Guarda el desierto de Colorado los restos arqueológicos cucapá

martes, 4 de junio de 2013 · 14:19
MÉXICO, D.F. (apro).- Con la colaboración de indígenas cucapá, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encabezados por el arqueólogo Antonio Porcayo Michelini, descubrieron vestigios de asentamientos prehispánicos de entre 400 y 7 mil años de antigüedad en el desierto de Colorado, en Baja California. El importante hallazgo va desde sitios arqueológicos en las zonas rocosas de la Sierra Mayor, ubicada al sur de Mexicali, hasta materiales y restos aislados como cientos de huesos de animales --algunos extintos--, cerámica, lítica y lugares de extracción de óxido de hierro que servía de pigmento para pintura corporal y mural, informó el INAH. La descubrimiento se llevó a cabo como parte del proyecto de investigación “Registro y rescate de sitios exploración arqueológicos de Baja California-Fase Municipio de Mexicali”, que inició exploraciones en la dicha sierra. Y es después de tres años de trabajos cuando se desvela esta riqueza arqueológica: Ocho campamentos temporales relacionados la antigua cultura cucapá y los primeros cazadores-recolectores-pescadores que poblaron esa región ubicada en el desierto de Colorado. El arqueólogo Porcayo Michelini explica en la información que los cucapá son una de las cuatro étnicas yumanas, originarias de Baja California. Han habitado ahí desde hace por lo menos 2 mil años, “según indican sus raíces lingüísticas”. De hecho, los investigadores determinaron que los campamentos fueron ocupados por los “cucapá arqueológicos”, cuya antigüedad va de 400 a 2 mil años. Otros fueron habitados por grupos nómadas anteriores a esta cultura hace alrededor de 7 mil años. Son estructuras circulares de piedra colocadas en hilera a los cuales llaman “corralitos”. El especialista explicó que en el interior de la sierra se localizaron ocho campamentos. Algunos fueron ocupados por quienes los investigadores han llamado los “cucapá arqueológicos”, cuya antigüedad va de 400 a 2 mil años, y otros los habitaron grupos nómadas anteriores a dicha cultura, hace unos 7 mil años aproximadamente. Los campamentos son estructuras circulares de piedra colocadas a una hilada, conocidas como “corralitos”. En cada campamento hallaron entre cinco y siete corralitos por lo cual determinan que los habitaban varias familias temporalmente y no sólo para pernoctar como se creyó durante algún tiempo. De hecho, se indica que los restos óseos de animales fueron consumidos por los grupos humanos pues algunos presentan huellas de cortes de desarticulación. Y una minoría están trabajados y otros fueron utilizados como materia prima para elaborar herramientas. Los corralitos, agrega el arqueólogo, se utilizaron también como grandes hornos para cocinar alimentos que se cubrían con tierra en época invernal para aprovechar el calor del suelo y al mismo tiempo tener un descanso nocturno más confortable. Las evidencias arqueológicas han permitido conocer también acerca de las actividades realizadas por los antiguos cucapá, como la molienda pues hallaron artefactos para triturar además de piezas de piedra y de cerámica que presentan características similares a las que aún elaboran los indígenas pai pai de la Sierra de Juárez. Los pai pai todavía utilizan morteros y metates arqueológicos para moler sus semillas, indica Porcayo. Destaca además que a lo largo de los cañones de la sierra se encontraron vestigios aislados, como ollas de barro en las cuales llevaban agua, y se descubrieron hasta senderos de transito que unión diferentes sitios. Acerca de las evidencias de extracción de óxido de hierro, el investigador explicó que la Sierra Mayor es una región extremadamente árida, alcanza en verano temperaturas de hasta 50 grados, por lo cual no hay vegetación. Los estratos arcillosos de los cerros están expuestos y a simple vista se ve el tono rojizo de los depósitos del óxido. En el proyecto de investigación interviene también la arqueozoóloga Andrea Guía Ramírez, quien identificó los restos de aves, el 90% de los restos de aves que analizó, son de la especia zambullidor pico amarillo, un animal acuático, y el resto gaviotas y pelícanos. Encontró asimismo restos de peces de mar y agua dulce, entre ellos el matalote jorobado (Xyrauchen texanus), especie considerada extinta en México 1900. Es un pez, indica la especialista, semejante a la trucha que sobrevive en pequeñas poblaciones, cerca del Gran Cañón, abundaba en el Río Colorado hacia el siglo XVIII, pero ya no es posible encontrarlo. El INAH informa que los hallazgos serán integrados al registro y catálogo de la institución.

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