Cuba-EU: Las reservas de Rosa María Payá

viernes, 10 de julio de 2015 · 21:40
MADRID (apro).- Rosa María Payá, hija del fallecido opositor cubano Oswaldo Payá, tiene ciertas reservas sobre el anunciado restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Su preocupación es que el diálogo entre Washington y La Habana se de prioritariamente “bajo las reglas del gobierno cubano”, lo que a su juicio implicaría “que se alcancen acuerdos poco exigentes y pobres desde la perspectiva del respeto de los derechos fundamentales de los cubanos, como el derecho de expresión, de reunión y la celebración de un referéndum que permitan la democratización pacífica de la isla”. El riesgo es que solo sea la élite cubana la que saque provecho de ello “y no se consigan cambios sustanciales en la isla”, alerta. Entrevistada por Apro en su paso por la capital española, Rosa María Payá prosigue: “Espero que esas conversaciones no se estén dando bajo las reglas del gobierno cubano porque estarían acotadas a lo que éste tolera, con lo cual no podría hablarse de acciones concretas para detener la impunidad del régimen, porque son términos incómodos para el totalitarismo”. La hija del extinto líder del Movimiento Cristiano Liberación de Cuba cree que un acuerdo con Estados Unidos debe tener en la mesa de la negociación “las exigencias de derechos elementales y la protección de los cubanos”. Uno de esos puntos que deberían estar en los acuerdos entre Washington y La Habana, apunta, es “una investigación transparente sobre la muerte de un premio Sájarov -en referencia a la de su padre-; que se tomen acuerdos medibles sobre la liberación de los presos políticos; que se detenga la represión y la persecución política contra todos los que pensamos distinto del régimen y nos atrevemos a decirlo dentro y fuera de Cuba”. A principios de este año, la hija de Oswaldo Payá se reunió en Washington con dos altos funcionarios de la Casa Blanca y del Departamento de Estado para pedirles un cambio en la posición de Estados Unidos ante la isla. Les expuso, asimismo, las tremendas dificultades que enfrenta la investigación sobre la muerte de su padre, que para ella se trató de un atentado de los servicios de Seguridad cubanos y no un accidente, como lo refiere la versión cubana. Primero se entrevistó con Ricardo Zúñiga, asistente especial del presidente Barack Obama y director para asuntos del hemisferio Occidental, a quien le expuso la necesidad de un cambio en la política estadunidense hacia la isla. Después se lo planteó a Roberta Jacobson, entonces subsecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, primera negociadora de Estados Unidos para el restablecimiento de relaciones con Cuba y ahora enfilada para ser la nueva embajadora en México. Hasta ahora –dice— no ha recibido una respuesta personal a sus planteamientos hechos a estos dos funcionarios, sólo conoce los anuncios oficiales sobre los pasos hacia el restablecimiento de las relaciones entre ambos países. “Nosotros esperamos la realización de un referéndum en la isla, porque hace más de 70 años que los cubanos no participan en elecciones libres y plurales”. También se refiere al riesgo que este acuerdo con Estados Unidos empantane aún más la investigación sobre la muerte de su padre y sobre los avances por los que él luchaba. “Hay un peligro importante, que es que todos los cubanos y en especial los que pertenecemos al Movimiento Democrático Cubano, nos encontremos en una situación de extrema vulnerabilidad si la comunidad internacional entiende que conversar con el gobierno cubano es más importante que el objetivo de esas conversaciones”. Añade: “Si esa es la filosofía, pues nosotros nos quedaremos muy solos, porque el gobierno cubano es especialista en el chantaje y en el manejo de esos juegos, por eso espero que las fuerzas democráticas del mundo estén particularmente atentas”. Y recuerda que las conversaciones con la Unión Europea (UE) no tienen resultados visibles y “lo que se necesitan son acciones concretas y medibles en favor de los derechos de los cubanos”. Accidente o “atentado” A Rosa María Payá la acompaña el español Ángel Carromero, miembro de las Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP), quien conducía el vehículo en el que se accidentaron y murieron Oswaldo Payá y Harold Cepero, el 22 de julio de 2012. El accidente de auto se produjo en la localidad de La Gavina, provincia de Granma, al este de la isla. Desde el Movimiento Cristiano Liberación, Payá fue el promotor del Proyecto Varela que presentó en el Parlamento cubano en 2002 con el aval de 25 mil firmas de cubanos, que proponía un referéndum para una transición democrática y pacífica en la isla. En octubre de ese año, el Parlamento Europeo le otorgó el premio Sájarov a los Derechos Humanos y la Libertad de Pensamiento en reconocimiento a su lucha pacífica en Cuba. En el percance automovilístico, además de la muerte de Payá y Harold Cepero, sus dos acompañantes, el español Ángel Carromero y el político sueco Jens Aron Modig resultaron lesionados y fueron ingresados en el hospital Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Al hacerse pública la muerte de Payá se generó una fuerte tensión entre el gobierno de Cuba y el de España, por el involucramiento del dirigente de las Nuevas Generaciones del PP, quien viajó a la isla para apoyar al dirigente opositor. Este nivel de tensión estaba precedido porque el gobierno de José María Aznar (1996-2004), también del PP, fue el que ideó y promovió la posición común de la Unión Europea que provocó el aislamiento diplomático y político de Cuba. La postura común de los 28 países de la UE ha condicionado hasta ahora cualquier mejora en las relaciones europeas con la isla a un avance previo del régimen hacia la democratización y el respeto de los derechos humanos. Mientras estuvo en prisión, como presunto responsable del accidente, Carromero grabó un video reconociendo que se trató de un accidente vial provocado por un bache. Sin embargo, tras meses encarcelado y luego de intensas negociaciones diplomáticas, España logró que Cuba le entregara al preso, quien ya en su país natal relató en The Washington Post una versión diametralmente opuesta del percance, al asegurar que un vehículo que identificaron como de la seguridad del Estado cubano los embistió y provocó el choque. Estos hechos los reflejó en el libro Muerte bajo sospecha. Toda la verdad sobre el caso Ángel Carromero (Ediciones Anaya Multimedia. 