Los desafíos de Felipe VI

lunes, 29 de junio de 2015 · 11:21

México es el primer país latinoamericano que Felipe VI visita oficialmente. No es un viaje de cortesía y protocolo: el flamante rey español sabe que este país es clave para las empresas hispanas –algunas de ellas bajo investigación–, para integrar una zona iberoamericana y para la proyección internacional de la Marca España. De hecho, esa nación ibérica es la segunda que más invierte en México, después de Estados Unidos. Esta es la importancia del encuentro, que obliga al soberano a alejarse unos días de cuestiones tan trascendentes como el proceso soberanista de Cataluña y los escándalos de corrupción que agobian a la Casa Real.

>MADRID (Proceso).- Los reyes Felipe VI y Letizia cumplirán una amplia agenda protocolaria en su visita oficial a México entre este lunes 29 y el miércoles 1 de julio, en la que compartirán con el presidente Enrique Peña Nieto actos políticos, culturales y empresariales. Es su primer viaje de estas características a América desde la proclamación del primero como monarca, el 19 de junio de 2014.

Es un “encuentro deseado y esperado”, según fuentes del gobierno español. Pero no representa sólo una visita de Estado para estrechar las relaciones bilaterales: supone un relanzamiento de los vínculos de la monarquía española, ahora encabezada por Felipe VI, con los países latinoamericanos, y México es un “socio estratégico en la región”, explica otra fuente diplomática.

Desde que en 1977 se restablecieron las relaciones tras la dictadura franquista, los dos países han estrechado sus relaciones con acuerdos bilaterales en todos los campos y suelen coincidir en las posturas que mantienen en organismos multilaterales. Ambos gobiernos, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), fueron los artífices de la Cumbre Iberoamericana de 1991, un hito para el diálogo hispanoamericano.­

En el terreno de las inversiones, según la Secretaría de Economía de México, hay 5 mil 300 empresas españolas asentadas en el país, con una inversión acumulada de 50 mil millones de dólares entre 1990 y 2014, que colocan a España como el segundo país inversor sólo después de Estados Unidos.

Como parte de los preparativos para la visita de Estado, el Consejo de Ministros aprobó el viernes 19 conceder el Collar de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a Enrique Peña Nieto y la Gran Cruz de la misma orden a su esposa, Angélica Rivera.

El 19 de junio pasado, con motivo del primer aniversario de la proclamación del rey, el diario El País asentó que Iberoamérica es un “objetivo primordial” para el nuevo monarca, y en dicha información aludía al viaje a México: “(Es) el primero oficial que realiza como rey a un país latinoamericano, más allá de estrechar lazos de solidaridad y cercanía, supone el inicio de un nuevo capítulo de misiones destinadas a incrementar las relaciones económicas, políticas y culturales en un continente en el que ya dispone de mejores contactos que don Juan Carlos”.

Entre los 15 viajes realizados por Felipe VI hasta ahora, sobresalen su presentación ante el rey de Marruecos, Mohamed VI, en julio del año pasado, y una visita de Estado a Francia, del 2 al 4 de junio, dos de sus principales socios en la región mediterránea. En diciembre pasado, el monarca participó en la XXIV Cumbre Iberoamericana, celebrada en Veracruz, donde resaltó el sentido iberoamericano del encuentro. Sin embargo, ésta no tuvo carácter de visita de Estado.

Como sea, es en España donde Felipe VI enfrenta los mayores retos, tras ser proclamado monarca en medio de la peor crisis que haya vivido la Casa Real en décadas, emanada de los escándalos protagonizados por su padre Juan Carlos I y por su hermana, la infanta Cristina, debido a un presunto caso de corrupción, a la par de la creciente desafección social.

Renovación constitucional

“De momento es sólo una cara nueva, y sólo con eso la corona ya va por delante de algunos partidos e instituciones. Pero falta todo lo demás. Felipe VI tiene que ser el rey que acabe con la desregulación de la monarquía y la dote de un estatuto ético, digno y transparente, no sólo en lo económico”, concluye José Antonio Zarzalejos en su libro de reciente aparición Mañana será tarde. Un diagnóstico valiente para un país imputado (Planeta 2015): un duro análisis de la crisis multifacética en que está sumida España.

