Arte: Un Plan B para La Esmeralda

lunes, 10 de junio de 2013 · 14:35
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Paradójicamente, una caótica exposición que se presenta en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, sin rigor curatorial ni calidad artística –con base en los criterios estéticos de las instituciones museísticas y comerciales del mainstream–, detona importantes reflexiones sobre el sentido y los retos de la enseñanza gubernamental de las artes visuales. Organizada en el contexto de las celebraciones por el 70 aniversario del primer plan de estudios de la escuela, la muestra titulada Plan B exhibe un pequeño panorama de la diversidad de segmentos estéticos que configuran el sistema artístico en nuestro país. Constituida con todas las obras bidimensionales y tridimensionales de los alumnos, exalumnos, profesores y exprofesores de La Esmeralda, quienes, atendiendo a los requisitos de la convocatoria, enviaron sus piezas el pasado 27 de mayo, la exposición se basa en una voluntaria carencia de selección curatorial que dio por resultado la inclusión de todas las obras recibidas. Emplazadas en la galería principal del plantel sin diferenciar jerarquías académicas o prestigios autorales, las aproximadamente 180 piezas, desprovistas de fichas técnicas que permitan ubicar la firma y fecha de realización, evidencian que los esmeraldinos se expanden profesionalmente en segmentos de diferente prestigio, incluyendo el mercado de obras para decoración sin complejidad creativa. Integrada con numerosas pinturas y esculturas que sorprenden por su simplicidad o mediocridad temática y formal –entre otras, prácticamente todas las esculturas y varias pinturas de paisajes, caballos, árboles, el retrato de un niño que hurga con el dedo en su nariz, un horrible payaso, una pésima recreación del American Gothic (1930) de Grant Wood y diferentes poéticas abstractas–, la muestra descubre la necesidad de reestructurar e inclusive redefinir la función educativa de La Esmeralda. En tanto su carácter de escuela pública perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes, la educación en la diversidad creativa con calidad debería ser uno de los principales retos académicos: formar artistas que produzcan obras dignas e interesantes para los distintos segmentos del mercado. Aunque gozan de una gran legitimación institucional, las tendencias del mainstream no satisfacen la pluralidad de los gustos artísticos y, por lo mismo, sería conveniente fomentar estéticas diversas. El segundo reto se encuentra en la inserción de los egresados en los circuitos de distribución y consumo artístico. La promoción de becas de producción es un paliativo que no soluciona en el largo plazo la manutención de los artistas. Si bien la construcción de mercados artísticos locales e internacionales requiere de políticas públicas transversales, el sistema educativo puede generar programas de vinculación con agentes tanto mercantiles como institucionales. Inmersa en un escenario global de potente competencia creativa, con un próximo cambio en su dirección y con una notoria ausencia de alumnos en sus instalaciones, la famosa Esmeralda de la Ciudad de México necesita un inteligente Plan B para servir eficazmente a sus estudiantes.

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