químicos utilizados en las operaciones de fracking, para garantizar que la construcción de torres de perforación se apeguen a estándares apropiados y para que su funcionamiento incluya planes apropiados de manejo de aguas residuales. Los reportes sugieren que la Comisión Europea adopte una visión estratégica de los riesgos potenciales con aristas como la caracterización científica de paisajes importantes, hábitat y corredores para informar de la planeación, prevención, mitigación y reclamo por efectos en la superficie; y un monitoreo de campo efectivo y cumplimiento de información de evaluación progresiva de los efectos acumulados sobre la comunidad y el uso de suelo. Asimismo, plantean la restricción o prevención del desarrollo en áreas de alto valor o sensibilidad en relación con la biodiversidad, recursos hídricos o efectos sobre las comunidades. Los informes recomiendan que el desarrollo de sistemas de reporte basados en evidencias, metodologías de estimación y factores de emisión deba enfocarse en las más significativas y más inciertas fuentes nuevas de emisiones de GEI. Los autores hallaron también brechas en la legislación comunitaria, como la falta de idoneidad en la legislación europea que podría llevar a riesgos para el ambiente o la salud humana insuficientemente abordados y dificultades en la aplicabilidad de ese marco legal.

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