"John el Yihadista": El verdugo londinense

viernes, 6 de marzo de 2015 · 22:16
LONDRES (apro).- Al grupo de tres combatientes británicos que luchaban para el Estado Islámico (EI) se los conocía simplemente con el nombre de “Los Beatles”. Estaban "John", "Paul" y “Ringo”. “John el Yihadista” o “Jihadi John” se convertiría en la imagen más pública del grupo extremista que avanza cada vez más en Siria e Irak, al ser filmado en varios videos de propaganda en los que supuestamente decapitaba a rehenes occidentales. “John el Yihadista” terminó siendo identificado como el londinense Mohamed Emwazi, un joven de 27 años que se radicalizó mientras estudiaba informática en la Universidad de Westminster, en pleno centro de Londres. Emwazi, nacido en Kuwait en 1988 y que se había trasladado junto a su familia al Reino Unido en 1994, apareció en agosto pasado en un video extremista que mostraba supuestamente la decapitación del periodista estadunidense James Foley. Las imágenes del video provocaron consternación y un fuerte repudio internacional. Pero no serían las últimas. En esa grabación, como en muchas otras que le seguirían, el joven escondía su rostro detrás de una máscara y aparecía vestido totalmente de negro, mientras hablaba en inglés con un perfecto acento londinense. Sus discursos incluían amenazas a Occidente por más atrocidades y violencia. "John el Yihadista" apareció en videos cuando decapitaba supuestamente al reportero estadunidense Steven Sotloff, al activista humanitario británico David Haines, al taxista inglés Alan Henning, y al trabajador humanitario norteamericano Abdul-Rahman Kassig, también conocido como Peter Kassig. Y al comienzo de febrero aparecía en un video en el que el periodista japonés Kenji Goto era supuestamente decapitado. Rehenes liberados por el EI confirmaron más tarde que, efectivamente, Emwazi era uno de tres yihadistas británicos que operaban como guardias de los occidentales capturados por el grupo en Siria. Amigos de Emwazi incluso admitieron al periódico The Washington Post, en una entrevista publicada el pasado 26 de febrero, que Mohamed creció en un barrio de clase media en el oeste de Londres y que estudió programación informática en la Universidad de Westminster, donde comenzó a acercarse a otros jóvenes interesados en la yihad. “John el Yihadista” solía orar ocasionalmente en una mezquita en Greenwich, al sudeste de la ciudad, donde también escuchaba plegarias que incitaban a la violencia. Los allegados y amigos de Emwazi creen que éste se radicalizó por completo tras un viaje a Tanzania en mayo de 2009 luego de su graduación universitaria. El y otros dos amigos planeaban realizar un safari por ese país africano, pero una vez que arribaron a la capital Dar en Salaam, fueron detenidos por la Policía local y mantenidos bajo custodia durante toda la noche. Emwazi fue trasladado en un vuelo a Amsterdam, donde en un sitio secreto fue interrogado por espías del servicio secreto MI5, quienes lo acusaron de tratar de viajar a Somalia para apoyar al grupo yihadista Al-Shabab. Durante ese interrogatorio, el joven negó las acusaciones y contó más tarde que los agentes trataron de reclutarlo antes de permitirle que regresara a Gran Bretaña. Ese incidente fue reportado un año más tarde en el periódico inglés The Independent, que identificaba a Emwazi como Mohamed ibn Muazzam. Emwazi se trasladó luego a Kuwait, donde consiguió un empleo en una compañía de computación. Pero en una visita a Londres en junio de 2010 fue detenido por agentes antiterroristas británicos en el aeropuerto de Gatwick, y le impidieron regresar a Kuwait, de acuerdo con el relato de sus amigos. De todos modos, “John el Yihadista” logró evadir a las autoridades y en 2013 partió definitivamente a Siria, donde se encuentra actualmente. Según una serie de correos electrónicos que intercambió con un periodista del dominical Mail on Sunday, Emwazi dijo sentirse "como un hombre muerto caminando" luego de haber sido contactado nuevamente por los servicios de seguridad británicos. Emwazi hizo esas declaraciones en 2010. De acuerdo a ese reporte, Emwazi se comunicó por e-mail con el editor de temas de seguridad del Mail, Robert Verkaik, en 2010 y luego en 2011. En uno de los correos electrónicos, fechado en 2010, el londinense dijo haber sido contactado por un integrante de los servicios secretos británicos luego del episodio en Amsterdam. El episodio habría ocurrido cuando el espía encubierto se contactó con Emwazi para supuestamente comprarle un ordenador portátil. Sin embargo, al finalizar la consulta el agente se despidió llamando a Emwazi por su nombre verdadero, que él nunca había revelado. “Quedé en shock y me detuve a pensar por varios segundos cuando se iba. De inmediato me di cuenta que se trataba del espía. Por momentos me sentía un hombre muerto caminando", agregó. Emwazi admitió que no temía que el MI5 lo asesinara, sino que él mismo terminara suicidándose. "Sólo quería alejarme lo más posible de esta gente", continuó. Los servicios secretos británicos han sido duramente criticados por no haber impedido que Emwazi se trasladara a Siria para sumarse al EI en 2013. Según el grupo jurídico Cage, que trabaja con personas que fueron radicalizadas, los contactos de Emwazi con el MI5 habrían contribuido a que el joven se volviera un extremista. Sin embargo, la oficina del primer ministro británico David Cameron, el número 10 de Downing Street, indicó que dicha sugerencia "es totalmente reprensible”, al indicar que los extremistas “no son