José María Bulnes, la invención de lo posible

martes, 8 de enero de 2013 · 11:58
En tres países latinoamericanos dejó honda huella este escritor, profesor, filósofo y luchador por los derechos humanos e indígenas: Chile, donde nació en 1931 y murió el 28 de diciembre pasado en circunstancias trágicas; Puerto Rico, donde comenzó a destacar en el mundo académico, y México, al cual se integró durante su exilio como maestro de la UNAM. En este último aspecto, desde Chile, uno de sus discípulos valora su ejercicio de cátedra como “un renovador del pensamiento social y político”, mientras que dos abogados ofrecen el testimonio de la aventura compartida con Bulnes de la defensa de los derechos de los mapuches y pehuenches. A su vez, en México, Rafael Vargas, colaborador de Proceso, rememora su paso por la UNAM cuando fue su maestro. Y se reproduce íntegro el texto del intelectual escrito en 2003 para la presentación del libro de Proceso México: Su apuesta por la cultura. VALPARAÍSO, Chile (Proceso).- La violenta muerte del filósofo José María Bulnes, acaecida el viernes 28 de diciembre, ha causado impacto entre letrados y defensores de los derechos humanos. Nadie preveía que un académico que volcó su vida y su amplio bagaje cultural en defensa de perseguidos y humillados iba a ser ultimado a puñaladas en su domicilio de Santiago. El autor confeso del crimen, Gustavo Soto, de 25 años, fue detenido cuando intentaba atravesar hacia Argentina –por el paso Los Libertadores– con las pertenencias obtenidas en el asalto. Soto, quien realizaba trabajos esporádicos para Bulnes, fue imputado por la Fiscalía de Maipú por los delitos de robo, homicidio e incendio intencional. Bulnes Aldunate fue enterrado el 29 de diciembre en el cementerio de Zapallar. El jueves 3 de enero se le rindió un homenaje en la sede central de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales (Arcis), que fue presidido por el rector Carlos Margotta y por la familia de Bulnes. Allí se descubrió una placa recordatoria y se bautizó un espacio central con su nombre.   Hombre comprometido   José María Bulnes Aldunate nació en Santiago de Chile el 14 de julio de 1931. Realizó estudios en derecho (Universidad Católica 1949-1952); obtuvo la licenciatura en filosofía y lenguas clásicas, Universidad de Chile (1952-1956). Entre 1957 y 1959 fue rector del Colegio Santiago. En 1959 se trasladó a Puerto Rico, a donde llegó invitado por Ángel Quintero Alfaro, decano de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. En esa universidad se desempeñó como profesor en los departamentos de Humanidades, Ética, Lenguas Extranjeras y de Lenguas y Literatura. También obtuvo un magister artium (Universidad de Puerto Rico, 1963). Realizó numerosas publicaciones bajo el sello CIDOC (Centro Intercultural de Documentación), entre las que destaca Unidad y testimonio de las grandes letras hispanoamericanas (1970). De vuelta en Chile, el presidente Salvador Allende lo nombró director ejecutivo del Programa O’Higgins (1971-1973), que fue gestionado por el Centro de Estudios de la Realidad Nacional de la Universidad Católica de Chile. Tras el golpe militar, Bulnes decidió, como tantos otros chilenos, vivir su exilio en México. Allí fue profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (1974-1988), mismas funciones que desempeñó en el Centro de Estudios Políticos y en el Centro de Estudios Básicos en Teoría Social. En México también fue director fundador de Le Monde Diplomatique en español (1978-1981) y tejió vínculos con destacados intelectuales, entre ellos el director fundador de la revista Proceso, Julio Scherer García. Tras el retorno a la democracia (1990) volvió a Chile. Allí, junto con Carlos Ossandón, Mario Berríos, Luis Torres y otros académicos, dio vida a la Arcis, centro de estudios que en las últimas dos décadas ha cobijado parte importante del pensamiento crítico chileno. Es claro que José María Bulnes dejó huella. Según la destacada abogada defensora de los derechos humanos Nancy Yáñez, Bulnes “fue un luchador por los derechos humanos toda su vida. Eso se manifiesta no sólo en la defensa de los derechos humanos vulnerados en dictadura, en la que él destacó, sino que también fue un defensor de los derechos de los pueblos indígenas, fue un defensor del medio ambiente. Su papel fue central en la defensa de indígenas afectados por la construcción de la central Ralco” a mediados de los noventa. Yáñez, que es codirectora del Observatorio Ciudadano, compartió labores con Bulnes en el Departamento de Derechos Indígenas de la Universidad Arcis, creado y dirigido por él en 1993. Añade la jurista: “Quienes imaginamos que en democracia las cosas iban a ser distintas que en dictadura, nos encontramos con que los pueblos indígenas fueron nuevamente humillados.” Yáñez afirma que en ese contexto de destrucción del medioambiente y aplastamiento de las comunidades indígenas, Bulnes se convirtió “en un gran defensor de los