"Algunos se adelantaron al 2018", dice Peña Nieto a priistas

sábado, 25 de julio de 2015 · 16:59
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El presidente Enrique Peña Nieto cerró el paso a aquellos priistas que buscan ser el abanderado del tricolor para el año 2018, quien pretenderá relevarlo en la primera magistratura del país. “No obstante que algunos se adelantan al 2018, este es tiempo de trabajar y cumplirle a México. Hoy no hay espacios para proyectos personales. Hoy es momento de cumplir con un proyecto de nación”, advirtió Peña Nieto en la mitad de su discurso de 34 minutos ante la militancia de su partido, legisladores federales, locales, gobernadores y presidentes municipales entrantes y salientes. En lo que fue el primer evento nacional de “unidad” priista frente a un país que se antoja a la deriva en materia de seguridad, abusos del Ejército, una economía que no termina de mejorar la situación social de los mexicanos, que reciente los efectos negativos de la reforma hacendaria y con una depreciación acelerada del peso mexicano, además de la criticada fuga del capo número cinco del mundo, Joaquín El Chapo Guzmán Loera, Peña Nieto y su gabinete fueron arropados por la comunidad priista. A las 11 en punto pasó la camioneta blindada por avenida Insurgentes, frente a las instalaciones del PRI; a las 11:30 se anunció su arribo al estacionamiento del partido el cual fue acondicionado con templete y gigantescas carpas. En la primera fila los miembros del gabinete, el presidente y la secretaria general del PRI, César Camacho e Ivón Ortega, respectivamente; de un costado los secretarios de Peña Nieto y del otro, los líderes de las cámaras; Manlio Fabio Beltrones Rivera y Emilio Gamboa Patrón. Tras de ellos una fila con los gobernadores en activo del partido; sólo un gobernador, Eruviel Ávila se mantuvo en la primera fila, cercano a Peña Nieto. Peña Nieto, quien llegó puntual, ojeroso y en franco bajo peso pareció renovarse y evidente fue que se sintió como en la campaña presidencial de 2012: entusiasta, emocionado y seguro que era amor real el que le brindaban sus compañeros de partido. Esto se palpaba con su actitud. En la parte política de su discurso, el presidente de México dijo que en lugar de estar pensando en el 2018, hay que estar alertas ante “el populismo” que navega por todo el orbe. “Hoy, hay la sombra del populismo y la demagogia amenazan al planeta y que en su ambición de poder terminan restringiendo las libertades. Sus costos se ven en otras naciones, en democracias consolidadas y medios de comunicación independientes, hoy han dejado de serlo por liderazgos irresponsables. Democracias libres y plurales siguen mientras actitudes demagógicas destruyen en días lo que costó décadas. “México tiene que ser consciente de este riesgo. Sí al cambio pero con responsabilidad. Nuestra tarea es ser una opción vigente en el mundo en crisis, de falta de igualdad y confianza. Hoy el nuevo paradigma es el cambio en la relación entre ciudadanos e instituciones. “Es momento de que el PRI actualice su estructura, regrese a las universidades, renueve su misión ética y social de los menos favorecidos... Con rendición de cuentas y combate a la corrupción donde las autoridades deben ser ejemplo”, dijo. Enrique Peña Nieto recordó sus tiempos en campaña electoral, recordó que lleva dos años y medio en el poder, haciendo ver así que aún le faltan algunos años para concluir su gestión. Por ello detuvo en seco a quienes aspiran a sucederlo. Pero desde su llegada, con sus actitudes y deferencias, marcó distancias y reveló posibles acercamientos. Por ejemplo, en cuanto pisó el lugar se dirigió a Beltrones Rivera, lo abrazó y fue con el único que conversó más allá del saludo. Lo ubicó a su lado hasta que llegó Ivón Ortega y tomó su lugar. Así, Peña Nieto sentado, a su izquierda Ivón Ortega, le seguía Beltrones Rivera y muy junto a él Eruviel Ávila, único gobernador que se mantuvo en la primera fila. A la derecha del Ejecutivo federal, el presidente nacional del PRI, Camacho Quiroz; lo secundaba Emilio Gamboa Patrón, coordinador de ese partido en el Senado dela República, y serios, de aspecto hosco los dos secretarios del momento crítico del país: Miguel Ángel Osorio Chong, titular de Gobernación y responsable directo de la fuga de El Chapo y Luis Videgaray, secretario de