Julio César: el rostro del normalista desollado en Iguala

martes, 4 de noviembre de 2014 · 12:57

Su cara no aparece entre las fotografías que exhiben miles de manifestantes en el mundo y que se reproducen en las redes sociales. A él ya no lo busca nadie, está muerto y enterrado. Pero también cayó en Ayotzinapa, lo arrojaron en una calle de Iguala muerto, golpeado, desollado. Para su joven viuda, Marisa Mendoza, y para su hija de dos meses, siempre será el joven idealista que murió por educarse como maestro rural. Para el resto, un cuerpo que un día puede tener el rostro de un familiar o de un amigo.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Se enteró del asesinato de su esposo, Julio César Mondragón Fontes, a través de las redes sociales: lo reconoció por su playera roja y su bufanda. Cuando acudió al Servicio Médico Forense de Chilpancingo un doctor le dijo: “Tiene que ser fuerte para lo que va a ver, a su esposo lo desollaron vivo”, y sin más se lo mostraron así, sin cara, sin ojos, el cuerpo moreteado, junto a los cadáveres de dos de sus compañeros normalistas, ellos asesinados con balas.

Estos días recibió dos cheques en su casa: uno por 5 mil, el otro por 10 mil, cortesía del gobierno del estado de Guerrero. Para Marisa Mendoza, la viuda de 24 años, ahora madre sola de una bebé de dos meses, la revictimización no ha terminado...

“Me da miedo esta situación, temo por mi seguridad. Mi hija se quedó sin padre. No quiero que se quede sin madre. Está muy chiquita. Me necesita a mí como yo a ella. Solamente quiero proteger a mi hija. No sé cómo esas personas (del gobierno) dieron con mis datos y no sé qué otra persona los tenga”, dice, y se nota asustada.

La entrevista se realiza a oscuras, dentro de una camioneta estacionada en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México. Del exterior se colaban los gritos de los miles de manifestantes que el pasado miércoles 22 exigían la aparición con vida de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos el 26 de septiembre en la ciudad de Iguala, Guerrero... Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1983 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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