derechos colectivos, de una nueva generación de derechos humanos”. El también abogado indigenista Roberto Celedón vierte igualmente elogiosas palabras para el letrado chileno: “José María Bulnes era una persona de gran cultura y sencillez. Puso todas sus capacidades al servicio de la lucha de los más desposeídos. Su muerte es una pérdida irreparable.” Celedón conoció a Bulnes antes del golpe, cuando éste dirigía el Programa O’Higgins. A su entender mostró allí cuán amplia era su calidad humana y profesional: “Impulsó un plan de desarrollo de las comunas rurales de la provincia de O’Higgins extraordinariamente interesante, que se construyó con base en el diálogo y el requerimiento de los campesinos.” Y lo mismo hizo en el Departamento de Derechos Indígenas de la Universidad Arcis, con el propósito de que “hubiera una instancia que apoyase las demandas y lucha de los pueblos indígenas, ya en el marco de la transición a la democracia”. Celedón dice que este fue un departamento que prestó gran ayuda a la causa indígena: “En esta área nos tocó colaborar estrechamente en la defensa de 144 mapuches del Consejo de Todas las Tierras, perseguidos en 1993 y 1994.” Los gobiernos de Patricio Aylwin y de Eduardo Frei, ambos democratacristianos, habían acusado a esos indígenas de asociación ilícita y usurpación de tierras. El caso llegó a la Comisión Interamericano de Derechos Humanos (CIDH), la que constató las infracciones a las garantías de un justo proceso de que fueron víctimas los mapuches que estaban liderados por el werken (mensajero) Aucán Huilcamán. El abogado Celedón recuerda que por los mismos años le tocó a Bulnes participar de la defensa de las comunidades pehuenches del Alto Bio Bio –centro-sur de Chile–, Quepuca Ralco y Ralco Lepoy, que serían afectadas por el proyecto de construcción de la hidroeléctrica Ralco. Este caso se convirtió en el primer gran conflicto que tuvieron los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia con los pueblos indígenas. Y también llegó a la CIDH, instancia que exigió al Estado de Chile respetar los derechos de los pehuenches. Dada las movilizaciones en el país –que abarcaron masivas protestas del universo mapuche y no mapuche– y la presión internacional, “se llegó a un acuerdo altamente satisfactorio para los demandantes pehuenches”, señaló Celedón. Destaca asimismo que en este proceso el papel de Bulnes y del departamento que él dirigía “fue muy relevante desde el punto de vista del análisis, de los estudios que se elaboraron para defender los intereses de los pehuenches. Y también para conseguir una solución amistosa con el Estado de Chile”. Dice que Bulnes, a pesar del papel articulador que jugaba en ese proceso, siempre mantuvo un bajo perfil: “Fue una persona extraordinariamente fina, delicada, jamás intentó sustituir el protagonismo de las organizaciones indígenas.” Y para graficar el cariño que los pueblos originarios tienen por el recientemente fallecido académico, Celedón cuenta que un día después de la muerte de Bulnes lo llamó por teléfono desde Colombia el werken Huilcamán. “Me manifestó de manera muy sentida, emocionada, que con la muerte de Bulnes los pueblos indígenas de Chile habían perdido a uno de sus mejores amigos.” El jurista relata que el conocimiento que alcanzó Bulnes de la realidad indígena en Chile, México y otros países de América Latina “fue un factor muy importante en la creación de vínculos entre estos mismos pueblos”. Otra mirada, no menos elogiosa, es la que tiene de Bulnes el escritor y sociólogo Fesal Chain, quien lo conoció siendo su estudiante: “Entré a la Universidad Arcis en 1986. ‘El ojo’ (así se le llamaba) no era más que un pequeño instituto donde convergían hijos de exiliados, pobladores y una clase media de larga tradición comunista. Ya en el año 1987 el Arcis creció y nos fuimos al centro de Santiago (…) entonces elegí la cátedra de ciencias políticas que justamente dictaba el profesor Bulnes Aldunate. Toda la cátedra no se trató más que de una sola cosa: pensar, mirar con ojos nuevos. Dejar atrás las ideas preconcebidas, salir del eslogan habitual de una izquierda trasnochada y derrotada.” Agrega Chain: “Para mí todo ese año fue un deleite. Una especie de confirmación de que la locura esencial del estallido del pensamiento era legítima y necesaria. Probablemente por primera vez en mi vida sentí que tenía un lugar, y que ese lugar era yo mismo, mis propias capacidades. Para mí José María fue la maravilla de la invención de lo posible y, en suma, creo que para todos quienes fuimos sus alumnos, fue un innovador, un renovador del pensamiento social y político, un porfiado, un rebelde y, sobre todo, uno de esos hombres que se dan muy de tarde en tarde en la historia, aquellos –al decir de Camus parafraseando a Lawrence– que, sabiendo que nos encontramos en una época trágica, no desesperan nunca y que con su pensamiento y vitalidad le dan un gran puntapié a la desgracia.”

Comentarios