producto de las labores de los servicios secretos, sino de grupos violentos sin moral ni escrúpulos”. En ese sentido, el exministro del Interior, el conservador David Davis, consideró que las agencias de Inteligencia británicas contaban con una estrategia antiterrorista “totalmente fallida", debido a que extremistas como Emwazi "fueron dejados a su libre albedrío para hacer todo el mal que quisieran". El debate por el extremismo en Gran Bretaña se expandió además a la escuela en el norte de Londres donde concurrió Emwazi de adolescente, la Academia Quintin Kynaston de St John's Wood, donde también habían asistido otros dos pupilos que terminaron convirtiéndose en yihadistas islámicos. Esos dos alumnos, cuyos nombres no fueron dados a conocer por razones de seguridad, murieron combatiendo para grupos terroristas, uno en Siria y el otro para la organización Al-Shabab, filial de Al-Qaeda en Somalia. Tras las revelaciones, una portavoz del Ministerio de Educación británico informó que su división contra el extremismo está trabajando "sin descanso" para ayudar a las escuelas con alumnos o exalumnos que viajaron "a zonas preocupantes" como Siria e Irak. “Las acusaciones contra Quintin Kynaston puede que hayan sido históricas, y claramente ahora esa es una escuela totalmente diferente, pero estoy segura que vamos a incluir esta evidencia en una revisión para aprender lecciones a futuro", subrayó la vocera. Lo cierto es que el perfil de Emwazi comenzó a cobrar forma tras revelaciones de personas que lo conocieron en Siria. Abu Ayman, un excombatiente de EI que logró hablar con la BBC, dijo que muchos yihadistas extranjeros, incluidos británicos, se concentraron en la ciudad de Atmeh, en el norte de Siria, incluido el propio Emwazi, "uno de los más raros" del grupo. "Era frío. No quería hablar mucho. Ni siquiera se sumaba a las plegarias”, explicó en ese informante a la BBC. "Sólo oraba con sus amigos, los otros hermanos británicos oraban con nosotros, pero él era muy extraño”, continuó. Ayman contó además que Emwazi se aislaba del grupo y ni siquiera quería tener contacto con los combatientes británicos. “Los jefes del Estado Islámico saben a quién elegir entre los combatientes y cómo hacerlos famosos. Pero no hay nada especial acerca de John el Yihadista, cualquiera se podría haber convertido en él", subrayó. "Los emires dan órdenes y en recompensa te dan una promoción”, agregó. "Muchos hermanos se sumaron al EI para acceder a armas nuevas, a pistolas lujosas, para manejar mejores jeeps y pavonearse", destacó el joven, quien dijo haberse alejado del grupo tras recibir la orden de asesinar a una mujer y a su hijo. Al preguntarle qué piensan sus excompañeros de "John el Yihadista", el informante contó: "Algunos lo adoran. Otros se sumaron al EI después de verlo en videos y admirar lo que hacía, lo consideran un ejemplo. "El EI juega con él como con un piano. Es una celebridad que atrae a nuestros hermanos musulmanes en Europa. Se ha convertido en la carnada para hacer crecer el yihadismo”, concluyó. De acuerdo con una investigación realizada por la Policía de Nueva York y considerada por varios expertos como una de las más completas para entender el fenómeno de la radicalización de jóvenes occidentales, los aspirantes a convertirse en militantes islamistas comparten varias características: son hombres musulmanes de entre 18 y 35 años, y la mayoría se ha convertido recientemente al Islam. El estudio investigó a quienes estuvieron involucrados en cinco de las principales operaciones yihadistas en Occidente: los ataques a Madrid (2004), Londres (2005), el grupo Hofstad en Holanda y los ataques frustrados de Australia (2005) y Toronto (2006). Si bien la investigación se centró en al Qaeda, varios de los militantes de este grupo, así como de su vertiente siria, Al Nusra, han abandonado sus filas para apoyar la causa de Estado Islámico. Y los expertos coinciden en que estas características son extrapolables a los yihadistas occidentales actuales. El informe destaca que una de las características comunes entre los jóvenes yihadistas de Occidente es que pertenecen a la segunda o tercera generación residente en el país occidental de origen. Es decir, sus padres o abuelos son inmigrantes. Stefano Bonino, de la Universidad de Durham y experto en la propagación del Islam en Reino Unido, declaró recientemente a la BBC que existe "un patrón común en la segunda generación de hijos de inmigrantes”. “Comparten la misma experiencia, incluso si nacieron dentro de la comunidad musulmana", agregó. Para Milena Uhlmann, investigadora de la Universidad Humboldt de Berlín y experta en conversión y radicalización, existe una característica que se repite en varias de las familias de los yihadistas que provienen de padres o abuelos inmigrantes, ya que todos ellos trataron de integrarse, de suavizar su contexto para no tener problemas en la sociedad donde se insertaron. "Sus hijos sienten que hay algo que está mal, que sus padres fallaron en el esfuerzo. Porque no están completamente integrados y se sienten estigmatizados por ser musulmanes", explica la investigadora alemana. "Estos jóvenes están decepcionados de Occidente. Utilizan el Islam como un medio para posicionarse contra su estatus de 'occidentales'. No obtuvieron lo que querían, no se sintieron en casa, ni tuvieron un sentido de pertenencia. Ir a pelear la yihad a Siria es una forma de retribución porque ya no necesitan su contexto anterior”, concluye.

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