"El Mesías", una breve explicación del clásico

miércoles, 24 de diciembre de 2014 · 09:12
MÉXICO, D.F., (proceso.com.mx) De ejecución obligada en los tiempos navideños, el bellísimo y sumamente conocido y gustado Oratorio El Mesías de Georg Fridrich Handel (1685 -1759), fue interpretado en diferentes escenarios por algunos de nuestros principales agrupamientos orquestales y corales, entre ellos la Sinfónica Nacional y el Solistas Ensamble y, su última aparición ocurrió dentro del Segundo Festival Luces de Invierno, organizado por el Conaculta el pasado domingo en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, a cargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. Y como sus ejecuciones son muchas y variadas creo que, por hoy, prefiero ahondar un poco en su origen, historia y partes que lo constituyen, pues no siempre son incluidas en los programas de mano. Primero déjeme decirle qué es esto de “Oratorio”. Es una composición musical para cantantes solistas, coro y orquesta con textos basados en algún tema religioso que se ejecuta, sin acciones teatrales ni vestuario especial, en las salas de concierto pero que, dado su carácter, puede también (y suele hacerse) en iglesias y otros recintos religiosos. Sus orígenes se remontan a la Italia del siglo XVII y sus antecedentes o fuentes son los dramas litúrgicos que se presentaban en la baja Edad Media y los “Laude” o cantos laudatorios a los santos y demás figuras y hechos de la cristiandad que se interpretaban en los diferentes actos religiosos. Los primeros oratorios eran italianos y los distintos compositores que a ellos se aplicaron en esos primeros tiempos denotaban esa influencia italiana que, claro, fue cobrando características específicas hasta poder hablarse del Oratorio alemán con Bach a la cabeza y el inglés con, por supuesto, Handel. Pues bien, don Georg Friedrick (ya en inglés), compuso su extraordinario oratorio El Mesías despojándose de la influencia italiana y, en sólo tres semanas, nos legó esta maravilla que, escrita en 1741, tuvo su gran estreno de gala hasta el año siguiente, el 13 de abril de 1742, y no en Inglaterra, como posiblemente él hubiera deseado, sino en Irlanda, concretamente en el New Music Hall de Dublín. Y aunque acostumbrado en estas épocas de conmemoración del nacimiento de Jesús, este oratorio no cuenta ni se refiere únicamente al nacimiento e infancia del Mesías sino a toda su vida, es decir, su adultez, actividad proselitista, captura, pasión y muerte y no se queda aquí sino que va más allá y ese es su canto de esperanza y lo que, religiosamente, le otorga vigencia absoluta hoy; la Resurrección y la vida eterna, parte que cierra, jugando (papel central), el celebérrimo ¡Aleluya! que ha cobrado vida propia e infinidad de veces es interpretado como obra sola. Así, la primera parte trata sobre el Adviento y la Navidad se anuncia la llegada, el nacimiento de Cristo Jesús. La segunda parte es la que trata sobre la Pasión y muerte, la Resurrección y la Ascensión de Cristo a los cielos y ante el Dios Padre. La tercera es la victoria definitiva de Cristo ante la muerte, lo que significa la vida eterna, se presenta el Juicio Final y se finaliza suave, esperanzadora y épicamente con la palabra que, en sí, es la esperanza, ¡Amén!

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