2014) que se publicó primero en España y que empezará a circular en México el próximo 22 de julio. Carromero y Rosa María Payá se refieren al hecho como un “atentado” y niegan que se haya tratado de un accidente. Silencio Respecto al restablecimiento de relaciones Cuba-Estados Unidos y el avance de la investigación sobre el caso Payá, Carromero sostiene que cualquier negociación con el gobierno de la isla tiene que ir marcado “con la premisa de los derechos humanos fundamentales de los cubanos, entre ellos la libertad de reunión, el tema procesal, la libertad de prensa”. Sigue: “Si este restablecimiento de las relaciones implica un proceso de democratización, seguro se tendrá que dar apertura y una reforma del sistema judicial y el respeto jurídico de todas las personas. Por tanto, eso podrá permitir que se tenga acceso a las autopsias de Osvaldo y de Harold, lo que hasta ahora no ha sucedido”. Al respecto, la hija del extinto dirigente opositor recuerda que han pasado tres años desde los hechos en los que murió su padre, sin que el gobierno cubano les haya dado acceso a las autopsias de Payá y de Cepero. Carromero añade que “se debe dar acceso a la autopsia, a los peritos que presentó el régimen cubano y se debe investigar de manera independiente este caso”. El dirigente de las juventudes del PP recuerda en la entrevista que cuando estuvo en la prisión cubana acusado de homicidio imprudencial, “me obligaron a grabar un video, grabado por militares y decía lo que ellos querían”. “Una prueba inequívoca de eso es que en mi supuesto testimonio hablo con modismos latinos, en España no decimos ´accidente de tránsito´, aquí decimos ´accidente de tráfico´. Y también, en cada toma, fui desabrochando los botones de mi camiseta, para que se viera que no había sido una única toma, aunque el gobierno cubano lo montó como mejor le convino”. Argumenta que accedió a grabar esa versión oficial del gobierno cubano, “porque no tenía otra opción, no hay posibilidad de que nadie sepa que te están forzando. Por eso cuando llegué a España, hablé con la familia de Oswaldo y les anuncié que la verdad iba a salir y la mejor muestra de responsabilidad con su memoria, contar pormenorizadamente lo que pasó en la Habana y el libro es un testimonio escalofriante”. Respecto al hecho de si conocía los riesgos que corría al entrar como turista y realizar labores de apoyo político a la oposición cubana, Carromero reconoce que sí lo sabía, pero “nunca pensé que iba a pasar lo que sucedió”. Dice que si lo hizo fue por un “ejercicio de responsabilidad” para con los cubanos que se oponen al gobierno de la isla. Al preguntarle si tenía el convencimiento de la participación de la seguridad del Estado en el percance automovilístico que provocó la muerte de los dos opositores cubanos, añade: “Absolutamente. Nos seguían constantemente. No era una cosa exclusiva que me pasara a mí. Toda persona que tenía relación con Oswaldo y con Harold eran vigilados o se les detenía, estaban controlados 24 horas al día, aunque para cualquiera pueda parecer algo exagerado, pero en los países donde no se respetan los derechos fundamentales eso es una práctica”. El español reconoce que antes del percance nunca fue detenido, pero él y los ocupantes del auto sí fueron seguidos y observados desde otros vehículos y en cada movimiento que hacían. De hecho, asegura que en el trayecto de La Habana a Santiago de Cuba fueron acechados y vigilados desde tres vehículos que identificaron como parte de la seguridad del Estado cubano. También hace hincapié en que a las 6:00 horas, cuando ellos salieron de la capital hacia Santiago, un twittero afín al régimen escribió un mensaje en el que aludía a qué bien vacacionaban los opositores, aludiendo que Oswaldo se dirigía a Varadero. Eso, aclara, no era real, porque no se trató ni de un viaje de placer y no viajaron a Varadero sino a Santiago de Cuba para reunirse con la familia de un preso político. --¿A qué atribuye que, de ser cierta su versión, el gobierno cubano quisiera atentar contra Oswaldo Payá en ese momento? ¿Qué ganaba con hacerlo? –se le pregunta a Carromero. --Mi opinión es que en Cuba iba a haber cambios y Oswaldo seguía viviendo dentro de la isla y era el principal líder de la oposición cubana. Sigue habiendo opositores, pero no hay uno como él que fuera premio Sájarov. Era un candidato a ser nombrado premio Nobel de la Paz. Por lo tanto, era una figura llamada a liderar la democratización de la isla y, en consecuencia una persona molesta para el régimen. Asegura estar consciente de que su caso afectó las relaciones con el gobierno de la isla. “Desde luego que mi caso influyó, mucha gente me pidió que guardara silencio para no perjudicar las relaciones, pero hubiera sido un silencio ficticio, cuando yo vi todo. No hay silencio posible que colabore a dar credibilidad a esto, si me hubiera quedado callado hubiera sido cómplice del régimen de los Castro”. Rosa María Payá concluye: “Mi papá encarnaba la alternativa, no solamente había construido un legado por la libertad, sino impulsaba todo un programa. Ya había sido nominado varias veces al Premio Nobel y con la experiencia que provocó su recorrido por Europa y América, se convirtió en una conciencia de la libertad”.

Comentarios