En entrevista, Zarzalejos –exdirector del diario derechista ABC y autor (para el diario digital El Confidencial) de la nota exclusiva sobre la abdicación de Juan Carlos I– explica que dicha renuncia fue “para que el titular no contaminara con sus propios comportamientos la naturaleza de la institución” y, desde ese punto de vista, “fue una medida regeneracionista, porque dejó la Corona en una situación inadecuada, por la pérdida del prestigio y reputación ante la sociedad española”.

Así, dice, “el entonces príncipe de Asturias se convirtió en rey en medio de esa profunda crisis”.

En estos 14 meses lo que ha hecho el rey es “demostrar entrega a su función institucional y, a diferencia del reinado de su padre, introduce un extraordinario rigor, ejemplaridad, seriedad en el ejercicio de las funciones institucionales que corresponden al jefe del Estado.

“Ahora, ¿con esto está solucionado el problema? No lo está, porque se necesita que el rey gane algunos desafíos inmediatos. El primero, tendrá que afrontar la reforma del Título II de la Constitución (relativo a la Corona) para suprimir la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión de la jefatura del Estado, y eso se tiene que hacer a través de un referéndum. Precisamente, ese referéndum va a servir para debatir y relegitimar a la Corona.

“Segundo, está el desafío de la cuestión de Cataluña, porque en la Constitución el rey es el símbolo de la unidad y permanencia del Estado, por lo tanto bajo su reinado se tendrá que llegar a un acuerdo para el reacomodo de Cataluña en el conjunto de España.”

Y un tercer reto, explica, “es que el rey tiene que superar la vista oral del juicio penal contra su hermana y su cuñado por el caso Nóos, que va a ser muy duro”.

En este sentido, el 11 de junio el rey ordenó revocarle a su hermana el uso del título de Duquesa de Palma, que su padre le concedió en septiembre de 1997. Esta medida va encaminada a que la infanta Cristina renuncie a sus derechos dinásticos, como sexta en la línea de sucesión del trono, por el grave daño que sigue provocando a la institución. Esta medida se suma al hecho de que la propia abdicación de su padre la colocó fuera de la familia real.

“Uno de esos desafíos afecta a la probidad de su familia, otro a la integridad del Estado y otro a la propia naturaleza de la forma de Estado de España. Cuando los supere podremos decir que el rey Felipe VI ha alcanzado una relegitimación que permite un futuro despejado.”

En opinión de Zarzalejos, este proceso de reforma y referéndum deberá cumplirse al final de la siguiente legislatura 2016-2020; es decir que tiene cuatro años y medio para gestionarla, “pero no más tarde, (porque) la monarquía solo tiene sentido si es funcional”.

De la gloria al infierno

Los resultados de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) son quizás uno de los indicadores de que la Corona estuvo en la gloria y pasó al infierno: Según los resultados de los sondeos de 2010, antes de que empezara la debacle real, el nivel de aceptación era de 5.5 en una escala de 0 a 10, y en 2014 tuvo una caída a 3.72, tras el viaje de cacería en Botswana de Juan Carlos I, su relación personal con Corinna zu Sayn-Wittgenstein y el escándalo de la infanta Cristina y su yerno, Iñaki Urdangarín.

En este junio la Corona mostró un repunte de la popularidad. Alcanzó 4.34, todavía lejos de superar la barrera de 7 que la institución poseía a mediados de los años noventa.

En este primer año de reinado, la aprobación subió en relación con el fin del reinado de Juan Carlos I. Un estudio realizado por Metroscopía para el diario El País, publicado el 19 de junio pasado, mostró que 81% de los españoles aprueba la forma en que el rey desempeña sus funciones. Además, 74% de los encuestados avala la acción de la reina Letizia.

En el discurso de proclamación ante las Cortes españolas, el 19 de junio de 2014, Felipe VI dijo que el suyo es “el reinado de un rey constitucional”, y expresó su disposición a “velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social”.

Se comprometió a encarnar “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”, que “puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a España”. Tras este acto oficial, tuvo un gesto que no pasó inadvertido, al prescindir de la tradicional misa católica de proclamación, un asunto que genera un gran rechazo social.

