La biblioteca de Sainz que despreció el gobierno de Coahuila

miércoles, 8 de julio de 2015 · 20:48

MÉXICO, D.F. (Proceso).- A finales de 2009, el escritor Gustavo Sainz tomó una decisión: donaría su biblioteca personal al gobierno de Coahuila y trasladaría su residencia a Saltillo. En marzo de 2011, con un compromiso formal, público y firmado por el entonces gobernador Jorge Torres López, cerró su casa en Indiana, Estados Unidos, empacó y rentó un pequeño departamento en lo que se cumplía la promesa… pero semanas después ya ni le contestaron el teléfono.

Pensaba dedicarse a impartir talleres, invitar a sus amigos y colaborar en la organización de la Feria Internacional del Libro de Saltillo (FILS). Había cumplido con todas las formalidades para la donación… Los años siguientes fueron frustrantes para uno de los escritores mexicanos más connotados de las últimas décadas.

El acuerdo inicial lo había hecho con Armando Sánchez Quintanilla, quien era coordinador de Bibliotecas del Estado y creador de la FILS, entre cuyos proyectos destacaba que las editoriales independientes mexicanas tuvieran un lugar asegurado en la entidad. En esa tarea, lo ayudaba la joven poeta Alejandra Peart, propietaria de la editorial Atemporia.

Peart había conocido años antes a Sainz en la oficina del editor Alejandro Zenker, cuando ella presentó a dictamen su primer libro. Tiempo después se convirtió en administradora del blog del autor que, por su parte, apadrinó su editorial. Fue ella el enlace para que  participara en la FILS.

En junio de 2010, Sánchez Quintanilla fue asesinado de un tiro al salir de su casa. El móvil del homicidio es una incógnita y el crimen quedó impune.

“Su sueño era volver a ver su biblioteca desplegada, completa”, dice ahora Alejandra Peart en alusión a que Sainz tenía su acervo distribuido entre Indiana y Nuevo México, donde había residido.

Sainz visitaba Saltillo con frecuencia, caminaba por el Centro Histórico y participaba en la FILS con talleres o presentaciones de sus libros, y asistía como público a las de otros autores, recuerda Peart para Proceso la mañana del viernes 3 de julio, un día después de hacerse pública la muerte del escritor, ocurrida el 26 de junio.

Ante la insistencia de Sainz por regresar a México, Peart entabló conversaciones con el sustituto de Sánchez Quintanilla, Ricardo Aguirre, y el 21 de marzo de 2011 la donación se formalizó con la firma de un acuerdo ante la prensa.

La biblioteca consistía en un acervo con 75 mil volúmenes, 15 mil películas de arte, 30 pinturas, así como su archivo personal, aunque esto último no fue mencionado por el mandatario, como tampoco que en realidad eran dos bibliotecas, ya que a la muerte de Alí Chumacero Sáinz adquirió su acervo, por lo que estaría donando ambas.

A decir de Peart, el archivo contenía correspondencia con sus amigos, por ejemplo la de Raymond Carver. Además, joyas de la cultura pop como la colección completa de la revista Play Boy México, así como apuntes, proyectos, comentarios a ensayos que se publicaban sobre su obra en diferentes países e idiomas.

Torres López dijo que tenía ya dispuestos los espacios. En la Biblioteca Central “Ildefonso Villarello” se ubicarían los 75 mil volúmenes; al Museo del Desierto destinaría las películas que se clasificarían en la Videoteca, y se crearía una pinacoteca para exhibir las obras pictóricas.

A partir de ese mes de marzo iniciarían los trámites para el traslado, en tanto se acondicionarían las áreas y se integraría un fondo presupuestal para acrecentar el acervo y conservarlo.

Según el mandatario, Sainz trabajaría un taller literario y se crearía un centro cultural que llevaría su nombre. Al respecto, Alejandra Peart recuerda que el escritor aseguraba ya haber platicado con el escritor Alejandro Jodorowsky y con el cineasta Guillermo del Toro, quienes inaugurarían su taller.

“Quería convertir a Saltillo en un gran centro cultural y literario”, dice la poeta.

En los meses siguientes llevó parte de su archivo a la capital coahuilense y mandó empacar los libros que tenía en Albuquerque (Nuevo México) y en Bloomington (Indiana). Luego, ya no le respondieron las llamadas ni los correos electrónicos, dice Peart indignada. Fue a la FILS 2011 y ya no lo tomaron en cuenta. Lo dejaron botado en su hotel.

“Tuvimos mucho coraje, porque era una de sus ilusiones y era como haberse burlado de él. No sabían (los políticos de Coahuila) ni quién era, ni de su grandeza, ni qué representaba esa biblioteca.”

A finales de 2011 el Alzheimer se le disparó con situaciones desafortunadas en los viajes, por lo que sus hijos decidieron evitarlos. El nuevo coordinador de Bibliotecas, Alfonso Vázquez Sotelo, declaró finalmente en agosto de 2012 que no había dinero para el traslado, pues resultaba muy costoso. Todo quedó repartido en cajas entre Albuquerque y Bloomington. Remata la poeta:

“Ahora serán sus hijos quienes decidan qué hacer, quizás venderlo a Conaculta, no sé. De todas maneras es lo mejor. Esa biblioteca Saltillo no se la merece.”   

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