Dilema

martes, 9 de octubre de 2012 · 13:15
MÉXICO, D.F. (apro).- Patéticos humanos: reconocemos y admitimos que les cabe toda la razón cuando sostienen y dicen que su sociedad está en crisis, enferma de muerte. Que esa su globalidad democrática y democratizadora es una sociedad fallida, al punto incluso, como afirman entre ustedes más de uno, seguidores de una manera u otra del alemán O. Spengler, que la misma, más que de otra cosa –de no ser cinismo–, de lo único que da señales es de decadencia. Sí, así es, si se le juzga por los tantos de ustedes que, por angas o por mangas, se han manifestado y se están manifestando tan multitudinariamente contra esa su globalidad en tantos rincones del planeta: en los países islámicos del norte de África, en Grecia, España, Irlanda, Portugal, Francia, Italia y hasta en las ciudades de Berlín y Nueva York, consideradas los corazones y puntales de ella. Sí, no cabe duda, considerando esos movimientos de protesta colectiva, y que esa su globalidad homogeneizadora por esencia no les sienta bien a todos, que la consideran antihumana por no sentirla, por ir contra sus necesidades –¿o es que tantos y tantos de ustedes son unos inadaptados, unos revoltosos profesionales, unos antisociales?–, es como para que lo piensen, ¿o no es así? Por nuestra parte, patéticos humanos, se nos hace muy cuesta arriba admirarlos y tenerlos como los reyes de la laceración, como ustedes mismos se consideran y autocalifican, los seres más inteligentes de la creación. Difícil se nos hace, insisto, al verlos y comprobar por sus acciones lo difícil que les es el manejo y adaptación de esa necesidad de tantos y tantos de los que respiran y se mueven sobre el planeta: la de reunirse, formar grupos, asociarse, formar sociedades y así tener más posibilidades de sobrevivencia, como lo hacen ciertos insectos, variados peces, y no pocos mamíferos, formando enjambres, cardúmenes, bandadas, manadas y rebaños. Estas agrupaciones, repito, las llevan a cabo los animales porque, instintivamente, se sienten así mejor protegidos y mucho más a salvo contra los peligros que los acechan que cuando viven solitariamente. Sí, lo admitimos, ante esas verdades evidentes, nos destantean por momentos y hasta nos irrita que, al contrario de nosotros, que aceptamos y por lo general hasta perseguimos de buena gana nuestras sociedades, tantos de ustedes cuestionen, rechacen e incluso se rebelen contra su propia sociedad. Y más nos pasma que, cuando para mejorarla, para hacerla más vivible, en vez de ejercer soluciones verdaderas, no pocas veces lo hagan con argumentos y acciones que más bien son dilemas que otra cosa, es decir, propuestas y acciones que en vez de resolver sus dificultades, más bien las enredan, las hacen difusas, confusas y terminan por aumentarlas… pero tan pronto recordamos que tales acciones y sus resultados se deben a que son contradictorios por naturaleza, nos reconciliamos con sus procederes. Se los decimos por si les sirve de consuelo, pero ante estos juegos de análisis, explicaciones y comprensión de hechos, esperamos que las comprendan y perdonen por ello, pues igualmente es natural que abejas, hormigas y termitas se sientan orgullosas de sus sociedades e incluso presuman que, por el alto grao y admirable ejemplo de organización que existe en las mismas, bien merecen servir de ejemplo a las de ustedes, patéticos, por contradictorios, humanos… ¿Qué piensan al respecto? Bien, ante sus dificultades para tener un feliz avenimiento con su propia sociedad, pensamos que se les puede decir, remedando a una gran poetiza mexicana, lo siguiente: Humanos necios que acusáis a la sociedad sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que os quejáis. Bueno, eso pensamos, ¿pero por qué es así? Consideramos que se debe a que tal vez muchos de ustedes son ignorantes y por ello no se explican su situación social; otros, aunque se la expliquen y entiendan, quizás callan y no actúan por miedo a que los repriman, y otros más la dejan pasar por conveniencia, porque así benefician a sus intereses personales. Bien, eso pensamos, y creemos que la mera verdad de la solución de esas sus contradicciones con sus contrariedades, que les impiden ejercer acciones que les pongan en armonía con su sociedad, es una labor social y socializadora que cada uno de ustedes, los humanos, tiene que llevar a cabo personalmente. Con la esperanza de que, por su bien, sea así… ¿serán capaces? LA LECHUZA DE ATENEA

Comentarios