Hacienda y hacedor de la reforma hacendaria que ha sumido al país y pequeños empresarios en el estancamiento o declive. El más sonriente de todos fue Beltrones Rivera, el más adusto Osorio Chong, quien fue el único que desentonó entre la militancia por traer una chamarra negra cuando la norma era roja, viva, fresca. Apagados, más a lo lejos, pero en la misma fila estaban el titular de Comunicaciones y Transportes, el de Energía, Pedro Joaquín Coldwell y siempre sonriente, la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu. A la hora de las presentaciones el aplausómetro lo encabezó Eruviel Ávila, gobernador del Edomex y Beltrones Rivera. El resto, recibió un simple aplauso obligatorio. En el ambiente se podía respirar los que se placeaban para ser quienes suplirán a la dirigencia del PRI. Ninguno habló pero estuvieron sonrientes. Quien se ha mencionado de manera constante en columnas política, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, fue opacado cuando el presentador sólo hizo referencia a “los gobernadores” sin explicitar entidad alguna. Fue uno más del montón. Lo mismo sucedió con el titular de Sagarpa, Enrique Martínez y Martínez, quien ya tiene sus maletas listas para en el momento que lo anuncien, irse a Insurgentes Norte, sede nacional del PRI. Y el tercero, Beltrones Rivera de quien se dice “nada le darán aunque aspire a todo: presidencia del PRI, candidatura presidencial...”, fue quien más atenciones recibió de Peña Nieto. Lo nunca antes visto de manera pública. El presidente de la República inició su discurso añorando la campaña presidencial, sudando a chorros, mojando su camisa, dejando que las gotas de sudor rodaran por su cara, festejando a las mujeres, alentando a los jóvenes y de paso, lanzando una tímida brillantez en sus ojos que parecieron en un primer momento, dejarían escapar lágrimas. No fue así. Sus cristalizados ojos se mantuvieron así a lo largo de la media hora de discurso. Parecía haber recibido una buena dosis de gotas. “Agradezco esta gran oportunidad de encuentro”, dijo. “Me recuerda aquellos días de campaña”. Su mirada fue de real añoranza y casi lanza un gemido que antecede al llanto al decir: “En aquellos tiempos podía faltar la voz pero nunca la entrega de corazón que hoy el presidente quiere hacer a su partido”. Su emotiva actitud provocó aplausos y comentarios de aceptación. Ello ante un discurso y recibimiento frío que tuvo el presidente del PRI, César Camacho Quiroz, cuando arrancó el acto con su discurso. “Este corazón... este corazón del presidente, tiene y guarda un corazón que siempre mostrará agradecimiento por conducir los destinos de la nación”. Los priistas, añadió, han acompañado al presidente para cumplirle a México, “juntos hemos tenido logros y éxitos pero también han estado en los momentos de adversidad y para sortear las tormentas sin perder el rumbo”. “Ahora corresponde ampliar las bases priistas y responder a la confianza de la ciudadanía. Seguiremos impulsando los cambios con rumbo. No obstante que algunos se adelantan al 2018. Este es tiempo de trabajo y cumplirle a México. Hoy no hay espacios para proyectos personales. Hoy es momento de cumplir un proyecto de nación...”. El evento de “unidad para la transformación” fue sin grandes aspavientos, con muchísima gente venida de Querétaro, Morelos y Edomex, los más. El exdiputado federal y exsenador en tiempos de alternancia panista, Becerril Stratfor, expresó: “Está muy sobrio todo, no se ve entusiasmo”. Y así transcurrió el evento hasta que Peña Nieto habló recurriendo a la nostalgia del 2012, a la añoranza del tiempo de campaña y como tal se comportó. Al final del evento saludó, se tomó fotografías con las mujeres, se trepó a las vallas y abrazó a los hombres. Un toque lo distinguió: en la primera fila, a su final, se ubicó en forma casi relegada a los dos excandidatos presidenciales priistas perdedores, Francisco Labastida Ochoa y Roberto Madrazo Pintado, quienes estuvieron flanqueados por ya viejos expresidentes del PRI, Humberto Roque Villanueva y Gustavo Carbajal Moreno. Peña Nieto fue hasta el lugar en que se encontraban y habló plácidamente con ellos, lo mismo con el discreto secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, a quien le dedicó tanto tiempo como a Beltrones Rivera,.  

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