Campaña de exterminio contra musulmanes

viernes, 23 de mayo de 2014 · 18:44
MÉXICO, D.F. (apro).- Desde hace más de un mes, en Nigeria los islamistas del grupo Boko Haram secuestraron a más de 130 niñas para convertirlas al Islam e intercambiarlas por sus compañeros encarcelados, según anunció la organización islámica en un video que ya le dio la vuelta al mundo. En contraste, en la vecina República Centroafricana son los cristianos los que llevan la ofensiva contra los musulmanes en una campaña de exterminio. A veinte años de la masacre en Ruanda, en la República Centroafricana empezaron matanzas muy similares a las realizadas por los hutus en contra de los tutsis. En Ruanda, los que fueron amigos, vecinos o primos, se convirtieron en verdugos; lo mismo sucedió en la República Centroafricana pero no por razones étnicas sino político-religiosas. La República Centroafricana está en el corazón del continente, sin salida al mar y la mayor parte de su población desciende de los esclavos que huyeron  de los traficantes en el siglo XVIII. La que fuera colonia francesa hasta 1960 tiene 5 millones de habitantes, de ellos,  75% es cristiano de diversas variantes y ellos se han propuesto borrar del mapa a la minoría musulmana establecida en la parte occidental del país. Según los reportes publicados  por la organización Human Rights Watch en su página web, hay miles de muertos y casi un cuarto de la población ha sido desplazada por la violencia. Los cálculos oscilan entre 650 mil  y un millón de personas  desplazadas por la violencia y más de 200 mil ya se encuentran en campamentos de refugiados. Las fuerzas de paz enviadas por la Unión Europea, la Unión Africana y Francia no han podido detener el baño de sangre, así que se han limitado a escoltar a los musulmanes a campamentos de refugiados dentro y fuera del país. Aun así, las milicias cristianas autodenominadas Anti-Balaka (anti- machete)  atacan, no solo a los refugiados sino a quienes los protegen ya sean soldados o médicos. El 26 de abril en la ciudad Boguila, al norte de la República Centroafricana, el hospital donde Médicos sin Fronteras atendía a los heridos, fue atacado por las milicias cristianas Anti- Balaka . Hubo once civiles desarmados asesinados de manera atroz, entre ellos, tres doctores. Médicos Sin Fronteras condenó enérgicamente el ataque, pues el lugar estaba claramente identificado como hospital y no hubo ninguna provocación previa En un enérgico comunicado oficial el coordinador de MSF en el lugar Stefano Argenziano declaró: “Estamos absolutamente impactados y afligidos ante la brutal violencia que se ha ejercido el pasado sábado contra nuestro personal y contra decenas de miembros de la comunidad local; estamos trabajando para tratar a todos los heridos y estamos llevando a cabo todos los esfuerzos posibles en mantener informados en todo momento a los miembros de sus familias y a la comunidad sobre el estado de sus familiares y amigos. En estos momentos, nuestros esfuerzos están también centrados en mantener la seguridad de nuestros pacientes, del hospital y de nuestros trabajadores” concluye el escrito. Las ONG, solas a su suerte Las organizaciones humanitarias no gubernamentales son las únicas que atienden a la población ante la ausencia del Estado. La coalición musulmana Seleka  tomó el poder mediante un golpe de Estado en marzo de 2013 contra el presidente Francois Bozize. Los Seleka controlaron la capital Bangui, pero las milicias cristianas Anti Balaka  los expulsaron en enero del 2014. Michel Djotodia, quedó al frente del país pero no pudo controlar la situación y fueron tantas las violaciones a los derechos humanos cometidas en su administración que la presión internacional, en especial la de Francia (con todo y  tropas enviadas a poner paz), lo obligó a dejar el puesto  en enero del 2014. La presidencia  quedó en manos de  la exalcaldesa de la capital Catherine Samba-Panza, que también fue rebasada por las circunstancias. El cambio en la correlación de fuerzas atizó la espiral de violencia. “Las fuerzas Anti-Balaka y sus aliados en el Ejército nacional prácticamente han conseguido su objetivo, que no es otro que librarse rápidamente de la población musulmana en el país”, expresó Philippe Bolopion, director de Human Rights Watch ante la ONU, en un informe publicado en su página web. "Estamos rodeados por los Anti Balaka y solo tenemos arcos y flechas para defendernos" dijo un refugiado a Bolopion. Navi Pillay, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos advirtió que las organizaciones no gubernamentales son las únicas que han reaccionado  y ayudan en un país donde ya no hay servicios de salud, de educación, infraestructura o instituciones. “¡No me defienda compadre!” La vecina Chad envió tropas como parte de la misión de paz de la Unión Africana, pero hubo muchas quejas de que los soldados chadianos son musulmanes y terminaron apoyando a las milicias Seleka musulmanas. En varias ocasiones, acusan los cristianos, los chadianos abrieron fuego contra civiles, como sucedió en Bangui donde tras una refriega hubo más de una decena de muertos. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados denunció que más de 15 mil centroafricanos, la mayoría musulmanes, viven amenazados por las milicias y calcula que desde diciembre pasado ha habido más de 1 millón de desplazados. “¡Ya para qué!” “¿Qué los Cascos Azules van a venir en septiembre?¡Ya para qué! “¿Por qué no mandaron la ayuda cuando empezaron las masacres? “¿El mundo no aprendió con las matanzas de Ruanda? “Occidente no toma en serio lo que aquí sucede, pero Al Qaeda sí”, reclamó una mujer muy enojada al reportero de Euronews. En septiembre próximo los Cascos Azules viajarán a la República Centroafricana para relevar a las tropas de la Unión  Africana. Para junio, la Unión Europea enviará 800 elementos de la EUROFOR, a un país de cuatro millones de habitantes. En diciembre pasado  el presidente francés Francois Hollande anunció que enviaría mil 500 soldados para pacificar a la excolonia gala. Lo que se pensó sería una acción rápida y quirúrgica se complicó. El contingente francés será relevado por los Cascos Azules. El 10 de abril el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el envío de tropas y de mil ochocientos policías de la Misión Multidimensional Integrada para la Estabilización, mejor conocida como MINUSCA. Mientras tanto, las  casas de los musulmanes fueron reducidas a cenizas. Los que pudieron se escondieron en el fondo de minas de diamantes abandonadas. La República Centroafricana es un país de suelo rico y gente pobre. En su territorio hay uranio, diamantes y metales altamente cotizados. Ante la imposibilidad de detener los asesinatos, las fuerzas internacionales optaron por escoltar a los musulmanes y llevarlos a cambios de refugiados, algunos de ellos en países vecinos. En un informe publicado en abril pasado, la organización humanitaria Amnistía Internacional calificó el éxodo de musulmanes centroafricanos de “tragedia de proporciones históricas”. El campo de desplazados del barrio PK12, al norte del aeropuerto de Bangui, la capital, es buen ejemplo de que las fuerzas no son suficientes. Según relata Human Rights Watch (HRW), pese a que tropas francesas y congoleñas estás apostadas a un kilómetro del campo, no son capaces de prevenir los ataques de los Anti Balaka. El Consejo Europeo, desplegará a un millar de soldados con un doble objetivo: proteger a los civiles y garantizar la llegada de la ayuda humanitaria.

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