Venezuela: ahora sí, elecciones competidas

martes, 2 de octubre de 2012 · 12:06
Este 7 de octubre los venezolanos irán a las urnas para decidir si quieren que Hugo Chávez acumule 20 años en el poder o si prefieren la alternancia, representada ahora por Henrique Capriles. Según varios expertos, nada está definido: aunque la base del actual mandatario es amplia, se cree que en realidad no manifiestan su intención de voto. A la incertidumbre se suman dos factores: el frágil estado de salud del presidente y el descrédito en el que han caído las principales encuestadoras del país, más atentas a quedar bien con el poder y con los medios que a reflejar datos reales. CARACAS (Proceso).- Por primera vez desde que contiende en elecciones presidenciales, el mandatario venezolano –que busca la reelección–, Hugo Chávez, no tiene el triunfo completamente asegurado. Se pronostica que los comicios a celebrarse el próximo 7 de octubre tendrán un final de fotografía: el aspirante opositor, Henrique Capriles Radonski, se ha posicionado bien gracias a una intensa campaña, mientras que el jefe de Estado parece resentir los efectos del cáncer que lo afectó recientemente, lo que se ha traducido en una agenda electoral limitada. A un frenético ritmo de tres actos diarios, Capriles –exgobernador del estado de Miranda– suma alrededor de 300 mítines públicos; en la semana final de la campaña (que termina este domingo 30) visitó nuevamente los 23 estados del país. Chávez, en tanto, ha encabezado una docena de concentraciones y sólo ha estado en seis de los estados venezolanos. En su campaña de 2006 encabezó 46 actos masivos. Para expertos en comunicación política, como Mariana Bacalao, el mandatario pudo reducir al mínimo su presencia en las regiones y en los actos públicos debido a que es una figura conocida ampliamente por los venezolanos, en tanto que Capriles enfatizó el contacto cara a cara y las pequeñas concentraciones. Aunque no hay una explicación oficial sobre la escasa movilización del jefe de Estado, ésta puede achacarse al cáncer que lo tuvo fuera de la escena pública durante dos periodos en 2011 y en 2012. Carlos Vecchio, coordinador político de Voluntad Popular –una de las agrupaciones que apoyan a Capriles–, asegura que el presidente hace un “uso ventajista” de los recursos del Estado, por ejemplo con las cadenas nacionales de radio y televisión. Chávez, según el monitoreo de este partido opositor, cuadriplicó en 2012 su tiempo en esas cadenas respecto a 2006, con más de 43 horas de alocuciones en los tres meses que lleva la campaña electoral. “En 2006, con cuatro meses de campaña sumó 656 minutos, lo que equivale a 11 horas. Actualmente, en tres meses, cuadruplicó su abuso del tiempo de difusión de cadenas presidenciales, ya que suman 2 mil 597 minutos: más de 43 horas”, sostiene Vecchio, quien denunció el caso ante el Consejo Nacional Electoral. Las cadenas nacionales de radio y televisión son un recurso legal del Ejecutivo, pero que se presta al abuso. Cuando Chávez decide transmitir así uno de sus actos, todo el sistema de medios radioeléctricos públicos y privados debe transmitirlo. La noche del martes 25 hizo uso de su prerrogativa y se enlazó en cadena nacional de radio y televisión para encabezar un acto de graduación de policías, lo que impidió la transmisión televisiva de un mitin de Capriles.   20 años   En caso de ganar las elecciones Chávez tendría un nuevo mandato de seis años a partir de 2013, con lo cual sumaría dos décadas ininterrumpidas en el poder. Se trata de un caso atípico en América Latina en donde el jefe de Estado quiere prolongar su mandato por la vía del voto. Según un estudioso de la opinión pública –quien pidió el anonimato–, Chávez tiene garantizados 6.5 millones de votos: 4.5 millones de los beneficiarios directos de los programas sociales en los sectores populares, 1 millón de quienes trabajan o tienen contratos con la administración pública y que están claramente identificados con el PSUV, y otro millón de venezolanos que han sido censados recientemente por el gobierno y a quienes se les ofrecieron viviendas a entregarse en los próximos meses. “Con un gobierno que tiene una lógica populista y de distribución de recursos es difícil creer que esos 6.5 millones no votarán por la reelección”, sostiene este experto. En 2006 Chávez se reeligió con 7.3 millones de votos. Este año quiere alcanzar 10 millones. Pero diversos analistas coinciden en que esa cifra no es factible debido a la polarización de estos comicios. Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y artífice de la candidatura unitaria de la oposición, sostuvo en conferencia de prensa el lunes 24 que Capriles necesita 7 millones de votos para garantizar su victoria. El padrón electoral de Venezuela consta de 19 millones de votantes. Expertos como Luis Salamanca, exdirector del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela, consideran que habrá una abstención de 25%, por lo que se calcula que el 7 de octubre votarán 14 millones de venezolanos. Un alto vocero oficial, Aristóbulo Istúriz, vicepresidente del PSUV, aseguró, por su parte, que aun con una pequeña diferencia de votos Chávez estaría dispuesto a reconocer su derrota.   