De inmediato aprobó un paquete de medidas que incluyó la realización de auditorías externas a las cuentas de la Casa Real, un código de incompatibilidades, que prohíbe a los miembros de la familia real­ trabajar para empresas, tener negocios privados o dedicarse a otras cosas que no sean los actos “de naturaleza institucional”, medida que afecta a sus padres, a la reina Letizia y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía.

También incluye un control sobre los regalos que reciben; un código de conducta de los miembros de la Casa Real; asesoramiento jurídico permanente por la Abogacía General del Estado; una reducción del sueldo de 20% y un control a las asignaciones al rey emérito Juan Carlos I y a la otrora reina Sofía.

Asimismo, el monarca anunció que firmará un acuerdo con la Secretaría de Comercio del gobierno español para establecer las condiciones bajo las cuales apoyará la política de Estado llamada Marca España.

Hasta ahora Felipe VI ha concedido un centenar de audiencias, muchas de ellas a organizaciones civiles y colectivos, como el de los homosexuales. Y el día del primer aniversario de su reinado condecoró con la medalla de la Orden del Mérito Civil a 38 ciudadanos reconocidos como ejemplo por su contribución social.

Zarzalejos advierte que el cambió de la relación del rey con la sociedad española “no sólo se da con grupos tradicionales, sino con grupos marginales, ayudado por la reina, que es una mujer que entiende cuál es su papel: transmitir al rey el pulso de la calle, que desde posiciones de aristocracia es difícil entender. Y yo creo que esa combinación del rey aristócrata y la reina plebeya ha hecho un equipo muy interesante”.

En torno a las iniciativas soberanistas de Cataluña, el rey ya viajó seis veces a la región. Incluso, el 30 de mayo soportó una sonora rechifla al himno nacional por los aficionados vascos y catalanes en la final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao.

El entrevistado explica que el expresidente catalán Jordi Pujol –quien gobernó de 1980 a 2003 y es investigado, al igual que sus hijos, por presuntos casos de corrupción– es “el autor intelectual del proceso soberanista”.

“Es un independentismo que promete la arcadia, un neopopulismo que promete que todos los males se resolverán cuando la comunidad sea independiente, porque todos los males se vinculan a la inserción de Cataluña en España.”

Sin duda, dice, la cuestión independentista será difícil. “Yo no creo que el proceso soberanista tenga la convicción de lograr una separación, sino más bien de lograr una situación límite a partir de la cual forzar una negociación.

“Los impulsores del proceso soberanista saben que el número de catalanes que se haría a la independencia es insuficiente para lograrla, igual que sucedió en Escocia y en Quebec. Pero lo que no puede negarse es que se debe trabajar en la integración de Cataluña, que habría que abordar en una reforma constitucional próxima.”

Reconoce que desde Madrid hay mucha hostilidad hacia el catalanismo, pero cree que es una “hostilidad recíproca”. “Hay una ruptura sentimental, emocional. (…) Estamos perdiendo una intensidad afectiva importante con los catalanes y eso conlleva muchos riesgos”.

La geometría variable

Zarzalejos valora que España no puede hacer una “política homogénea en toda América Latina”, sino que debe recurrir a una “geometría variable” para relacionarse con cada país de acuerdo con sus propias características.

“La posición de España en relación con América Latina ha variado en los últimos años”, las cumbres iberoamericanas entraron en una fase bianual y “tienen que competir con la Alianza del Pacífico, que ha vertebrado más la región latinoamericana.

“En esa geometría variable hay un país que emerge por razones económicas, culturales y geoestratégicas, que es sin duda México, por ser país vecino con Estados Unidos y ser una potencia demográfica realmente extraordinaria; es también una potencia lingüística, por tanto fundamental para España, que tiene una economía que resulta interesante para el objetivo de la internacionalización permanente de las empresas españolas.

“Desde esa perspectiva debemos explicarnos que el rey, de conformidad con el gobierno, haya decidido que México sea su primer destino internacional, porque con México o con Colombia es con los que España mantiene los mayores vínculos en América Latina, mientras que con gobiernos como el argentino o el venezolano se mantienen grandes tensiones.”

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