El México olvidado

miércoles, 5 de febrero de 2014 · 12:19
Cada poema de Pacheco es un homenaje al No; para José Emilio el tiempo es el agente de la destrucción universal y la historia es un paisaje en ruinas. Octavio Paz   MÉXICO, D.F. (Proceso).- Los ancestrales rezagos en materia de pobreza y desigualdad, indisociables de la barbarie criminal, representan retos tan apremiantes para el país como el desafío de la violencia ligada al narcotráfico. Es oprobioso y preocupante que la mitad de la población viva en la pobreza y que un 30% adicional esté en una situación “vulnerable”, es decir, en riesgo inminente de volverse pobre. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), sólo 19.3% de los mexicanos son considerados “no pobres y no vulnerables”. Ello significa que 80.7% de la población –es decir, más de 90 millones de connacionales, de un total de 112 millones 336 mil 538 personas, de acuerdo con el Censo de 2010– es pobre o vulnerable a la pobreza. (Coneval, Informe 2012, página 29.) El mismo documento indica que 84.3 millones de compatriotas viven con al menos una carencia en materia de educación, salud, seguridad social, calidad de la vivienda, servicios básicos en la misma o alimentación. De ellos, 53.3 millones son pobres y 11.7 millones padecen pobreza extrema. Más allá de las cifras, la pobreza es una condición denigratoria de la dignidad humana, determinada por carencias de todo tipo, como la falta de  alimentación, ya que el hambre tiene efectos totalmente adversos para el desarrollo de la persona; la desnutrición, producto de la pobreza alimentaria, disminuye las capacidades de la inteligencia e impide el aprovechamiento de las herramientas educativas, condición indispensable para elevar el nivel de vida de niños y jóvenes. La falta de oportunidades a que condena la pobreza provoca la desintegración familiar e induce a conductas autodestructivas como las adicciones o la prostitución, que pueden desembocar en la delincuencia, como lo retrata Julio Scherer en su desolador libro Niños en el crimen: “En sus vidas la ignorancia es la única nada que poseen”. Esa nada los convierte en candidatos fáciles para ser absorbidos por los cárteles del narcotráfico... Fragmento del análisis publicado en la edición 1944 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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