La diversidad en un mundo de sombras

miércoles, 11 de septiembre de 2013 · 19:37
MÉXICO, D.F. (apro).- Una extraña mezcla entre Harry Potter, Star Wars y Crepúsculo es lo que puede percibirse en una primera impresión de la cinta Cazadores de Sombras: Ciudad de hueso (Mortal Instruments: City of Bones, EU-2013). Romances prohibidos, imprudencias adolescentes, habilidades incomprendidas y exclusión social, son algunos de los elementos de la cinta, hábilmente llevada a la pantalla por Harald Zwart, para un público netamente adolescente. La cinta gira en torno a Clary (Lilly Collins), una chica que debido a un incidente fatídico descubre que es mitad ángel y mitad humano, y que por lo mismo pertenece a un grupo de seres que se dedican a cazar demonios. En ese mundo extraño, también hay vampiros, hombres lobo y otros seres oscuros, pero al parecer los Cazadores de Sombras (como se hace llamar este grupo particular)  no se meten mucho con ellos. Además de descubrir que es un ser de otra especie, Clary posee un secreto mortal que pude cambiar el destino del nuevo mundo que acaba de conocer. Todo es confusión para Clary, pero en su camino hay un par de aliados: Jace (Jamie Campbell Bower), otro cazador de sombras; Simon (Roberto Sheehan) su amigo incondicional, y Luke (Aidan Turner), amigo de la familia. Y bueno, por supuesto, su madre (Lena Headey), quien cae en desgracia pronto. Desde el principio, lo único que tenemos claro es que hay un sujeto que es bien malo que se llama Valentine (Jonathan Rhys Meyer). Una cinta muy adolescente, es decir, drama a flor de piel e imprudencias por doquier; una historia bien contada y dirigida a un público específico. Cerca de ser un producto desechable. La diversidad en un mundo de sombras Fausto Ponce MÉXICO, D.F., 9 de septiembre (apro).- Una extraña mezcla entre Harry Potter, Star Wars y Crepúsculo es lo que puede percibirse en una primera impresión de la cinta Cazadores de Sombras: Ciudad de hueso (Mortal Instruments: City of Bones, EU-2013). Romances prohibidos, imprudencias adolescentes, habilidades incomprendidas y exclusión social, son algunos de los elementos de la cinta, hábilmente llevada a la pantalla por Harald Zwart, para un público netamente adolescente. La cinta gira en torno a Clary (Lilly Collins), una chica que debido a un incidente fatídico descubre que es mitad ángel y mitad humano, y que por lo mismo pertenece a un grupo de seres que se dedican a cazar demonios. En ese mundo extraño, también hay vampiros, hombres lobo y otros seres oscuros, pero al parecer los Cazadores de Sombras (como se hace llamar este grupo particular)  no se meten mucho con ellos. Además de descubrir que es un ser de otra especie, Clary posee un secreto mortal que pude cambiar el destino del nuevo mundo que acaba de conocer. Todo es confusión para Clary, pero en su camino hay un par de aliados: Jace (Jamie Campbell Bower), otro cazador de sombras; Simon (Roberto Sheehan) su amigo incondicional, y Luke (Aidan Turner), amigo de la familia. Y bueno, por supuesto, su madre (Lena Headey), quien cae en desgracia pronto. Desde el principio, lo único que tenemos claro es que hay un sujeto que es bien malo que se llama Valentine (Jonathan Rhys Meyer). Una cinta muy adolescente, es decir, drama a flor de piel e imprudencias por doquier; una historia bien contada y dirigida a un público específico. Cerca de ser un producto desechable.

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