Josefina y su adiós al PAN

lunes, 8 de octubre de 2012 · 21:08
MÉXICO, D.F. (apro).- "¡Josefina, tu historia no termina! ¡Josefina, tu historia no termina!", gritaban decenas de panistas a Josefina Vázquez Mota, la noche del 1 de julio, en la sede del Partido Acción Nacional (PAN), una vez reconocida su derrota y su tercer lugar. Esa fue la más reciente ocasión que Vázquez Mota pisó la sede nacional del PAN y es probable que no vuelva a hacerlo jamás. Aunque su historia no termina, como coreaban sus simpatizantes, su futuro podría ser al margen --y aun lejos-- de ese partido. En los hechos, desde esa fecha, Josefina le dijo adiós al PAN, una despedida que también involucra a Felipe Calderón y Gustavo Madero, tan responsables como ella en la peor derrota de ese partido en su historia y que puso fin a dos sexenios infecundos. Todavía con la adrenalina de la jornada, cuando aún se contaban los votos y ella había reconocido su derrota --algo que dolió a sus simpatizantes que estaban aún en las casillas--, Vázquez Mota deslizó esa noche una crítica sin destinatarios precisos: “Cada quien tendrá que hacerse una valoración profunda de lo que hizo y de lo que se dejó de hacer. El partido está obligado a reencontrar su origen ciudadano y a transformarse como institución con vocación de gobierno”. Cuatro días después, el jueves 5 de julio, convocó a “los más de doce millones de mexicanos y a los panistas que me honraron con su voto” a crear “un gran movimiento social” para exigirle al nuevo gobierno un conjunto de reformas a favor de la democracia, de las libertades y de los derechos ciudadanos. “Está historia no termina. Apenas está por comenzar”, rubricó ese día en un mensaje ante periodistas, que fueron impedidos de preguntar. Sin embargo, tras ese pronunciamiento y esa convocatoria, Vázquez Mota desapareció. Hasta hoy. Vacacionó casi dos meses en Europa, de donde regresó el 30 de agosto, se sometió a una cirugía de ojos y sólo ha aparecido públicamente dos veces, en fechas fúnebres por la muerte de sus amigos Roberto González Barrera y Alonso Lujambio. En su más reciente reaparición, en Palacio Nacional, su rostro fue sobrecogedor: angulado, demacrado, rugoso. Nada más. Inclusive ha dejado sin respuesta la oferta que le hizo Madero –el 19 de julio-- para hacerse cargo de la Secretaría de Acción Política, que él aseguró que había aceptado, y ya aclaró internamente que no le interesa la presidencia del PAN. Vázquez Mota ha declinado, además, multitud de solicitudes de entrevistas y hasta la página de Internet de su campaña, www.josefina.mx, está suspendida. Aunque un grupo de amigos y excolaboradores le han dicho que es un error su silencio tan prolongado, porque los vacíos se llenan y porque “santo que no es visto no es adorado”, ella ha decidido aprovechar todo el tiempo a recuperarse, física y emocionalmente, del desgaste que implicaron prácticamente 12 años de actividad ininterrumpida, particularmente el año más reciente de precampaña y campaña. La semana pasada tenía previsto hacer un pronunciamiento público, pero decidió posponerlo hasta la próxima, tras un viaje a Estados Unidos donde, al parecer, está su futuro inmediato: Integrarse a una fundación, una universidad o un organismo internacional. El alejamiento de Vázquez Mota del PAN, incluyendo la disputa por los mendrugos, ha hecho que prácticamente todos sus colaboradores hayan vuelto a sus antiguas actividades, estén en el desempleo o hayan encontrado acomodo aun en el gobierno: Un ejemplo es Daniel Hernández, su principal asesor político desde hace 12 años, quien aceptó ser --por tres meses-- director general de Oportunidades. Lo que es un hecho es que Vázquez Mota, aunque no renuncie a su militancia, ya dijo adiós al PAN… Apuntes “Familia por familia”, fue la consigna del grupo criminal que ordenó ejecutar a José Eduardo Moreira, hijo del expresidente priista Humberto Moreira y sobrino del gobernador Rubén Moreira, uno de cuyos grupos policiacos abatió a Alejandro Treviño Chávez, sobrino de Miguel Ángel Treviño Morales, L-40, segundo al mando de Los Zetas. Repugnante el crimen, asquea también la condición de privilegio de una familia de la elite, a cuyo servicio se pone el Estado. Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado

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