Jan Fabre y el diseño de su propia tumba

martes, 18 de septiembre de 2012 · 20:18
LYON (apro).- Un altar, el aroma de cientos de flores que colman la sala y el silencio que asemeja al de un velorio es con lo que se encuentra el público del foro Le Polaris de esta ciudad; se trata del ritual funerario que el artista plástico y escénico Jan Fabre ha diseñado para su propia partida de este mundo. En entrevista en el marco de la XV Bienal de la Danza que se celebra aquí, Fabre explica que su performance Preparatio mortis es una suerte de conmemoración a la muerte de sus padres y, al mismo tiempo, el epitafio sobre el cual quiere bordar su propia despedida de la vida. El espectáculo escrito por Fabre para la bella Annabelle Chambon "es un tributo a los muertos, a aquellos que regresan a la vida en una especie de combate, es la lucha de Eros contra Tánatos. “Hablo de la muerte en mis danzas, pero también lo expreso en mis otros trabajos, en mi escritura, en mis dibujos. Porque como huérfano que soy, yo, nosotros nos volvemos mortales. Viendo hacia atrás, pienso que la muerte de mis padres me llevó a cierta soledad en mi trabajo, a la soberanía del desamparo”. Entre la oscuridad, se observa que las flores se mueven y por debajo de ellas emerge una mujer que se encuentra encima de un ataúd transparente. En ropa interior, ella es extraña y semeja entre modelo de revista y la encarnación de un espantajo sexy que se retuerce momento a momento por el foro y gime con dolor. La música es ensordecedora. Fabre, quien ha sido invitado a exponer en museos del nivel del Louvre, es reconocido por su interés performático y necesidad de llevar al límite del exceso sus propios demonios internos o, tal vez, sus caprichos. La mujer se encierra dentro del ataúd, se desnuda, se masturba con los tallos a manera de un dildo gigante, y posteriormente aniquila mariposas. La sensación que genera el espectáculo es la de que uno se encuentra frente a un enorme ego que es el que convoca. Y de ahí deambula a un intricado juego de la mente de alguien que transita entre el exhibicionismo histriónico y el desahogo terapéutico. No obstante, Fabre busca llenar los enormes vacíos de significados con centenares de flores, y acota que así ha diseñado a detalle cómo hará la puesta en escena de su propio funeral: "En verdad hice los arreglos hace algún tiempo. Hice una especie de testamento registrado frente a un notario de cómo quiero que se hagan las cosas: deseo que se haga una especie de escultura con mi cerebro después de que yo muera. Ya la diseñé e hice los dibujos. Eso es lo primero. Y en mi lápida quiero que aparezcan estas dos líneas: 'Soy un error. Tomo todo seriamente pero no de forma trágica'". La ovación es larga, el público parece, si no complacido, cuando menos muy interesado en destacar que lo que acaba de ver es la metáfora escénica más cercana al final de sus vidas.

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