A guisa de homenaje femenino

domingo, 8 de marzo de 2009 · 21:04
Una vez más se conmemora el día Internacional de la Mujer, y con justicia reconocemos que las luchas femeninas han conquistado derechos elementales que en tiempos recientes hubieran sido quiméricos. Sin embargo, la realidad aplasta decretos y tuerce garantías; incluso las voluntades más tenaces quedan atrapadas entre la normatividad y la práctica ¿Cómo negar que para una escalofriante cantidad de mujeres los ideales de igualdad, libertad y fraternidad que enarboló la revolución francesa siguen siendo limbos inalcanzables que calcinan su existencia? Inútil abundar en los estragos, puesto que infamia e irracionalidad caminan a la sombra de nuestro devenir; más nos valdría voltear la mirada hacia el entorno donde se forja la capacidad de la criatura humana para no caer de bruces frente a un machismo que acribilla Al hacerlo, se vuelve inevitable cuestionar la propia conciencia: ¿Somos perpetuadores de atavismos o luchamos contra nuestra heredad de ultrajes? ¿Educamos o corrompemos? ¿Por qué un pequeño ser vivo puede convertirse en mujer plena y otro con potencial análogo se vuelve madre victimaria? En el entramado de las relaciones familiares encontramos respuestas que ayudarían a aligerar los fardos de nuestros rezagos culturales ¿No se inscribe el destino en las playas de la infancia? Hagamos una visita relámpago a un hogar de clase media, cuna de una gran artista que logra sobreponerse a la adversidad típica de su condición femenina Ni su nombre ni su obra evaden la desmemoria, pero eso no le resta méritos, al contrario, confirma sinrazones El sustento de la familia deriva del quehacer escultórico del padre, quien a su vez es hijo y nieto de escultores La madre es letrada y proviene de un hogar en el que también se creía en los poderes transformadores del arte No debe sorprendernos que para la crianza de sus hijos no escatimen esfuerzos para dotarlos de una educación liberal que sirva de parapeto contra el dogmatismo religioso que flota en el aire Para esta inusual pareja el mejor confesor es el propio cónyuge. La prole está compuesta por un varón y dos niñas Destinado por tradición al oficio paterno, al primogénito se le trata de encaminar hacia el mundo mágico de las letras, pero a la postre imperará su decisión: afrontar el porvenir con cincel en mano1 A las niñas no se les instruye para servir a los hombres de la casa Cooperan en las labores domésticas, aunque nunca en un plano de inferioridad Además, su madre ya cubrió la cuota de sumisión para que el fundador de la estirpe pudiera dedicarse a su trabajo creativo No es de extrañar que de las dos hijas a la menor le resulte más arduo el encuentro con su voz interior Venciendo sus inhibiciones, se convertirá en una pintora que evita los sinsabores profesionales amparada en su diletantismo. La primogénita no es particularmente agraciada, pero sus padres la tratan como a una princesa de gladiolas y cristal Acierto que hará que la niña se sepa hermosa por lo que siente y lo que piensa Desde muy tierna edad, la chiquita despliega su fantasía a través de los colores y repite que quisiera ser escultora como su papá, mas la docta enseñanza de su profesora de piano la orienta hacia el reino de los sonidos Una vez admitida, la muchachita progresa causándole estupores al viento En el momento oportuno aparecen los mentores2 que la incitan a internarse en los senderos de la composición Ruta vedada por principio Para los eminentes pedagogos del Conservatorio una mujer compositora es algo así como una "gallina que chifla"3 En casa no hay perplejidades Si con eso la infanta es feliz, hay que procurarle los medios necesarios Como secuela de la anuencia, la pequeña pianista recibe clases particulares del maestro más connotado de la ciudad,4 quien deja de lado sus prejuicios frente al talento de su alumna Es aún puberta cuando su corazón recibe un flechazo incandescente Tiene apenas 16 años Congruentes consigo mismos, los padres otorgan a la obcecada adolescente la potestad sobre sus sentimientos La educaron para que aceptara las pasiones de la vida con la cabeza en su sitio Tiene entonces lugar la boda con el flautista Aristide Farrenc, que promete serle fiel en las buenas y en las malas Resultan infundados los miedos familiares, pues la muchacha escoge a un hombre que, no obstante pertenecer al gremio, la estimula haciéndole patente su admiración de colega5 Para los padres la tarea está concluida Pueden dormir con el semblante de los justos Su hija sabe defenderse Adquirió agallas sin que hubiera de por medio violencia o privaciones, aunque sea una lástima que cambie su apellido por aquel de su marido cuando, dados los méritos, tendría que haber sido al revés Poco a poco, la fama de la indómita compositora se difumina en los alrededores Sus obras concitan aplausos mezclados con extrañezas A muchos les causa escozor que por su vena melódica circulen más estrógenos que testosterona Héctor Berlioz escribe: Posee un talento para la orquestación insólito entre las mujeres Robert Schumann se manifiesta entusiasta de la calidad de su música, aunque confiesa haberse inquietado con la constatación de su sexo: Hábil en la estructura, lógica en el desarrollo, en una palabra, bien terminada Uno debe rendirse ante su encanto; un sutil aroma de romanticismo emana de ella Apenas me enteré de que no era un autor, sino una autora, me perturbó pensar que difícilmente escuchará estos elogios? Cuando llega el momento de acometer la composición de una sinfonía6, la imperturbable Louise Farrenc hace acopio de garra y demuestra más confianza en sí misma que la mayoría de sus contemporáneos7 Sucede algo similar con su ingreso en la planta docente en el Conservatorio de París Es la primera mujer que puede vanagloriarse de pertenecer a tan afamada institución Supuestamente debe contentarse con un salario inferior al de sus colegas Imaginable su reacción: Mi trabajo vale lo mismo que el de los demás Como por arte de magia, sus emolumentos son homologados ¿Hay que agregar algo más? l 1 Una de las obras más notables del escultor referido es la que corona la columna de la Gran Armada de la plaza Vendôme de París El artista se llamaba Auguste Dumont (1801-1884) Muestras de su trabajo están esparcidas en la Madeleine, en los jardines de Luxemburgo, en el Louvre y en Versalles 2 Entre ellos se cuentan Ignaz Moscheles y Johann Nepomuk Hummel, este último alumno de Mozart 3 Alusión a la frase textual de Camille Saint-Saëns 4 Se trata de Antonin Reicha, quien también fuera maestro de Berlioz y Franz Liszt 5 Aristide Farrenc fue además un importante editor de música La mayor parte de las obras de su mujer fueron publicadas en su casa editorial 6 Se recomienda la escucha de cualquiera de sus tres sinfonías, así como de su Noneto op 38 7 Brahms se demoró 12 años proyectando su primera sinfonía, Bruckner tituló a su primer ejemplar Sinfonía cero?

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