Cine: "El lugar donde todo termina"

sábado, 22 de junio de 2013 · 23:16
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Gracias al éxito de Blue Valentine (2010), Derek Cianfrance pudo saltar del cine independiente hacia producciones costosas y espectaculares, de Sundance a Hollywood; pero no hay que perder de vista que El lugar donde todo termina (The Place Beyond The Pines; EU. 2012) se ubica en esa franja, cada vez más ancha, entre cine comercial y cine de autor. La primera secuencia condensa espectáculo, adrenalina y retrato psicológico; a la manera de los hermanos Dardenne, la cámara toma y sigue el cuerpo tatuado de Luke (Ryan Goslin), lo acompaña a la motocicleta –a la manera de Scorsese–, prosigue su camino hasta la presentación de su número acrobático en un circo; en ésta y otras secuencias de carrera vertiginosa en moto, en un efecto paradójico, logrado por Sean Bobbitt, cinefotógrafo de Steve McQueen (Hambre, Shame), Luke parece inmóvil o inseparable de la cámara. Después es ver a este paria tratando de adaptarse a una sociedad donde no encaja. Narrada en tres actos que se desarrollan a los largo de 15 años, la historia que escribe Cianfrance junto con sus guionistas tiene vocación de novela épica, donde el autor explora la psique de sus personajes desde el interior; quizá con demasiada trama para una cinta, la fatalidad tiene más peso que la acción y las reacciones. “El lugar más allá de los pinos”, de acuerdo con el título en inglés, es el significado literal, en lengua mohawk, de Schenectady, la ciudad donde ocurren los hechos. El lugar donde todo termina quiere ser el lugar del destino. En la primera parte, cuando Luke se entera de que Romina (Eva Mendes), una chica del lugar, tuvo un hijo de él, intenta rescatar al niño para formar una familia. Su mejor solución es asaltar bancos. Segundo acto, un policía, Avery (Bradley Cooper), se convierte en el protagonista; oscilando entre el oportunismo y la mala conciencia; a éste la sociedad le brinda lo que le niega a Luke: familia, amigos, reconocimiento, apoyo paterno. Aunque todo tiene una nota falsa, la policía es corrupta y la familia no es el lugar de la felicidad, Avery decide acceder al poder, lo único consistente que la vida le ofrece. En el último segmento, desde espacios sociales antagónicos, los hijos adolescentes de ambos se encuentran; aquí el destino juega con la ley que dice que los pecados de los padres los pagan los hijos. El tema, como declara el director, es la soledad, ésa que dice conocer desde niño; clave importante porque El lugar donde todo termina puede exasperar al público que espera el buen thriller que promete ese arranque de adrenalina y carreras acrobáticas; después la acción se sumerge de exteriores hacia interiores; las peripecias parecen forzadas si  se  pierde de vista la noción de destino. La búsqueda afuera de algo que sólo podría encontrarse dentro de sí mismo, se disfraza de la necesidad del padre y de la identidad; lo interesante es que para Cianfrance esta búsqueda es una trampa.  

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