Ucrania: La hipocresía de la Unión Europea

viernes, 19 de septiembre de 2014 · 20:31
MÉXICO, D.F. (apro).- “Si los escoceses hubieran votado por la independencia, nadie los bombardearía ni planificaría una operación antiterrorista contra ellos como hicieron en Donetsk”, dice a Apro Boris Kagarlitski, director del Instituto de Globalización y Movimientos Sociales de Moscú. Kagarlistski es un reconocido intelectual que destacó durante los años ochenta como activo participante de los círculos semilegales de jóvenes estudiantes y profesores durante la perestroika de Mijail Gorbachov. Fue diputado del Consejo Municipal de Moscú en los noventa, dirigente de los partidos Socialista y del Trabajo y autor de libros como Imperio de la periferia, Rusia bajo Yeltsin y Putin: una autocracia neoliberal y Nuevo realismo, nuevo barbarismo: la crisis del capitalismo. Es además columnista de The Moscow Times, y ha escrito en el New York Times. Frente al enfrentamiento militar en Ucrania, Kagarlitski accedió a contestar las preguntas de Apro. --¿Cuál es la situación en el oriente de Ucrania tras el cese al fuego acordado a comienzos de septiembre entre los rebeldes de la República Popular del Donetsk y de Lugansk y el gobierno de Petro Poroshenko? --La situación es de doble sentido. Por un lado, no es una paz sino un cese al fuego, no hay ningún acuerdo firmado, el cese al fuego puede ser interrumpido en cualquier momento. Las dos partes están muy cansadas, y la situación económica es dramática en ambos lados. Ucrania, la que se encuentra bajo control de Poroshenko, no está lista para el invierno y no se entiende cómo va a funcionar la economía del país cuando, por un lado, el gobierno no hace casi nada para prepararse para el invierno y por otro lado adelanta reformas que golpean la situación económica de la gente, como eliminar subsidios mientras que aumenta la inflación. En este sentido, el invierno va a ser muy duro. Kiev no quiere combatir en dos frentes: con los rebeldes y con el descontento social en el país. Por eso decidió hacer una pausa. “Desde el punto de vista de Donetsk y Lugansk, la situación es grave: después de meses de combates, se han destruido los caminos, las líneas eléctricas, los acueductos, y existe el riesgo de una catástrofe humanitaria. La situación humanitaria es terrible, porque los hospitales, los jardines infantiles, las escuelas, están destruidos, hay una falta dramática de médicos, sólo tienen 10% de los que se necesitan, no hay medicamentos y faltan provisiones. Hay muchos lugares donde hubo combates pero donde no se han removido los escombros y puede haber cuerpos, lo que puede provocar serios problemas de salud. Por eso, los rebeldes no están interesados en retomar las acciones armadas. Además, las agencias humanitarias occidentales como Médicos sin Fronteras, no trabajan en estos territorios, y el gobierno ruso tampoco es muy activo en este sentido. “Existe una situación indefinida, en que la guerra no se terminó pero tampoco hay paz, lo cual agudiza la lucha política interna en Kiev y en Donetsk. En Kiev, porque hay sectores radicales que acusan al presidente Poroshenko de hacer demasiadas concesiones a los rebeldes; y en Donetsk, porque Moscú les ata las manos a los rebeldes, y hace lo posible por sacar del gobierno de esas republicas a los más radicales, en especial a los que exigen la nacionalización de los bienes de los oligarcas. “Al mismo tiempo, Moscú logró que los dirigentes de Donetsk y Lugansk reconozcan, en las negociaciones, ser parte de Ucrania y acepten la legitimidad del gobierno de Poroshenko. Esto creó un gran descontento dentro de los rebeldes, y ya se habla de una posible rebelión. “También hay una discusión ideológica: por un lado la conducción de la República Popular de Donetsk dice que quiere hacer un Estado social, y habla de socialismo, pero apenas se habla de cómo realizar estas medidas, los representantes de Moscú bloquean cualquier iniciativa de nacionalización, redistribución, o de aumentar impuestos a los más ricos. Esto recuerda la situación de Cataluña en la guerra civil española durante los años treinta, cuando los representantes de Stalin decían que apoyaban, pero por otro lado les ataban las manos. Es una situación parecida, sólo que ahora Moscú no pretende jugar el papel de centro progresivo, es un gobierno conservador, y por eso no tiene nada de sorprendente que adelante esta política. “Como