El juez de Tenochtitlán, de David Hevia

martes, 11 de agosto de 2015 · 10:14
MÉXICO, D.F. (apro).- El miércoles pasado se estrenó la obra El juez de Tenochtitlán, de David Hevia, en el Teatro El Milagro. Su autor la presentó como un “pronunciamiento escénico” que, al enmarcarse en otro clímax de exterminio impune a quienes denuncian, manifiestan y cuestionan en México, adquiere un sentido de resistencia. Y, al mismo tiempo, encarna una promesa. A la sesión política-estreno, en el foro principal de El Milagro, asistió el grupo de creativos conformado por Mauricio Jiménez, Carolina Politi, Miguel Cooper, Alaciel Molas, Diana Sedano, Abraham Jurado y Eduardo Segura, y un público de 80 espectadores para abordar juntos el tema de la justicia estéril en México. Pudieron verse representadas las estrategias de: 1-. Invención de escenarios para proteger a un abyecto culpable (llámese Ejército, gobierno, presidente o gobernador). 2.- Víctima símbolo de condiciones retrógradas nacionales sobre género, clase o ideología (se hallan mujeres, indígenas, disidentes, activistas o periodistas). 3.- Hipótesis inverosímiles que recolocan a las víctimas como sus propios culpables. El “pronunciamiento escénico” de Hevia recurre al teatro clásico, recurso para hacer público un discurso de resistencia que expone un patrón para que la justicia no se ejerza en el país. Hevia abstrae ese patrón de un crimen ocurrido en 2007: El de Ernestina Ascencio, anciana náhuatl de la sierra de Zongolica, Veracruz, quien –de acuerdo a acusaciones de la comunidad vertidas a la prensa— fue vejada por soldados. El caso se cerró al determinarse que “se trató de una muerte natural por parasitosis”, por lo que no procedió la justicia. El duelo de México El texto dramatúrgico de Hevia, que además de político es poético, se absorbe con todo el cuerpo. Logra activar la consciencia política y humana movilizando varios niveles de lo corporal, es decir, las conciencias intuitiva, afectiva y mental. “¡Pensemos con todo el cuerpo!”, ese es el oxígeno que se respira durante la puesta. Para ello están las prácticas ancestrales prehispánicas y la cosmovisión de una cultura que a México lo hace único. En la proyección hacia el futuro de un cuerpo integrado, por tanto nuevo, que el “pronunciamiento escénico” de Hevia realiza, se encarna una promesa vital para México en estos momentos de duelos consecutivos y afectos debilitados. La obra también la realizan Taniel Morales (escenofonía); Martha Benítez (iluminación); María Rosa Manzini (vestuario); José Luis Peña (realización escenográfica); Marisol Bibriesca (realización de vestuario); David Alvarado (difusión); Ivette Santamaría (diseño gráfico); Everardo Trejo (producción), y Efraín Pérez Álvarez (asistente de dirección). Estará en temporada todos los miércoles hasta el próximo 14 de octubre.

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