Que se acabe el recreo

miércoles, 25 de diciembre de 2013 · 15:13
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Cumplido el año durante el cual el tema educativo fue uno de los más relevantes para el gobierno del PRI, la que se consideraba una reforma educativa está sumida en el letargo y la incoherencia pues los estudiantes, profesores, autoridades y funcionarios responsables de aplicarla tardan décadas en aprender lo que en condiciones de normalidad se haría en pocos meses. La prueba PISA (siglas en inglés de Programa Internacional de Evaluación de Alumnos) y otras similares –como ENLACE o EXCALE, para el ingreso a plazas docentes–, más las que vienen en camino para 2014 dan y darán cuenta de lo mismo: mientras la educación, los conocimientos y los aprendizajes avanzan en el mundo a pasos agigantados y de manera geométrica, en México lo que se enseña y aprende, lo que se dice y se legisla se expresa de forma aritmética, sumando de uno en uno. Mientras las nuevas tecnologías y los nuevos paradigmas del conocimiento, de la ciencia y la tecnología, con sus extraordinarios descubrimientos e innovaciones, mueven de raíz el modelo estático y lineal con el que antes se enseñaba, en México la vida escolar está igual o peor que cuando estudiaban nuestros padres o abuelos. Los resultados de la prueba PISA de 2012 dan cuenta del fracaso de las políticas emprendidas y de las medidas presentadas desde hace décadas y que se siguen reproduciendo en el actual gobierno. Con un ligero avance en matemáticas, en todos los demás rubros de desempeño académico los estudiantes mexicanos demuestran que aprenden muy lentamente, que su índice de retención y rendimiento escolar es muy bajo y que el lugar que se ocupa en este ranking de la OCDE es “mediocre y precario”, como lo calificó Gabriela Ramos, directora de gabinete de ese organismo. Y es tan lento el avance en la educación nacional que según las proyecciones de la OCDE tardaremos 25 años –en el mejor de los casos– en ocupar un lugar mejor. Con el mismo ritmo de pasividad, modorra y conservadurismo actúan también los funcionarios de la SEP y otros actores de la escena educativa, como el grupo Mexicanos Primero. Para todos ellos las reformas a los artículos tercero y 73 constitucionales deben seguir para que todo siga igual, pese a la magnitud o radicalidad de cualquier conflicto y a las evidencias y propuestas que podrían mejorar sustancialmente el desempeño de la educación en México, por encima de lo que se legisló al vapor. Pero como la carreta tiene que ir enfrente de los bueyes, con la contundencia y muestra del fracaso monumental que se tiene en el sistema educativo, la SEP, en voz de su secretario en turno, ahora pretende organizar para el próximo año un gran debate nacional sobre el modelo de la educación básica y normal, cuando ya se ha trazado la ruta de una supuesta reforma educativa que debería haberse iniciado precisamente con ese debate sobre el modelo pedagógico y didáctico que requiere el país. Pero con la parsimonia y los desatinos con los que se actúa, ahora habrá que aletargar aún más los procesos. Este año hubo decenas de foros, participaron miles de maestros e investigadores, se propuso avanzar en la discusión de un nuevo modelo educativo, se repitieron hasta el cansancio las cifras que vuelven a presentarse en la prueba PISA 2012 y se argumentó que con la mera evaluación no se alterará en nada la calidad del sistema educativo. Nada de esto fue considerado. Todas las propuestas al respecto fueron tiradas a la basura, pero siguen en la idea de que todo debe seguir igual y por ello se ha mandatado a los gobernadores (hasta al jefe de Gobierno del Distrito Federal, que no tiene potestad alguna sobre el sistema educativo de la ciudad) para que se aplique en todas sus letras y sin ningún cambio lo que se legisló en la reforma constitucional. ¿Y si los foros a los que se quiere convocar (habrá que ver cómo se convocan y a quién llaman a participar, para valorar si no se trata de una nueva simulación) proponen ir más allá de lo que se aprobó y sustentan con veracidad que el camino es otro? ¿Habrá alguna rectificación? ¿Se derogarán las leyes aprobadas? ¿Habrá algún tipo de autocrítica, así sea pequeñita? Por lo pronto, con los resultados y las pruebas que demuestran que lo que se ha propiciado es una sociedad de la ignorancia y que para muestras tenemos montones de evidencias, se puede hacer un alto y reflexionar sobre el daño nacional que se propicia; habrá que tocar muy fuerte la campana para decir que este largo recreo en el que se la han pasado estudiantes, maestros y funcionarios se acabó y que ahora se necesita estudiar y promover una verdadera reforma que ponga en manos de los actores y expertos el tema, y no sigan apropiándosela quienes sólo buscan garantizar sus intereses minoritarios y mercantiles, como lo hizo y lo sigue haciendo el grupo de Elba Esther Gordillo y sus congéneres. Que se les acabe su recreo, porque ya estuvo bueno, ¿o no?

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