Indecisos   La clave del 7 de octubre, según analistas como Carmen Beatriz Fernández, estará en los indecisos. Dos reconocidas encuestadoras –el Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) y Datanálisis– coinciden en la cifra de quienes no han definido su intención de voto: 17%, número alto en un país tan polarizado. Según Fernández, directora de Datastrategia, el alto porcentaje de indecisos en realidad está ocultando un problema de mayor magnitud. “Detrás de una respuesta de no saber por quién se va a votar, en verdad podemos estar en presencia de personas que tienen miedo de emitir su posición política”, dice la experta. Luis Christiansen, director de Consultores 21, una de las cuatro principales encuestadoras de Venezuela, explicó que su empresa aplica una serie de preguntas adicionales a quienes se dicen indecisos para ubicarlos electoralmente. Con ese método Consultores 21 sostiene que sólo hay 5% de indecisos y que la mayoría de quienes se negaron inicialmente a emitir su preferencia electoral están más inclinados por Capriles. Igual percepción tiene Eugenio Martínez, periodista especializado en la fuente electoral del diario El Universal. “Cuando se cruzan algunas variables que están dentro de las propias encuestas puede verse que quienes son indecisos están identificados con las propuestas políticas de oposición, sólo que optan por no dar abiertamente su punto de vista”, explica. Por su parte el exministro Gerver Torres –al frente de la organización no gubernamental Liderazgo y Visión– cree que “en Venezuela hay sobradas razones para que mucha gente quiera mantener encubiertas sus opiniones y su manera de pensar”, por las represalias que puede tomar el gobierno, por ejemplo en el reparto de los beneficios sociales o con puestos de trabajo. Un joven profesionista de 26 años, quien pidió el anonimato, cuenta cómo en la alcaldía en la que trabaja –dominada por el PSUV– le advirtieron al personal de forma abierta que quienes no voten por Chávez perderán su empleo. Este joven, además, ha sido obligado por el alcalde a presentar una lista de 10 personas, con sus datos de identidad completos, a las cuales él debe llevar a votar el 7 de octubre. El tema del miedo en esta elección tiene varias aristas. La jefa de la edición dominical de Últimas Noticias, Luz Mely Reyes, confirma que en una serie de reportajes hechos por este diario –el de mayor circulación en Venezuela– en poblaciones pequeñas “lo más llamativo fue la negativa de muchas personas a manifestar públicamente sus preferencias políticas”. Un elemento más lo aporta una investigación realizada recientemente por la Universidad Católica Andrés Bello a escala nacional: cuatro de cada 10 venezolanos teme que su voto no sea secreto.   Final de fotografía   Junto a temas como los indecisos o el miedo, otro aspecto que hace más difícil el pronóstico electoral en Venezuela está en lo que se llama popularmente “guerra de encuestas”. Desde antes de que comenzara formalmente la campaña, el pasado 1 de julio, los medios del Estado desplegaron de forma amplia datos de encuestas de empresas apenas conocidas. “Esta guerra de encuestas, con algunos precedentes en Venezuela, tiene su expresión más álgida en esta campaña, lo que hace prever que algunas empresas después del 7 de octubre quedarán con su credibilidad afectada”, pronostica Piero Trepiccione, politólogo y director del Centro Gumilla en la ciudad de Barquisimeto. Hay cuatro empresas demoscópicas con tradición en el país: el IVAD, Datanálisis, Consultores 21 y Datos. Por primera vez en las últimas décadas hay serias discrepancias entre las cuatro. El IVAD le da a Chávez una ventaja de más de 12 puntos. Datanálisis y Datos dan al mandatario una victoria de escaso margen, mientras Consultores 21 coloca a Capriles ligeramente por encima de su contrincante. Un experto en estudios de opinión explica que el IVAD ha sobreestimado a las clases populares, donde existe el voto duro de Chávez, mientras que Datos hace encuestas en poblaciones de más de 50 mil habitantes, lo que no le permite captar el impacto del mensaje de Capriles en sus visitas a decenas de pequeños poblados. Datanálisis, a juicio de este experto que pidió la reserva de su nombre, ha tenido problemas con sus pronósticos recientes, y Consultores 21 tiene afinidad con la candidatura de Capriles. A todo esto se añade un elemento perturbador: “Estamos viendo cómo los encuestadores pasaron a ser figuras muy mediáticas, con lo cual de alguna manera se desvirtúa su labor, ya que permanentemente están en los medios actuando como formadores de opinión”, sostiene Trepiccione. Detrás de todo hay signos que no pueden soslayarse. Al contrario de los procesos electorales de 1998, 2000, 2004 y 2006 (tres elecciones presidenciales y un referéndum), ahora no hay unanimidad en torno a Chávez. En las jornadas previas al llamado “Día D” no hay un pronóstico claro y categórico sobre el resultado de las urnas el 7 de octubre. Serán unas elecciones con final de fotografía.

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