Insisten en deslindar a Francisco de la dictadura argentina

jueves, 21 de marzo de 2013 · 14:56
MÉXICO, D.F., (apro).- El sacerdote jesuita Franz Jalics volvió a deslindar al papa Francisco de cualquier nexo con la dictadura argentina y de su arresto por su presunta vinculación con la guerrilla. En una segunda declaración sobre el polémico tema que persigue a su Santidad, Jalics, quien permaneció cinco meses encerrado y con los ojos vendados, aseguró que “Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por el padre Bergoglio”. La declaración de Jalics fue difundida por su orden religiosa desde Alemania, donde reside el jesuita, de 87 años, quien aceptó  que “antes creía que habíamos sido víctimas de una denuncia”, pero dijo que a finales de los 90, tras varias conversaciones, llegó a la conclusión de que esas suposiciones eran “infundadas”. Apenas la semana pasada, el sacerdote manifestó que no podía hacer pronunciamiento alguno sobre el papel desempeñado por el entonces cardenal argentino en el caso y, aún más, dijo que para él ese asunto estaba cerrado. Sin embargo, la nueva declaración del jesuita surge tras la difusión del testimonio de Bergoglio ante la Junta Militar y las acusaciones que pesan en su contra en el sentido de que no intercedió ante ese órgano por Jalics y Yorio, quienes ejercían en una villa miseria de la capital argentina, cuando fueron secuestrados y torturados. En su edición de esta semana, el semanario Proceso (número 1898) publicó una nota del corresponsal Francisco Olaso, quien reproduce una parte de lo que escribió Jalics en el libro Ejercicios de meditación (1995). Según el sacerdote jesuita, Yorio y él fueron desacreditados en la propia orden, los acusaron de herejes, de tener compromiso con la guerrilla, y de convivir con mujeres. “Mucha gente que sostenía convicciones políticas de extrema derecha veía con malos ojos nuestra presencia en las villas miseria. Interpretaban el hecho de que viviéramos allí como un apoyo a guerrilla y se propusieron denunciarnos como terroristas. Nosotros sabíamos de dónde soplaba el viento y quién era responsable por estas calumnias. De modo que fui a hablar con la persona en cuestión y le expliqué que estaba jugando con nuestras vidas. “El hombre me prometió que haría saber a los militares que no éramos terroristas. Por declaraciones posteriores de un oficial y 30 documentos a los que pude acceder más tarde pudimos comprobar sin lugar a dudas que este hombre no había cumplido su promesa sino que, por el contrario, había presentado una falsa denuncia ante los militares”. Una carta que su compañero Orlando Yorio escribió durante su exilio en Roma, en noviembre de 1977, al asistente general de la Compañía de Jesús, un sacerdote apellidado Moura, permite revelar la identidad de la persona en cuestión. “En esa recapitulación escrita 18 años antes que el libro de Jalics, Yorio cuenta lo mismo, pero en vez de ‘una persona’ dice Jorge Mario Bergoglio”, refirió el periodista Horacio Verbitsky, actual presidente del CELS, en un texto publicado el 11 de abril de 2010. El entonces arzobispo de Buenos Aires fue investigado por la justicia en 2010, en calidad de testigo, en el marco de la Causa ESMA (centro clandestino de la Escuela de Mecánica de la Armada). Allí aseguró que mantuvo reuniones con los exintegrantes de la Junta Militar, Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, para pedir la liberación de dos sacerdotes secuestrados. El flamante Papa se había referido ya a Yorio y Jalics en el libro de entrevistas El jesuita. “El superior general de los jesuitas, quien por entonces era el padre Arrupe, dijo que eligieran entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús y ordenó que cambiaran de comunidad”, sostiene. “Como ellos persistieron en su proyecto, y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía”. Bergoglio dice haberles ofrecido vivir en la casa provincial de la Compañía de Jesús para su seguridad, ante los rumores de la inminencia del golpe de Estado, que finalmente se produjo el 24 de marzo de 1976. “Nunca creí que estuvieran involucrados en ‘actividades subversivas’ como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban”, continúa Bergoglio. “Pero, por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje.” La semana pasada la prensa argentina publicó algunos testimonios de personas a las que Bergoglio ayudó durante la dictadura. El propio Papa refiere algunos casos en El Jesuita: Cobijó en el Colegio Máximo a seminaristas perseguidos e intercedió por un joven catequista secuestrado que después recuperó la libertad. “Saqué del país, por Foz de Iguazú, a un joven que era bastante parecido a mí con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote (...) y, de esa forma, pudo salvar su vida”, recuerda Bergoglio. Este punto no lo refutan ni siquiera sus detractores: “Conozco gente que él ayudó. Eso habla de sus dos caras y de su cercanía con el poder militar. Maneja la ambigüedad con maestría. Si los mataban se los sacaba de encima, si se salvaban él los había salvado. Por eso hay gente que lo considera un santo y otros que le tienen terror”, dijo en abril de 2010 Rodolfo Yorio, hermano del jesuita Orlando, al diario Página 12.   Francisco no fue cómplice de la dictadura: Premio Nobel   En Roma, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz y renombrado militante de derechos humanos, aseguró que el papa Francisco “no fue cómplice de la dictadura” argentina. “Papa no tuvo nada que ver con la dictadura. No fue cómplice de la dictadura, no colaboró. Prefirió una diplomacia silenciosa, de pedir por los desaparecidos, por los presos”, afirmó Pérez Esquivel en una conferencia de prensa celebrada al término de una reunión con el pontífice argentino en el Vaticano. Añadió: “Dentro de la jerarquía católica argentina hubo sí algunos obispos cómplices con la dictadura, pero no Bergoglio”. Y reconoció que hubo pocos obispos que fueron compañeros de lucha contra la dictadura, aunque ya nos conocíamos”. Sobre su encuentro con Francisco, dijo que conversaron de diferentes temas y en particular de la defensa de los derechos humanos. “El Papa dijo con claridad que hay que buscar verdad, justicia y reparación”, aseguró el Nobel de la Paz 1980.

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