resultado, puede haber una crisis en Donetsk, porque la mayoría de los rebeldes armados son más radicales. Moscú sacó de la conducción militar a Igor Strelkov, que era partidario de medidas de guerra más agresivas contra Kiev. Su lugar lo ocupó Alexei Mosgovoi, que es más radical. Les salió mal. Por eso esta crisis puede no favorecer a los más moderados y conservadores”. Nueva Rusia --¿Qué significa el proyecto del gobierno ucraniano de otorgar autonomía de tres años a las regiones de Donetsk y Lugansk bajo control de los rebeldes? --Esto está acordado con Moscú, pero la mayoría de la gente no está de acuerdo, en primer lugar, porque es sólo por tres años, y no abarca toda la región de Donetsk y Lugansk, sino las partes que no son controladas por Poroshenko sino por los rebeldes. Pero después de tres meses y medio de bombardeos, destrucción, muerte, que muchos consideran peor que bajo los ocupantes alemanes, la gente lo que menos quiere es la autonomía bajo este gobierno que ellos no eligieron. Eso no lo van a aceptar. “Las actuales negociaciones son resultado de la catástrofe que sufrió el Ejército ucraniano, que fue derrotado a comienzos de septiembre. Gracias a las negociaciones de cese al fuego, Moscú salvó a Kiev de la total destrucción del Ejército. La paz era necesaria, pero ésta fue impuesta por Moscú en condiciones no rentables para los rebeldes, porque detuvieron su ofensiva cuando podían obtener resultados muy importantes. Moscú prácticamente los asfixió, amenazándolos con cerrar las fronteras si no cumplen las condiciones. “El principal problema que enfrenta Kiev es que el movimiento no se limita a Lugansk y Donetsk. Nueva Rusia es por lo menos la mitad de Ucrania, y las protestas también se dan en el centro del país, incluido Kiev. “Ahora la gente está asustada, hay mucha gente arrestada, hay cientos de presos políticos, a cualquiera que haga una crítica lo acusan de terrorismo y lo encarcelan sin proceso judicial, también hay desaparecidos. La principal amenaza para Poroshenko van a ser otras regiones como Jarkov, Odesa, Zaporozhia, donde hay un movimiento más fuerte, con consignas sociales”. --¿Qué es Nueva Rusia? --Históricamente, Nueva Rusia se refería a los territorios del sur de Ucrania --las actuales regiones de Odesa, Jerson, Zaporozhia--, a comienzos del siglo XVIII. Eran territorios turcos conquistados por el imperio ruso, habitados por griegos, rusos y judíos y en menor medida ucranianos. Ahora Nueva Rusia se entiende como la unión de dos elementos: por un lado la vieja Nueva Rusia, el sur de Ucrania; y por otro lado, la parte de Ucrania que en 1918 formaba la República Soviética de Donetsk-Krivoy Rog, con capital en Jarkov, y que hoy comprende las regiones de Jarkov, Lugansk, Donetsk, Dnipropetrovsk; es decir, el oriente. Por eso, aunque históricamente Nueva Rusia es el sur, hoy se usa el término para unir estos dos territorios. “Pero también tiene un carácter ideológico, una nueva Rusia que no aparece como la vieja Rusia. Pavel Gubarev, uno de los líderes de Donetsk, contestó, cuando le preguntaron si Nueva Rusia ingresaría a Rusia: “Nueva Rusia va a ser un Estado independiente, porque el país de los sueños, de la justicia, no puede unirse con el pantano liberal de Rusia”. --¿Es real la amenaza de grupos fascistas en Ucrania? --Decir que el gobierno de Ucrania es fascista no es cierto. Poroshenko no es fascista, pero usa bandas fascistas, las protege y les permite actuar. El gobierno ucraniano está en una simbiosis amistosa con los fascistas. Lo peor es que los fascistas no están contentos con lo que han recibido y quieren más. “Stepan Bandera fue el líder de los nacionalistas de derecha en los años 30, que desde 1938 empezó a trabajar con la inteligencia alemana. Cuando los nazis ocuparon Ucrania, las bandas de Bandera hicieron pogroms brutales no sólo contra los judíos sino contra los polacos, destruyeron a la intelectualidad judía y polaca de Lvov y le abrieron el camino a los alemanes. A mediados de la Segunda Guerra Mundial, la relación con Alemania se agrió porque los nazis querían absoluta sumisión y Bandera quería cierta autonomía, y fue arrestado, pero luego vivió en Alemania en condiciones muy cómodas: nadie lo persiguió ni atacó, a diferencia de los millones de víctimas del fascismo. Los fascistas ucranianos participaron en la SS Galicia, que agrupó a miles de ucranianos y que eran parte de las Waffen SS. “El