Hacia la "Consagración de la primavera"

miércoles, 6 de marzo de 2013 · 13:37
MÉXICO, D.F. (apro).- Se cumple un siglo del estreno del ballet La consagración de la primavera con música de Igor Stravinsky y coreografía de Vaslav Nijinsky, rusos los dos, quienes lograron hacer de ambas expresiones una de las obras más importantes del arte contemporáneo. Por esa razón, tanto la música como la coreografía en sus múltiples versiones será el plato fuerte de festivales y encuentros artísticos alrededor del mundo en el intento de hacer homenaje a una de las ternas–hay que agregar a Serguei Diaghilev autor de la idea-- más fructíferas en el desarrollo del arte. Estrenada en el Teatro de los Campos Elíseos en París, Francia, la obra fue comisionada por Serguei Diaghhilev--, director de los legendarios Ballet Rusos Stravinsky y Nijinsky, con la idea de hacer un gran homenaje a la “Rusia blanca”, ese espacio intemporal e inasible que miles de exiliados durante la Revolución Socialista de aquel país extrañaban e idolatraban preservando recuerdos, enarbolando tradiciones y sobre todo soñando siempre sobre el territorio de lo que nunca fue. Temperamento, pasión y añoranza fueron el sustento para llevar al escenario a la Rusia pagana, primitiva en un juego admirable del arte y la ciencia de los sonidos y los silencios que se contrapunteaban con una forma diferente de abordar el cuerpo, el movimiento y un paisaje terrenal que siempre quita el aliento y sobrecoge el corazón. Diaghilev poseía el olfato de los que saben apreciar lo único e invaluable y sabía que tanto Stravisnky como Nijinsky eran tesoros vivientes que innovaban con sólo mirar desde otra perspectiva el foro, la partitura y el cuerpo. Con síntomas avanzados de esquizofrenia, Nijinsky vivía en la debacle de hundirse en un salto a la locura junto con sus propios demonios. Salidas y entradas a hospitales siquiátricos –manicomios— eran constantes y él mismo tenía claro que mucho de lo que tenía de genio surgía por un lado de su gran fisicalidad y por el otro, de su capacidad de convertir en arte lo que para otros era un síntoma claro de su inescrutable personalidad. Cómo logró estructurar y trazar con los cuerpos sus obras, sigue siendo un misterio dado que no existe ninguna filmación de él bailando. Los únicos movimientos en cine que hay son una toma de unos cuantos segundos de él caminando por la calle y saludando a la cámara. Todo lo demás son fotos y descripciones periodísticas, crónicas y críticas que aparecieron en los diarios de la época. La consagración de la primavera fue un fracaso la noche de su estreno. Las reseñas de la época dan cuenta de que el ballet en dos actos fue abucheado aquella noche del 29 de mayo de 1913. Se cuenta incluso que se tuvo que recurrir a los acomodadores del teatro para tratar de impedir la salida masiva del público furioso al sentir que le habían tomado el pelo o gastado una mala broma. Stravinsky ya había trabajado con Diaghilev anteriormente en Petrouchka y Pájaro de fuego que habían sido coreografiadas por el célebre Michel Fokine y habían tenido gran éxito, aunque habían sido señaladas como piezas un tanto temerarias y de un extraño colorido tonal. Y si bien el público francés suele ser amante de las vanguardias, el ballet no pasaba por su mejor momento abigarrado de ninfas, hadas, princesas y toda suerte de personajes mágicos y pueriles. Así que cuando se estrenó El preludio a la siesta de un fauno con coreografía de Nijinsky, la gente había quedado estupefacta cuando el apasionado fauno terminó la obra masturbándose con el velo de una bella ninfa olvidado sin querer… Dicen que ninguno de los involucrados en el estreno de la Consagración de la primavera superó del todo el enorme fracaso de esa noche. Se dice que los que se quedaron impertérritos y más bien fascinados con el espectáculo fueron Pablo Picasso y Jean Cocteau, mientras que Camille Saint-Saëns hizo todos los aspavientos posibles para que se supiera de su indignación. Mientras tanto Pierre Monteaux, director de la orquesta simplemente ignoró todo lo que sucedió en la platea. Con una línea argumental definida y establecida a manera de guión, la obra se divide en dos partes e incluye una serie de movimientos que a manera de rituales iniciáticos se bordan con augurios, danzas de seducción, juegos de adolescentes, rondas infantiles, evocaciones del saber de los ancianos danzas guerreras y danzas de sacrificio. Grupos internacionales como el Ballet del Siglo XX, Compañía de Pina Bausch, Compañía de John Neumaier presentaron sus versiones del ballet en México. En el país se pueden ver en repertorio los montajes de Gloria Contreras con el Taller Coreográfico de la UNAM –una versión curiosa con pirámides y referencias prehispánicas—y el de Claudia Lavista y Víctor Manuel Ruíz con Delfos Danza Contemporánea que utiliza la versión para piano y percusiones. Esta última estará de gira todo el año y se presentará en varias ocasiones con orquesta en el teatro Ángela Peralta de Mazatlán.

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