Lo que no cambia con la caída de "El Chapo"

jueves, 27 de febrero de 2014 · 20:21
MÉXICO, D.F. (apro).- Mediáticamente, la detención de El Chapo es el logro más popular del actual gobierno, mayor aún que las llamadas reformas estructurales. A diferencia de la reforma energética, pongamos por caso, la aprehensión realizada en Mazatlán, Sinaloa, es un logro tangible, esperado e irrefutable, al menos hasta el momento. No obstante, sería ingenuo suponer que, intrínsecamente, es más importante que la mencionada modificación constitucional. Esta razón obliga a considerar muy de cerca los alcances de la captura de Joaquín Guzmán Loera –grandes, sin duda, pero no definitorios en la guerra contra el narcotráfico–. Diversos sectores del gobierno han provocado demasiado ruido al respecto. Ofrezco entonces una lista de lo que podemos esperar gracias a la aprehensión del líder del Cártel de Sinaloa. Y lo que no. Lo que sí cambiará -Más detenciones: Las pruebas halladas in situ y las declaraciones que ofrezca el capo deberán abrir la puerta a más capturas. Además, y según lo que han dicho los gobiernos mexicano y estadunidense, la aprehensión de Guzmán fue parte de meses de investigación, en la que se involucraron otros implicados. -Encarecimiento de las drogas: Tal como han documentado medios de comunicación de la Unión Americana, ya en otras ocasiones se ha elevado el precio de los estupefacientes (desde Colombia hasta EU, pasando por México) cuando se concretan grandes golpes al narco, sean decomisos o detenciones. No está de más recordar que la organización de El Chapo trafica fundamentalmente con mariguana y cocaína, y controla amplias zonas de paso de la frontera norte. -Intento de revitalización de Los Caballeros Templarios y otros cárteles: Los grupos que combaten contra el Cártel de Sinaloa (llamado por el gobierno “del Pacífico”) procurarán aprovechar el golpe que le han dado a sus rivales. Que lo logren es muy distinto. Todo indica que los movimientos más fuertes pueden darse en la costa del Pacífico (Guerrero y Michoacán, de manera notoria). Pueden tejerse nuevas alianzas y romperse otras, sostenidas hasta la fecha por la fuerza de Joaquín Guzmán. -El poder de los Beltrán Leyva: Tal vez sea el cártel que más puede ganar con la caída de El Chapo, a quien odian a muerte desde que supuestamente entregó a la policía a Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo. Eran parte del Cártel de Sinaloa y lo conocen, así que podrían influir en sectores débiles de dicho grupo. -Mayor violencia en la guerra contra el narco: Es la consecuencia ineludible del punto anterior. Los de Sinaloa la emplearán por reafirmar quiénes son los más poderosos; sus rivales, para intentar desbancarlos. Esta también es una historia mil veces vista en México. La frontera norte se calentó. -La relación con Estados Unidos. El gobierno de Barack Obama venía quejándose de que la administración peñista había cerrado las ventanas de información. La captura –en la que la DEA participó de manera destacada, aportando datos de inteligencia– puede ser un nuevo punto de encuentro entre ambas naciones, lo que a su vez eleva ligeramente el poder de negociación de Peña Nieto.  Esto, no obstante, es relativo: el gobierno mexicano ha intentado ocultar la participación estadunidense. Lo que no ha caído nada bien en el país del norte. Ya van dos veces que autoridades de EU salen a recordar la contribución que tuvieron. Lo que no cambiará -La existencia misma de la guerra: La ingenuidad ha hecho creer que El Chapo controlaba el narco. No es así. Evidentemente es un asunto mucho más complejo, por lo que su captura no es esencial para que termine la guerra actual. Al contrario. Como ya se ha dicho, la virulencia aumentará y se corre el riesgo de volver a vivir la espiral que nunca supo atajar el calderonismo: golpes a los líderes de los grandes grupos, que conllevaban la multiplicación de minicárteles –el surgimiento de más barones de la guerra–, y el aumento de la dificultad para deshacer a las nuevas bandas. -Las autodefensas en Michoacán: Un tema central en la polémica por las guardias comunitarias era la posibilidad de que fueran infiltradas por el Cártel de Sinaloa en su lucha por expulsar a Los Caballeros Templarios de Michoacán. A excepción del caso de El Abuelo –muy grave–, no se ha fortalecido decisivamente esta tesis. Sea como sea, sin embargo, esa lucha se mantendrá, por el simple hecho de que todas las motivaciones, legítimas o ilegítimas, se mantienen. -Las actividades del Cártel de Sinaloa: Sigue vivo y operando. No se convirtió en una de las mayores empresas del continente por su debilidad o mala organización. -Organización del poder dentro del Cártel de Sinaloa: Tanto el segundo y el tercero al mando de este grupo criminal –Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul– siguen libres. De hecho, muchas de las acciones más importantes del grupo ya recaían en ellos desde antes de la detención. Ellos, además, han mostrado mayor capacidad de entendimiento que los liderazgos de otros cárteles. -La posición relativa de poder entre cárteles: El Cártel de Sinaloa es, por mucho, la mayor organización del narcotráfico en México. Hay otros más violentos, como Los Zetas, pero no mueven tanto dinero ni tienen tanta influencia en tantos países como los de El Chapo. Así que puede haber cambios en el control de algunas plazas, pero el gran mapa no parece que vaya a modificarse radicalmente. -La confianza en el gobierno federal, de parte de ciertos sectores: Las preguntas por la captura de El Chapo siguen siendo muchas y no han sido plenamente respondidas. Van desde la participación de Estados Unidos hasta la negociación que el PRI ha mantenido con diferentes cárteles, en diferentes momentos. Si no se resuelven tenderá a aumentar la incertidumbre en grupos críticos importantes. El halo de montaje enturbia la visión del hecho. -La política de comunicación del gobierno: El hermetismo y el discurso “made in 1982” campean en el modo de informar que tiene Presidencia. Esta, que podría ser una gran oportunidad para mostrar su vocación por la transparencia y la claridad, no modificará la idea del poder que tiene el viejo-nuevo PRI. Twitter: @JCOrtegaPrado

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