La boda del año*

viernes, 11 de julio de 2014 · 08:35

“La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse”: Jonathan Swift.

MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Sus mandíbulas sonríen impulsadas por los músculos de la presunción: El gobernador, “el soltero más cotizado de México”, invitado de honor a la exclusivísima boda del hijo del expresidente, se lee en la portada de la principal revista del corazón. Comieron camarón bañado en salsa de mole negro, dátiles nadando en chipotle dulce y lomo de atún con ajonjolí. Al día siguiente el gobernador encabeza un acto de asistencia para comunidades marginadas. Al término, viaja a su despacho, donde ofrece una entrevista a la televisión. Comienza hablar de lo mucho que le aflige el desempleo y la falta de oportunidades en los jóvenes, mientras de su muñeca resplandece un reloj de oro. El entrevistador, en un intento por salvar su dignidad, le lanza una pregunta maliciosa: “¿En cuánto anda el kilogramo de tortilla?” El gobernador responde hundiéndose en un galimatías. Cuando concluye la conversación, el mandatario habla al dueño de la televisora para exigirle que despida al reportero y edite la entrevista para ocultar el episodio. El gobernador está entusiasmado. Le espera un fin de semana de descanso en Machu Picchu. Le acompañará una modelo de 19 años con una carrera artística en ascenso, próxima protagonista de la telenovela estelar. Mientras se asolea junto a la joven, el gobernador recibe una llamada de su hombre de confianza. Le informa que una tormenta arrasó con decenas de comunidades y el patrimonio de por lo menos dos mil familias. El gobernador le pide a su subordinado mantenerse al tanto. Cuelga la llamada y le exige al mesero otra margarita. Por la noche, mientras cena con la actriz, el gobernador recibe otra llamada en su teléfono privado. Es su compadre, el empresario minero, quien le avisa que doce obreros fallecieron sepultados por un alud y carecían de seguridad social. El gobernador lo tranquiliza, le reitera su amistad: “Somos compadres, para eso estamos, ¡chingao!”. El gobernador cuelga y se queja con su acompañante: “Este trabajo es una monserga, nunca me dejan en paz, carajo”. Toma su celular y le ordena al dueño de la televisora no tratar el tema en el noticiario nocturno. Mientras bebe un carajillo, marca el número de su subordinado y le pide ofrecer 100 mil pesos a los familiares de las víctimas. El lunes el gobernador se reincorpora a su acelerada agenda. Por la mañana visita a los damnificados. Sus asesores le aconsejan sumergirse en el fango, ensuciarse lo más que pueda, dejarse abrazar y besar por las mujeres. Los camarógrafos de la televisora lo graban, los fotógrafos lo retratan. Tras pasar quince minutos en la zona, el gobernador aborda su helicóptero para dirigirse a la residencia oficial, donde le espera una comida. El gobernador come con el actor de la serie de televisión estadunidense más popular entre los cibernautas. El plan, ideado originalmente por el dueño de la televisora, es que el mandatario y la estrella sean fotografiados mientras conversan, para después subir la imagen a redes sociales y posicionar su imagen entre el electorado joven. Al día siguiente el gobernador es portada de todos los diarios locales: “El mandatario respalda a los damnificados”, “Ayuda a viudas de mineros”, “Comida entre dos estrellas”. Los conductores de los principales noticieros hablan de lo bien que el político ha manejado tanto la crisis minera como el caso de los damnificados por las tormentas. Dicen que fue un movimiento atinadísimo comer con el actor de la serie. Alaban al político y lo mencionan como uno de los mejores precandidatos a la presidencia. Mientras lee la prensa, el gobernador hace cuentas con el hombre de todas sus confianzas. El dinero no alcanza. Debe pagar al dueño de la televisora 100 millones de pesos para la nueva estrategia: Estará presente en todos los programas de su cadena, de cocina, deportes, espectáculos y hasta en la nueva novela que protagonizará la joven actriz. Además, tiene que comprarle una camioneta al consejero electoral, una casa en Barcelona a su exesposa, así como regalar un departamento al hijo del ministro, que se casa el próximo fin de semana. Su subordinado recomienda pedir una nueva deuda para el estado. Días después, con la deuda aprobada por la mayoría de su partido y los legisladores de oposición, el gobernador anuncia que pedirá licencia para separarse del cargo. En pocos meses es oficializado como candidato de su partido a la presidencia de la República. En un programa de cocina transmitido en la televisión, el candidato prepara la receta del arroz verde que supuestamente le enseñó su abuela. Mientras torpemente vacía los granos en una olla, una modelo con gorrito de cocinera lo halaga con preguntas. - ¿Qué es lo que lo hace tan atractivo? -No me considero un hombre atractivo, sólo una persona honesta, sensible y que trabaja por los demás. -¿Siempre es tan encantador? -No sé si sea encantador, pero sí te digo que soy sincero y lucho por mi México. -¿Es verdad que está comprometido con la protagonista de la telenovela de las diez? -No quisiera hablar de mi vida privada aún, ella es mi amiga, tenemos una muy buena relación. Días después, los fotógrafos de las revistas del corazón captan al candidato acompañado de la actriz en el estreno del nuevo musical del Teatro Aldama. La fotografía circula en todos los programas del espectáculo. Los conductores califican a la pareja de “maravillosa, fascinante”. “Él es todo un caballero”, suelta una locutora; “¿A poco no te lo comes?”, respalda otra. Un par de semanas posteriores al estreno, la revista de espectáculos de mayor venta en el país publica una fotografía de ambos en una iglesia. La nota refiere que el candidato y la actriz visitaron la capilla donde se casarán. Será una ceremonia privada, los invitados no podrán ingresar teléfonos celulares, la televisora grabará en exclusiva el enlace matrimonial, el diseñador mexicano más solicitado del momento será el encargado de confeccionar el vestido de ella y la casa de banquetes que por décadas ha contratado la familia real española servirá la cena. “La boda del año”, la bautizan. Los ejemplares se agotan en un día. *Gracias a las revistas de sociales, que inspiraron esta ficción. Twitter: @JuanPabloProal www.juanpabloproal.com

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