"La consagración de la primavera" y otras sorpresas

martes, 9 de abril de 2013 · 15:00
MÉXICO, D.F. (apro).- Hace un lustro, Editorial Grijalbo española adaptó para el lector hispanoparlante la investigación anglosajona 101 discos de música clásica que hay que escuchar antes de morir, volumen cronológico del cual abrevaremos hoy para conmemorar las diez obras sonoras seleccionadas ahí, cuya creación hace justamente un siglo produjo registros fonográficos notables. Los autores de 101 discos… privilegian con dos composiciones al ruso Sergei Rajmaninoff (1873-1943): primero, con la Sonata para piano número 2 grabada por su paisano Evgueni Sudbin (1980-), quien consideró dicha sonata como “una de las mejores obras para piano de Rajmaninoff” en la disquera BIS (CD-1518), hacia 2005; y en segundo lugar, el coral Las Campanas con el director alemán André Previn (1929-) y la Sinfónica de Londres, registrada en un álbum del sello EMI por 1975. Matthew Rye y Luis Suñén, encargados de un equipo experto de 35 musicólogos, comentan que “pese a su unidad orgánica y sus credenciales pianísticas, Rajmaninoff no estuvo contento con aquella Sonata número 2”, pues quiso “cortar la obra” y “aligerar la polifonía”. La versión revisada por el músico en 1937 resultó “más tersa y menos densa”, siendo el pianista Vladimir Horowitz (1903-1989) quien combinó ambas versiones con la aprobación del compositor. Desde luego, de las más prestigiosas obras musicales de todos los tiempos estrenadas en 1913 para los ballets de Vaslav Nijinski (1890-1950) fue La consagración de la Primavera (Vesna svyashchennaya), partitura harto vanguardista para la época, de la pluma de otro ruso célebre: Igor Stravisnky (1882-1971). Si bien los de Grijalbo favorecen la versión de Igor Markevitch en http://www.youtube.com/watch?v=aN_Kv4AXiZU, existe un buen video en red de la obra: http://youtu.be/YxMbrpgRbZo. Toca el turno a dos franceses por demás interesantes. Uno es el famoso impresionista de La mar, Claude Debussy (1862-1918), con su música para el ballet Juegos, compuesta en 1913 por encargo del empresario ruso Serguei Daghiliev (1872-1929) que permaneció olvidada hasta los años 1950, pero atrajo eventualmente la visión futurista del galo Pierre Boulez (1925-). Asimismo, resulta peculiar la composición El festín de la araña de Albert Roussell (1869-1937), dirigida por Jean Martinon (1910-1976) para la Orquesta Nacional de la ORTF en 1969 de la disquera Erato. Otra versión de esta música bailable data del 7 de abril en Nueva York con la NBC Symphony Orchestra, dirigida por el italiano Arturo Toscanini (1867-1957) y puede apreciarse aquí: Existen más sorpresas. Desde Estocolmo, Suecia, fulgura un singular perfeccionista musical. Wilhelm Stenhammer (1871-1927), compositor de Serenata que en 1985 le grabó con indiscutible pasión nórdica el estonio Neeme Järvi y la Sinfónica de Gotemburgo. El experto británico de 101 discos… Stephen Johnson, narra que “en su origen, Serenata tenía seis movimientos”; despues, “y sin explicación”, Stenhammer suprimió el segundo movimiento ‘Reverenza’, omisión que Järvi consideró “un error”, por lo cual este director repuso el movimiento en concierto y para el disco Serenate Opus 31, del sello BIS: Cierran la decena milenaria tres compositores ingleses. El más valorado de la tríada britona es Ralph Vaughan Williams, con su Sinfonía de Londres (revisada 30 años después, en 1943), que grabó en 1952 la empresa London/Decca con la batuta de Adrian Boult. Le sigue el geminiano Sir Edward Williams Elgar (1857-1934), particularmente estereotipado por sus loas al imperio británico tal como evoca su ostentosa marcha Pompa y circunstancia; sin embargo, la sinfonía en movimiento que merece la mención en 101 discos… se debe a Falstaff, uno de los mejores retratos shakespeareanos de la música. El disco así recomendado data de 1964 para EMI, con la Orquesta Hallé dirigida por John Barbirolli. Finalmente, el caso de Ivor Bertie Gurney nos maravilla, gracias al puñado de piezas que compuso entre 1913 y 1922, con 25 de ellas en el disco Canciones (sello Hyperion CDA 67243) del año 2000, a viva voz del tenor Paul Agnew acompañado en el piano por Julius Drake. Leamos: “Entre todos los autores de canciones ingleses de principios del siglo XX, Ivor Gurney (1880-1937) es, tal vez, el preferido de los entendidos. Fue escritor y poeta, uno de los escritores de la guerra más personales, extraordinariamente sensible en las letras de sus canciones… “Escribió sus Cinco canciones isabelinas entre 1913 y 1914; después, su intensa melancolía se acentuó: el omnipotente eco de la rima entre sleep (dormir) y weep (llorar) resuena en todas sus composiciones posteriores… El interés por Gurney ha crecido desde la publicación de su biografía en 1978 y de sus cartas en 1991.” En YouTube.com existen buenos ejemplos de esta mancuerna entre el tenor Agnew y el pianista Drake, como en la interpretación del bello tema de Ivor Gurney Desire in Spring (“Deseo primaveral”), que dice:
Adoro las canciones de cuna que las madres entonan Por los rincones solitarios donde reposa la duermevela Las pacientes melodías besando con ensoñaciones Nuestras llorosas ojeras, como igual amo oírlas silenciadas Por los trinos de las aves en los copos de la vereda Ante los muros empolvados rumbo al universo de primavera.

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