¿Por qué es así?

martes, 19 de febrero de 2013 · 13:02
MÉXICO, D.F. (apro).- Patéticos vivientes, lectores de esta carta, me van a perdonar que así los califique, pero esa impresión me dan. Cualquiera sea el rincón de esa su globalidad en la que respiran, den lectura a la misma. Sí me conmueven, me producen dolor, tristeza y, por momentos, vergüenza también. ¿A qué se deben esos sentimientos? Por que a los 88 años de haber dejado el planeta Tierra, se puede comprobar y afirmar que de poco o nada les ha servido el saber más cosas, el ser más sabios para hacerse mejores. Como muchos otros, el servidor de ustedes fue de los que tuvieron por cierto lo que dijo Darwin: que la lucha por la vida y la selección natural son los mecanismos esenciales de la evolución; esta certeza me llevó a dar un siguiente paso; fui igualmente de los fieles creyentes de que la lucha por la vida y la selección natural, al asegurar la sobrevivencia de los más adaptables, de los que más se acomodaban a las circunstancias de la naturaleza, era igual a garantizar la persistencia de los mejores en sentido moral. ¡Error, iluso de mi! No puedo alegar inocencia de mi parte en esta conclusión, lo más que puedo decir es que me traicionó mi idealismo, como podrá asegurar… o rechazar, el amable lector que siga leyendo la presente. Como médico, psicólogo, antiimperialista, sociólogo y criminalista, admití, como verdad evidente que era, que la asociación es favorable e incluso indispensable para la sobrevivencia de muchas especies de animales y también para la nuestra; igualmente fui consciente de otra verdad evidente: la lucha por la vida se da en tres formas y, en ocasiones, de manera simultánea: de los individuos entre sí, del individuo y del grupo y entre los diversos grupos. Asimismo observé, tuve muy en cuenta, señalé y sostuve que en la lucha por la vida se emplean dos elemento importantes: el poder, la fuerza y el disimulo o engaño, del que hacen uso y hasta abusan de ellos, en ocasiones, el individuo, que grupos de los mismos formados por necesidades o deseos determinados ya establecidos. En este último caso, estimados lectores, ¿quién creen que triunfe si entran en conflicto: el individuo o el grupo? Por su parte, este servidor de ustedes, teniendo en cuenta que toda actividad del humano puede tener sus mañas y artimañas, se esforzó por aleccionar a sus contemporáneos diciéndoles que un mundo de presuntuosos e hipócritas inducen al individuo a engañar a sus prójimos. Que todo le dice: ¡miente y aparenta!, y el lo hace. Que la culpa era de las costumbres que se basaban en mentiras que han envenenado la educación y en la tolerancia que se les tiene, fomentando en cada uno la voluntad más imperiosa de engañar para poder vivir. Les puse en guardia contra los llamados grupos de presión; les advertí también del peligro que representa el racismo y de los riesgos que pueden encerrar las disputas nacionales e internacionales, y les dije que los gritos que se levantan de las mismas, muy bien pueden ser para proteger a los que los emiten, o para mover y arrastrar indiferentes a luchas ajenas a sus necesidades y deseos. A más de eso, igualmente les puse sobre aviso de las intenciones de la propaganda que se usa para excitar al ardor patriótico, ya que la misma puede que no tenga otra meta que la de cubrir, afirmar, conservar y, si es posible, aumentar los privilegios de grupos que de ella se benefician y, por supuesto, la generan. Las anteriores y otras exhortaciones parecidas se las dirigí a mis contemporáneos movido, lo confieso, por la creencia de que los ideales morales son básicos e imprescindibles para el progreso humano, y por pensar que la ciencia puede dar verdad e idealismos. He ahí el por qué de mi desencanto y amargura expresados en la presente al ver y comprobar en el mundo en que viven. ¿Significa el mismo que mis pensares eran falsos? ¿Que me equivoque? Estimados lectores, en cualquier rincón de esa su globalidad en que viven y le dan lectura, ¿qué pueden decirme?... pero antes de que me juzguen, les pido que miren a su alrededor para que comprueben si la sociedad de la que forman parte no ha llegado a niveles de simulación, engaño, mentira, que necesite por fuerza de urgentes cambios… que analicen si sus respectivas patrias no son madres amorosas para los menos y madrastras crueles para los más… si en sus países cualquier ideal que beneficie al bien común no es visto como populista, como políticamente incorrecto… eso les pido para que admita de ustedes un juicio condenatorio… y tómense el tiempo que quieran, pues eso, como saben, no me afecta. Sinceramente de ustedes en el afán de perfección. JOSÉ INGENIEROS

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