sector de derecha de hoy es una coalición de distintos grupos, desde fascistas hasta conservadores radicales, que se apoyan en la situación del occidente de Ucrania, una región en crisis, con la mayoría de la población desempleada. Si el oriente es la región industrial y las protestas son de la clase trabajadora, en el occidente son jóvenes marginales que vienen del campo, que nunca trabajaron y que tal vez nunca trabajen, y que son presa fácil para los nacionalistas y fascistas. Esta masa de gente desocupada es la base de estos sectores y son muy útiles para Poroshenko, los usan para la guerra, para el terror, para combatir en el oriente del país. “El gobernador de Dnirpopetrovsk, el oligarca Igor Kolomoiski, financia batallones privados como el Dniepr, Azov, Donbass, contra la República Popular de Donetsk, organizados por orientación política. Los de ultraderecha tienen sus propios destacamentos, están mejor armados que el Ejército regular, mejor financiados y alimentados. En los combates en el Donbass, adelante va el Ejército ucraniano, cuyos soldados no quieren pelear, y detrás van estos batallones. Es muy raro, Kolomoiski, un oligarca judío que financia a los ultraderechistas antisemitas”. La paz de Moscú --¿Cómo influyen los hechos que suceden en Ucrania en la situación interna de Rusia? --Es una pregunta difícil porque por un lado vemos una gran desilusión de los partidarios de Nueva Rusia con el actual gobierno de Putin. Si en las primeras semanas después de la reincorporación de Crimea a Rusia creció fuertemente la autoridad de Putin, en estas últimas dos semanas, después del cese al fuego, la popularidad de Putin empieza a caer. En julio y agosto, la popularidad de Putin creció entre los que antes no lo querían mucho, gente de educación superior, habitantes de las grandes ciudades, porque la reincorporación de Crimea y el apoyo a Nueva Rusia se veía como un renacer de Rusia. “Ahora, cuando impusieron el cese al fuego a los rebeldes, empezó a cambiar la propaganda del gobierno: si antes hablaban de los fascistas de Ucrania, ahora hablan con mucho respeto de los políticos ucranianos, del presidente legítimo Poroshenko. La gente entiende que la están manipulando y vemos crecer el descontento. “Por otro lado, los medios liberales pro occidentales rusos están muy descontentos porque las concesiones que hace Moscú a Occidente no son valoradas, y la elite pro occidental exige mayores concesiones, incluso hasta la salida de Putin. El resultado es que se agravan las discusiones entre los distintos sectores del gobierno”. --¿Cómo ve el futuro de Ucrania? --Creo que la guerra civil va a continuar, con picos e interrupciones. Es muy importante saber cómo va a atravesar el país el invierno. Creo que vamos a ver nuevos problemas, habrá que ver qué pasa en Odesa y Jarkov, donde la paciencia no es ilimitada. La siguiente etapa va a ser de protestas, huelgas y manifestaciones en otras ciudades. Además, hay cuestiones nacionales no resueltas, como en Transcarpatia, donde hay una minoría húngara, y un sector pro ruso. Ellos simpatizan con la República Popular de Donetsk. Esto no termina mientras esté el gobierno de Poroshenko, que no puede estabilizar al país, porque lo lleva a una guerra civil sin fin. --¿Qué comparación puedes hacer con Escocia y Donetsk? --A diferencia de los habitantes de Donetsk, Lugansk y Crimea, a los escoceses les dieron la posibilidad de expresarse y votar. Ni el gobierno ucraniano ni la Unión Europea reconocen los referéndums de estas regiones, pero Gran Bretaña y la UE sí aceptan el resultado del referéndum escocés. Es una posición cínica e hipócrita de la Unión Europea. Si gana el “si”, nadie los va a bombardear ni a comenzar una operación antiterrorista, como hicieron en el oriente de Ucrania. “La independencia de Escocia es un proyecto de la Unión Europea, muy ventajoso para la burocracia de Bruselas y para Alemania. Gran Bretaña también tiene un gobierno neoliberal como Alemania, y el gobierno de los nacionalistas escoceses también lo es, pero el gobierno británico es un problema para Berlín y Bruselas. Si Gran Bretaña se debilita, esto fortalece la posición de Bruselas y Berlín. Esto recuerda la desintegración de la URSS (…) Dicen que Rusia sin Ucrania es una potencia de segundo nivel, también se puede decir que Inglaterra sin Escocia es una potencia de segundo nivel.

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